Más de la mitad de los residentes jóvenes de Barcelona han nacido en el extranjero, y los independentistas catalanes manifiestan su inquietud ante la posible pérdida de identidad cultural que esto supone.
En el año 2000, los inmigrantes constituían un 5% de la población de Barcelona; en la actualidad, representan el 31%, lo que equivale prácticamente a un tercio de los habitantes de la ciudad.
Asimismo, en la franja de edad comprendida entre los 15 y los 39 años, la población de no españoles supera ya a la de nacionales.
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Como consecuencia de este elevado porcentaje de población foránea, los independentistas catalanes han lanzado una voz de alarma ante lo que perciben como una erosión de la identidad cultural.
En las redes sociales han circulado debates en torno a la protección del catalán, dado que algunos establecimientos de Barcelona regentados por extranjeros carecen de personal que hable la lengua o de menús en dicho idioma.
Esta dicotomía entre la identidad global de Barcelona y su sustrato independentista centrará los debates de cara a las próximas elecciones municipales de 2027.
El politólogo Albert Cerillo, portavoz de Junts en el distrito del Eixample, ha aludido a la ‘pérdida de la identidad barcelonesa y catalana’ debido a ‘la sustitución de las expresiones locales y populares por formatos globales, a menudo dictados por intereses económicos y políticos ajenos a la ciudad’.
Con el objetivo de recuperar la idiosincrasia de la ciudad, la secretaria general de ERC y líder en el ayuntamiento, Elisenda Alamany, está apoyando al comercio local y espera reducir el número de tiendas de souvenirs y supermercados abiertos las 24 horas.
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Esta llamada al cambio se produce tras la aprobación de una subida del impuesto turístico que, de no validarse el decreto-ley en el Parlamento, duplicará la sobretasa de Barcelona sobre estancias en establecimientos turísticos hasta los ocho euros por persona y noche en 2029.
En la actualidad, la ciudad supera los 1,7 millones de habitantes, la cifra más alta registrada en las últimas cuatro décadas.
Según el censo de 2025, del total de 680.000 hogares barceloneses, continúa en aumento el número de aquellos en los que residen extranjeros, tanto en los donde todos los miembros son foráneos (13,4%) como en los que conviven españoles con personas de otras nacionalidades (14,2%).
En definitiva, Barcelona se halla en una encrucijada, tratando de preservar su identidad catalana mientras asimila la diversidad global fruto de sus residentes extranjeros.
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