El colectivo Cap de Fava amb Orelles ha publicado en redes sociales un meticuloso mapa que identifica los restaurantes más emblemáticos de Mallorca y los ‘cellers‘ tradicionales. Esta iniciativa pretende dar visibilidad a los establecimientos que han preservado la auténtica cocina mallorquina a lo largo de las décadas, desde negocios familiares transmitidos entre generaciones hasta nuevos proyectos comprometidos con el mantenimiento de la gastronomía local.
El proceso de selección se rigió por criterios estrictos, centrándose en tres categorías principales: establecimientos que continúan su legado a través de generaciones manteniendo las recetas originales, negocios que han unido a comunidades locales para resucitar tradiciones culinarias en riesgo, y nuevas iniciativas que trabajan activamente en la preservación de la gastronomía mallorquina. El mapa incluye fechas clave, distinguiendo entre la fundación originaria del establecimiento y su gestión actual cuando es aplicable.
Entre las entradas más destacadas figura el Celler Can Ripoll en Inca, fundado en 1768, lo que lo convierte en uno de los establecimientos más antiguos de la isla. Otros locales de relevancia son Es Guix (1970) en Escorca y Los Patos (1970) en Muro. En Palma, el Celler Sa Premsa (1958) se erige como un referente indispensable. La lista se extiende al Mesón Ca’n Torrat (1960) en Calviá y el Molí de Ca’n Pere (1960) en Llucmajor.
**Los cellers tradicionales en la Mallorca moderna**
Históricamente, los cellers funcionaban como instalaciones de producción y almacenaje de vino, caracterizándose a menudo por sus grandes cubas de madera. Muchos han evolucionado hacia restaurantes, especialmente en el interior de la isla, conservando su arquitectura original y su profunda significación cultural. Estos establecimientos se especializan en platos tradicionales mallorquines como el frito mallorquín, el arroz brut, el tumbet y el lechón asado.
**Trascendencia histórica**
Estos locales representan mucho más que meros establecimientos de restauración; son custodios del patrimonio culinario mallorquín. El proyecto cartográfico reconoce que algunos restaurantes decidieron no ser incluidos y que, en ciertos casos, no fue posible verificar las fechas de fundación exactas. A pesár de estas limitaciones, la iniciativa constituye una guía exhaustiva del auténtico paisaje gastronómico insular, conectando a los comensales con generaciones de tradición culinaria mallorquina.