Un apasionado seguidor de Mallorca y del Bulletin me contactó esta semana para expresar su sorpresa no solo por el aumento de precios en bares y restaurantes comparado con el verano pasado, sino también por la pésima atención. Él y su familia, que visitan la isla varias veces al año, han quedado bastante impactados en las últimas semanas.
“Lo que antes costaba unos 50 euros por persona, sin incluir siempre alcohol, ahora ronda los 70, y el personal me hace sentir como si les estuviera haciendo un favor enorme por estar ahí y elegir su local”, me comentó.
Además, resaltó el contraste con el trato que recibe durante los meses más fríos, de febrero a abril, cuando, según él, “los camareros no pueden hacer lo suficiente por atenderte bien”.
Así que repitió la pregunta que muchos lectores se hacen: “¿Por qué Mallorca se ha vuelto tan cara si, en la mayoría de los casos, no hay relación calidad-precio?”
Y no solo los turistas lo notan. El aumento del costo de vida ha cambiado el estilo de vida de muchos residentes, ya que los salarios, por ejemplo, no han seguido el mismo ritmo. Tal vez ahora que el sector hostelero ha conseguido subidas salariales, la calidad del servicio mejore, pero ¿quién pagará esos costes adicionales?