Según los últimos datos de Eurostat, los jóvenes españoles abandonan el hogar familiar a los 30 años de media, lo que los sitúa en el quinto puesto más tardío de Europa.
Aunque esta estadística pueda resultar desalentadora para millones de personas, en realidad revela un problema más profundo que ya ha sido identificado como una de las cuatro mayores amenazas para la seguridad económica de España.
Las cifras, publicadas este mes, colocan a España casi cuatro años por detrás de la media europea (26,2 años) y casi nueve años más tarde que Finlandia, donde los jóvenes suelen independizarse a los 21,4 años.
Solo Croacia (31,3 años), Eslovaquia (30,9), Grecia (30,7) e Italia (30,1) registran edades más avanzadas para dejar el hogar familiar.
Tradicionalmente, esta brecha se ha atribuido a cuestiones culturales y de estructura familiar, sugiriendo que los europeos del sur prefieren permanecer en el domicilio paternal durante más tiempo.
No obstante, nuevas evidencias apuntan a que el problema es mucho más complejo y que ahora representa un serio riesgo económico.
Eurostat indica que el porcentaje de jóvenes españoles que destinan más del 40% de sus ingresos disponibles a la vivienda –la llamada ‘tasa de sobrecarga’– es de solo el 8%, en línea con la media europea.
Esta cifra parece moderada si se compara con Dinamarca (28,9%), Grecia (30,3%) o Países Bajos (15,3%).
Sin embargo, este indicador puede llevar a equívoco, ya que solo refleja la situación de quienes ya se han independizado –cuando aproximadamente la mitad de los menores de 31 años en España aún no lo han hecho–.
Para la gran cantidad de jóvenes que siguen viviendo con sus padres, a menudo hasta entrados los treinta, las barreras económicas son tan elevadas que en muchos casos ni siquiera llegan a plantearse entrar en el mercado de alquiler.
La explicación real subyace en la escasez de vivienda en España –un problema cuyas implicaciones van mucho más allá de la juventud–.
El Banco de España ya ha advertido de que el país enfrenta un déficit de alrededor de 700.000 viviendas. Según su gobernador, José Luis Escrivá, este déficit aviva la subida de precios, retrasa la independencia de los jóvenes y lastra la economía en su conjunto.
En un discurso reciente, Escrivá situó el déficit de vivienda junto a la inestabilidad geopolítica, los riesgos fiscales y el cambio climático como una de las cuatro mayores amenazas para la estabilidad económica española.
«La escasez de stock de viviendas para hacer frente al ritmo creciente de creación de hogares se está convirtiendo en un cuello de botella para el mercado laboral, especialmente en áreas cada vez más dinámicas», afirmó.
«Si la oferta no logra crecer a un ritmo mucho más rápido que el actual, algo que va a ser muy difícil, el problema podría agravarse en el futuro.»
El banco central considera que la crisis está impulsada menos por la demanda que por una crónica falta de oferta.
Dado que el ritmo de construcción está muy por debajo de las necesidades de la población, no se edifican viviendas nuevas con la suficiente celeridad.
Esto supone un cambio radical respecto a hace solo un año.
En uno de sus últimos informes en 2024, el predecesor de Escrivá, Pablo Hernández de Cos, había sugerido que el déficit podría ser de apenas medio millón de viviendas.
Utilizando una media plurianual para el periodo 2022-24, el Banco incluso había insinuado que la cifra podría reducirse aún más.
Ahora, sin embargo, la institución ha vuelto a la medición anual y ha concluido que la situación se está deteriorando.
El déficit ha aumentado en más de 100.000 viviendas en menos de un año, y la cifra definitiva para 2025 podría ser aún mayor.
Escriva también advirtió de que el problema «ha traspasado su dimensión social e intergeneracional para convertirse en un grave problema económico», argumentando que la escasez dificulta que los trabajadores se desplacen a donde están los empleos y que las empresas atraigan talento.
Aunque el gobernador señaló la salud económica general de España –un superávit por cuenta corriente y bajos niveles de endeudamiento privado–, subrayó que el déficit de vivienda podría socavar estos logros si sigue ampliándose.
La crisis de la vivienda en España ya no es solo una cuestión que afecta a jóvenes veinteañeros frustrados. Con un déficit de 700.000 hogares, se ha convertido en una falla estructural que amenaza la prosperidad futura del país.
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