Miguel Carrió, presidente de la asociación de restaurantes del Paseo Mallorca en Palma, compara la situación actual del sector con la crisis financiera del 2007. “Aquella fue una crisis inmobiliaria. Esta será una crisis hostelera.”
Desde junio del 2024, las declaraciones del sector restaurador en Mallorca han señalado una caída constante. En julio, el presidente de la CAEB de Restauración, Juanmi Ferrer, afirmó: “No teníamos un verano tan malo desde la pandemia.” Añadió luego que hubo una mejora en la segunda mitad de julio, pero que los ingresos seguían por debajo del 2024.
El aeropuerto sigue batiendo récords de pasajeros y, en el caso de Palma, los cruceros traen miles de personas. Carrió reconoce que “Palma está llena”. “Ves turistas en hoteles de cuatro estrellas pagando 300€ la noche. Pero no van a bares ni restaurantes. Van al súper, a la sección de comida preparada, y cogen pan y una porción de pizza para comer en la habitación.”
“Las familias no tienen 3.000€ para vacacionar. Los billetes de avión cuestan 1.000€; otros 200€ la noche en hotel. ¿Cuánto vale una semana en Mallorca? ¿5.000€? Si la cuenta para cuatro personas son 200€, muchos prefieren llevar tupper a la playa. Los costes han subido—huevos, aceite, materias primas. Además, el aumento salarial para trabajadores de hostelería supone 180€ más al mes.”
“Quienes tenemos recursos podemos aguantar.” Pero advierte que los pequeños negocios sufrirán. “Un café regentado por un matrimonio con un empleado, o alguien que compra una food truck y paga 5.000€ como autónomo, asume mucho riesgo.” Anticipa un invierno duro.
No es que falten turistas—Carrió lo admite. Las cifras de junio mostraron un aumento. Para julio y agosto, cuyos datos oficiales se publicarán en septiembre y octubre, podría haber solo incrementos mínimos. El año pasado, el total de turistas en julio apenas subió. Pero incluso con pequeñas bajadas (los datos del aeropuerto sugieren lo contrario), las cifras superan con creces las prepandémicas.
Así que no, no es el número de gente, sino el gasto, y especialmente el gasto fuera del alojamiento. Varios sectores “complementarios”, como la restauración, coinciden: se gasta menos. Siempre se dirá que el gasto total ha subido —y así es— pero las estadísticas oficiales no reflejan claramente en qué y dónde se gasta el dinero. Ferrer señala que no todos los negocios ni zonas se afectan igual.
