La administración de Trump trata a Sudáfrica casi como un paria, poniendo en lista negra a sus enviados, negándose a enviar funcionarios de alto nivel a reuniones que organiza y amenazando con imponer aranceles tan altos que la crisis económica del país podría empeorar.
El último indicio de esto fue la revelación del Partido Alianza Democrática (DA), el segundo partido más grande en el gobierno de coalición sudafricano, de que EE.UU. rechazó al enviado especial del presidente Cyril Ramaphosa, negándole un visado diplomático en mayo y rehusando reconocerlo como "interlocutor oficial".
Ramaphosa había creado este puesto para Mcebisi Jonas, presidente no ejecutivo de la gigante de telefonía MTN y exviceministro de finanzas muy respetado, para mejorar las tensas relaciones entre Sudáfrica y EE.UU.
El portavoz de Ramaphosa acusó al DA de "desinformación", pero no negó explícitamente lo dicho por el partido. El Departamento de Estado de EE.UU. se negó a comentar cuando la BBC lo contactó, citando la "confidencialidad de los registros de visados".
El nombramiento de Jonas llegó después de que Trump cortara la ayuda a Sudáfrica, acusara al gobierno de Ramaphosa de perseguir a los blancos, lo condenara por llevar un caso de genocidio contra Israel en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) y por "revitalizar" relaciones con Irán, un enemigo acérrimo de EE.UU.
Priyal Singh, experto en política exterior sudafricana, dijo a la BBC que, de ser ciertas las afirmaciones del DA, esto encajaría con la estrategia de la administración Trump de "dar la espalda" a Sudáfrica y cortar los canales de comunicación que tanto necesita.
EE.UU. no solo ha reducido las relaciones bilaterales con Sudáfrica, sino que también la ha boicoteado en organismos globales como el G20, que Ramaphosa preside actualmente, con la esperanza de promover los intereses de los países en desarrollo frente a las naciones más ricas.
La última señal de esto fue la decisión del secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, de faltar a la reunión de ministros de finanzas del G20 en Sudáfrica, prefiriendo enviar un funcionario de menor rango.
Bessent ya había faltado a una reunión similar en febrero, mientras que el secretario de Estado, Marco Rubio, evitó una cumbre de ministros de exteriores del G20, diciendo que el gobierno de Ramaphosa hacía "cosas muy malas" y que no podía "fomentar el antiamericanismo".
Ramaphosa esperaba mejorar las relaciones con EE.UU. después de que Trump lo invitara al Despacho Oval en mayo, pero el presidente estadounidense lo sorprendió mostrando videos y documentos falsos para respaldar su afirmación, ampliamente desacreditada, de que ocurría un genocidio contra los blancos en Sudáfrica.
Jonas estuvo notablemente ausente en la delegación de alto nivel de Ramaphosa, lo que dio credibilidad a la afirmación del DA de que no era bienvenido en Washington.
Esto dejó a Sudáfrica en cero de nuevo, ya que EE.UU. ya había expulsado a su embajador, Ebrahim Rasool, después de que este acusara a Trump en un discurso filtrado de "promover la supremacía blanca" y "presentar a los blancos como víctimas" ante su posible minoría en EE.UU.
En una decisión extraña políticamente, Ramaphosa dejó el puesto vacante, sugiriendo que su gobierno carecía de diplomáticos calificados para reconstruir relaciones con su segundo socio comercial más grande.
En cambio, Ramaphosa depositó sus esperanzas en un enviado especial que, según dijo cuando nombró a Jonas, "lideraría negociaciones, fomentaría alianzas estratégicas y se relacionaría con funcionarios y líderes empresariales estadounidenses".
Pero no está claro cómo esperaba que Jonas lo lograra, dado que, como Rasool, había hecho comentarios controvertidos sobre Trump, llamándolo "racista" y "derechista narcisista" en un discurso de 2020 que lo persiguió después de su nombramiento.
Esto se agravó porque MTN tenía el 49% de acciones en IranCell, una empresa de telecomunicaciones iraní, algo que preocupa mucho a EE.UU.
En comparación con posturas previas, Sudáfrica fue "más cautelosa", como dijo Singh, en su respuesta a los bombardeos de EE.UU. contra Irán en junio, limitándose a expresar "gran preocupación" y esperando que el conflicto se resolviera por diálogo.
W. Gyude Moore, analista político, dijo a la BBC que no era sorprendente que Sudáfrica estuviera en el punto de mira de Trump, señalando que el país promovía lo que los seguidores de Trump ven como "cultura woke".
Por ejemplo, Ramaphosa veía el G20 como un foro para promover solidaridad, igualdad y sostenibilidad, algo que Rubio rechazó, equiparándolo con la "diversidad, equidad e inclusión", así como el cambio climático.
Moore también mencionó la actitud de la administración Trump hacia la política de "empoderamiento negro" de Sudáfrica, acusándola de "discriminación racial" contra los blancos. El gobierno de Ramaphosa lo ve como necesario para abordar el legado del apartheid.
"No veo cómo se resolverán las diferencias. Sudáfrica tendrá que seguir adelante y fortalecer lazos con otros países. No es el único en la mira de Trump", añadió Moore.
Sin embargo, es un gran golpe para Sudáfrica, que había mantenido fuertes relaciones comerciales y de ayuda con gobiernos tanto republicanos como demócratas, a pesar de sus diferencias.
Singh recordó que Sudáfrica se opuso a la guerra de Bush en Irak y Afganistán, pero igual se benefició del programa Pepfar (contra el VIH/sida) hasta que Trump recortó los fondos este año.
"La administración Trump es completamente diferente y tomó a todos por sorpresa. Sudáfrica tendrá que aguantar la tormenta y mitigar los daños", dijo Singh.
Pero las consecuencias económicas podrían ser devastadoras, especialmente si Trump impone aranceles del 30% a productos sudafricanos desde el 1 de agosto, como ha amenazado.
El jefe del banco central sudafricano, Lesetja Kganyago, advirtió que los aranceles podrían costar 100,000 empleos, algo preocupante en un país donde el desempleo ya es del 32,9%.
Los aranceles afectarían gravemente al sector agrícola, algo irónico, ya que Trump se ha presentado como defensor de los granjeros afrikáners, ofreciéndoles estatus de refugiados en EE.UU.
También les da la oportunidad de trabajar en agricultura en EE.UU., alineándose con su política de "America First".
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