¡La nostalgia definitivamente es cosa del pasado! Ya nadie mira hacia atrás. Todos miramos hacia el futuro en una carrera por estar al día, en el momento, ¡en la onda! Y hay tanto por alcanzar que simplemente no tenemos tiempo para el lastre de la nostalgia. Las redes sociales han lanzado su guante, desafiando nuestras vidas con doctrina digital. Instagram, TikTok, Snapchat, Twitter, Facebook, Twitch, etc. ¡Todo está ahí y sucediendo ahora mismo! Todos están en el ajo, intentando seguir las últimas tendencias. Tablets y smartphones son ‘de rigueur’, así que con toda esta tecnología brillante, ¿las cosas deben ser mucho mejores?
El otro día, mientras navegaba entre las delicias de una tienda de ropa, una niña pequeña chocó contra mi pierna. No tendría más de tres años, tierna como un botón y totalmente ajena a todo, completamente absorta en su teléfono móvil. Bueno, ¡en realidad era el teléfono de papá! Observé fascinado cómo sus diminutos dedos se deslizaban con confianza por la pantalla táctil, buscando ansiosamente algo que claramente se le escapaba.
—No tiene cobertura —bromeó el padre. Bueno, ¡al menos esperé que fuese una broma! Seguro que no intentaba navegar por Internet, descargar una película de Netflix o darse un capricho de terapia de compras. Supuse que solo quería jugar, ya que hoy en día los padres usan móviles y tablets para mantener a sus hijos ocupados y controlados. Se acabaron los tiempos en los que mamá cargaba el cochecito con bloques, juguetes, muñecas, libros para colorear, coches y unicornios de plástico. ¡Salir con un niño era como si Toys “R” Us se embarcase en una gira mundial!
Hoy en día, todo lo que un padre necesita para un poco de paz y quietud es un móvil o una tablet. ¡Boom! Lo único que los niños parecen demandar es una pantalla llena de movimiento y color, que ofrezca una reacción digital cada vez que sus deditos tocan un ícono. Su comprensión de los dispositivos móviles es increíble para su tierna edad. Hace poco me quedé embobado viendo a una madre joven que le dio a su hija una revista para jugar mientras ella se entretenía con una sesión de Instagram. La niña estaba visiblemente frustrada al deslizar los dedos por la portada de Vogue sin que pasase nada. Intentó el gesto de ampliar con el pulgar y el índice, pero la revista no reaccionó. Presionó la imagen colorida, pero la modelo icónica de la portada permanecía estática. Aburrida con ese artefacto inútil, la niña lanzó la revista al otro lado de la cafetería, ¡algo que nunca verías pasar con un smartphone o una tablet!
Da que pensar que esta niña, aunque incapaz de manejar las complejidades de una simple revista, probablemente podría reservar un vuelo online a cualquier parte del mundo con el iPhone de su madre. ¡Solo digo!
En la cruda realidad, los niños saben muchísimo más de tecnología que muchos adultos, viviendo vidas secretas en línea, con sus propios códigos lingüísticos diseñados para despistar a los mayores.
¡Pero que no me malinterpretéis! Hay muchos aspectos positivos en la tecnología que domina nuestro día a día. Tenemos móviles que nos avisan, informan, organizan agendas, dan direcciones, nos despiertan, gestionan bancos online, reproducen música, muestran literatura, guardan fotos, etc. ¡Es genial! Ponle a un niño una caricatura en la tablet y estará callado durante horas, algo que ningún juego de “veo veo” lograría en un viaje largo en coche.
Ahora puedes ver películas 24/7 sin salir de casa, aunque antes había algo emocionante en ir al cine local, especialmente los viernes por la noche. Te arreglabas y salías a la ciudad para un doble feature. También podías sentarte en la última fila, achuchándote con tu cita durante horas. Lamentablemente, esa magia del cine se ha perdido. Hoy, cada miembro de la familia suele estar en una habitación distinta viendo algo diferente, incluida tu pareja.
Abrazo sin dudas la tecnología moderna, pero a veces me preocupa la velocidad del cambio. Es emocionante vivir en un mundo donde todo es posible con solo pulsar el botón correcto. Pero ¡que Dios nos pille confesados cuando todo falle!
Hace poco me mudé, lo que implicó configurar un sistema tecnológico doméstico antes sólido y fiable, del que no era del todo consiente que dependiese tanto, con todo compatible y conectado. ¡Debería haber sido una transición sencilla! Pues no. Aunque seguro que al final todo funcionará y volverá a la normalidad. Quizá solo necesite un niño de siete años que entienda esto mejor que yo. Los niños son sin duda el motor de nuestro futuro brillante.
«Los frikis heredarán la Tierra.» Una vez vi esa frase en una camiseta y me hizo reír. ¡Poco sabía yo cuánta verdad encerraba ese tópico!
