En el municipio de Ibi, el 28 de diciembre viene marcado por una de las festividades más anárquicas y divertidas de la región: Els Enfarinats.
Para quienes visitan España, la temporada navideña puede estar llena de sorpresas. Entre la Navidad y el Año Nuevo, las conmemoraciones religiosas ancestrales se fusionan sin esfuerzo con la sátira lúdica, los bulliciosos festejos callejeros y rituales que, a primera vista, podrían resultar desconcertantes. No obstante, estas costumbres, algunas centenarias y otras nacidas de la necesidad o el humor, constituyen una parte esencial del entramado cultural español.
Fuego y Folclore en Xixona
En Xixona, conocida sobre todo por su turrón, las tradiciones navideñas adoptan una forma más elemental. Una de las más llamativas es “roar les aixames” o hacer girar las aixames, que se practica en Nochebuena y Nochevieja.
Al caer la noche, los niños se congregan en la plaza principal de la Avenida de la Constitución portando antorchas hechas de esparto. Los padres las encienden y los niños las hacen girar en amplios círculos, poniendo a prueba su valor y coordinación mientras vuelan las chispas.
Aunque hoy es principalmente un ritual lúdico, la costumbre se remonta a una época en que los niños recorrían el pueblo de noche visitando a familiares y amigos para celebrar el nacimiento de Cristo. A cambio, recibían la esgarrinxada —obsequios de turrón, nueces, higos y otros dulces. Las antorchas iluminaban su camino por las oscuras calles mientras entonaban una copla tradicional:
“Les aixames dels Matins,
si no tiren nous, que tiren figues.”
Un Día para Bromas con un Origen Trágico
Una de las fechas más curiosas del calendario español es el 28 de diciembre, conocido como el Día de los Santos Inocentes. Su origen se halla en un trágico suceso bíblico: la matanza de los niños de Belén ordenada por el rey Herodes. Sin embargo, con el tiempo, el día ha adquirido un tono muy distinto.
Hoy es el equivalente español al April Fools’ Day, donde las inocentadas, bromas y engaños inocuos están ampliamente aceptados. Los periódicos publican noticias falsas, los amigos se gastan bromas y se advierte a los despistados que estén alerta. Pero en un pueblo valenciano, la tradición va mucho más allá de las simples travesuras.
Ibi y el Imperio de la Harina
En el pueblo de Ibi, el 28 de diciembre viene marcado por una de las festividades más anárquicas y divertidas de la región: Els Enfarinats. Mucho antes del amanecer, un grupo de vecinos toma simbólicamente el poder, formando un gobierno paródico que controla la localidad durante todo el día.
Vestidos con atuendos excéntricos y armados con sacos de harina, huevos y verduras, los Enfarinats se autoproclaman alcalde, concejales y funcionarios. Su misión es parodiar a la autoridad, revolviendo el pueblo con leyes absurdas diseñadas para ser incumplidas.
Prohibido caminar al sol —o a la sombra. Prohibido fumar. Prohibido beber. Prohibido usar la acera o la calzada. Quien sea sorprendido infringiendo estas normas sin sentido se enfrenta a multas ficticias y a una andanada de harina. La "oposición" —que representa al ayuntamiento real— es el blanco principal, ridiculizada públicamente por promesas incumplidas.
Al final del día, las calles quedan blancas por la harina y la risa. Es un caos ruidoso y deliberadamente ridículo, pero bajo el espectáculo subyace una tradición de sátira social que permite a la comunidad mofarse del poder y la burocracia, aunque solo sea por unas horas.
Una Cabalgata Sagrada a Través del Tiempo en Elche
Mientras Ibi abraza el desorden, Elche observa el 28 de diciembre con solemnidad y reverencia, conmemorando una leyenda que yace en el corazón de su identidad.
Según la tradición, a finales del siglo XIV un vigilante costero llamado Francesc Cantó encontró un pequeño bote varado en las arenas de la playa de Tamarit, cerca de Santa Pola. Dentro de un arca yacía una imagen de la Virgen María. Reconociendo la importancia de su hallazgo, Cantó montó en su caballo y cabalgó a toda velocidad hacia Elche para alertar a las autoridades.
El suceso se recrea cada año en una ceremonia conocida como La Venida de la Mare de Déu de l’Assumpció. En la mañana del 28 de diciembre, un jinete repite la ruta de Cantó, galopando por las calles y proclamando la noticia. Cientos de personas le siguen, escoltando la imagen en su camino hacia el centro de la ciudad.
La celebración comienza temprano y atrae a peregrinos, residentes y visitantes por igual. Se cortan las carreteras, se congregan las multitudes y Elche retrocede brevemente a su pasado medieval. El evento sirve de preludio a las famosas fiestas de agosto de la ciudad y al Misteri d’Elx, reconocido por la UNESCO, que se representa en la Basílica de Santa María.
Doce Uvas y una Carrera Contra el Tiempo
A medida que diciembre llega a su fin, la atención se vuelve hacia la Nochevieja, una de las noches más esperadas del año. Familias y amigos se reúnen para largas cenas, los restaurantes ofrecen menús especiales y las plazas de las ciudades se llenan de juerguistas que aguardan la medianoche.
En el corazón de la celebración está el ritual de comer las doce uvas, una por cada campanada del reloj. Tragarlas a tiempo requiere concentración y rapidez, pero el éxito promete buena suerte para el año venidero.
La tradición en sí es relativamente moderna, originándose hace menos de un siglo cuando los viticultores españoles se enfrentaron a una cosecha excedentaria. Lo que comenzó como una ingeniosa solución de marketing se ha convertido en una costumbre inquebrantable. Muchos residentes británicos disfrutan de una doble celebración, marcando la medianoche con el reloj español y otra vez una hora después, según la hora del Reino Unido.
Tradiciones que Unen a la Comunidad
Desde calles cubiertas de harina hasta mensajeros al galope, desde el frenético consumo de uvas hasta el giro del fuego, estas costumbres festivas revelan la notable diversidad de la tradición española. Son momentos en que las comunidades se unen —para reír, para recordar, para desear suerte en el próximo año.
Tanto para recién llegados como para residentes de largo tiempo, comprender estas tradiciones ofrece una apreciación más profunda de España, donde la historia no se confina a libros o museos, sino que se vive, celebra y reinventa con alegría año tras año.
