Los médicos de Mallorca están tomando posición, y con razón. No se trata solo de salarios, sino de garantizar el futuro de la sanidad en una isla que ya enfrenta graves dificultades para atraer y retener personal médico. Las recientes (y continuadas) huelgas son una respuesta a los cambios propuestos en el Estatuto Marco de España, el marco nacional que regula el trabajo de los profesionales sanitarios.
Uno de los puntos más polémicos es la propuesta de obligar a los nuevos especialistas a trabajar exclusivamente en el sistema público durante cinco años tras su formación. Aunque pretende fortalecer los servicios públicos, esto podría disuadir a los jóvenes médicos de trabajar en España en absoluto—y menos aún en regiones como Mallorca, donde el reclutamiento ya es complicado y el coste de vida, elevado.
La reforma también abre la puerta a un mayor uso de profesionales no médicos en funciones tradicionalmente reservadas a médicos titulados. Se presenta como solución a la escasez crónica de personal, pero arriesga erosionar los estándares de atención y difuminar las líneas de responsabilidad.
La experiencia del Reino Unido debería servir de advertencia. En zonas con dificultades para contratar médicos, se suele recurrir a personal no médico más barato como sustituto. Si bien esto aumenta el número de citas, la realidad es que gran parte del trabajo de un médico no puede ser realizado por un enfermero, fisio o asociado médico. Las preocupaciones por la seguridad del paciente han crecido tanto que el gobierno británico encargó el Informe Leng para evaluar la seguridad y eficacia de estos roles.
Al final, las presiones económicas hacen tentador depender de personal menos costoso o de quienes están obligados a trabajar en el sector público, pero esta solución a corto plazo tiene un precio a largo plazo. España, con su fuga de cerebros y población envejecida, no puede permitirse alienar a sus médicos ni comprometer la calidad asistencial.
Es revelador que la huelga cuente con amplio apoyo entre los médicos, que conocen de primera mano lo que está en juego para sus pacientes y su profesión. Sin embargo, no es solo un asunto de médicos, sino de la salud y el bienestar de todos.
