Al menos 34 personas han fallecido y decenas más resultaron heridas tras unos bombardeos aéreos del ejército de Myanmar contra un hospital en el oeste del país el miércoles por la noche, según fuentes en terreno.
El hospital está ubicado en el pueblo de Mrauk-U, en el estado de Rakhine, una zona controlada por el Ejército de Arakan, uno de los grupos étnicos más fuertes que combaten a la junta militar.
Miles de personas han muerto y millones han sido desplazadas desde que los militares tomaron el poder en un golpe de estado en el 2021, desencadenando una guerra civil.
En los últimos meses, el ejército ha intensificado los ataques aéreos para recuperar territorio de los ejércitos étnicos. También ha utilizado parapentes motorizados para lanzar bombas sobre sus enemigos.
Los militares de Myanmar no han comentado sobre estos ataques, que ocurren mientras el país se prepara para votar a finales de este mes en sus primeras elecciones desde el golpe.
Sin embargo, cuentas promilitares en Telegram afirman que los bombardeos de esta semana no tenían como objetivo a civiles.
Khaing Thukha, portavoz del Ejército de Arakan, dijo a la BBC que la mayoría de las víctimas eran pacientes del hospital.
“Este es el último ataque vicioso del ejército terrorista contra lugares civiles”, declaró, añadiendo que los militares “deben asumir la responsabilidad” por bombardear a civiles.
El departamento de salud del Ejército de Arakan indicó que el ataque, ocurrido alrededor de las 21:00 (14:30 GMT), mató a 10 pacientes en el acto e hirió a muchos otros.
Fotografías que se cree son de la escena circularon en redes sociales, mostrando techos faltantes en partes del complejo, camas de hospital destruidas y escombros esparcidos por el suelo.
La junta militar ha estado enzarzada en un sangriento conflicto de años con milicias étnicas, llegando a perder el control de más de la mitad del país.
Pero la reciente afluencia de tecnología y equipo desde China y Rusia parece haberle ayudado a cambiar el rumbo. La junta ha logrado avances significativos mediante una campaña de bombardeos aéreos y ataques de artillería.
A principios de este año, más de 20 personas murieron después de que un parapente motorizado del ejército lanzara dos bombas sobre una multitud en un festival religioso.
Las libertades civiles también se han reducido drásticamente bajo la junta. Grupos de derechos humanos estiman que decenas de miles de disidentes políticos han sido arrestados.
La junta de Myanmar ha convocado elecciones generales para el 28 de diciembre, presentándolas como una vía hacia la estabilidad política.
Pero los críticos dicen que los comicios no serán ni libres ni justos, sino que ofrecerán a la junta una apariencia de legitimidad. Tom Andrews, experto en derechos humanos de la ONU para Myanmar, las ha llamado “elecciones fraudulentas”.
En las últimas semanas, la junta ha arrestado a civiles acusados de perturbar la votación, incluyendo a un hombre que, según las autoridades, envió mensajes antielectorales en Facebook.
La junta también anunció el lunes que busca a 10 activistas involucrados en una protesta contra las eleciones.
Los ejércitos étnicos y otros grupos de oposición se han comprometido a boicotear las elecciones.
Al menos un candidato electoral en la región de Magway, en el centro de Myanmar, fue detenido por un grupo antigubernamental, informó Associated Press.
