La inmigración ha cobrado cada vez más relevancia en la política y sociedad española recientemente, generando afirmaciones de que los extranjeros están empeorando aún más el crónicamente mediocre mercado laboral del país. ¿Hay algo de cierto en esto o es solo un cliché?
Escenas desagradables en el pueblo murciano de Torre-Pacheco pusieron la inmigración en primer plano (y en portadas), con grupos extremistas de derecha llegando al lugar para ‘cazar’ inmigrantes tras el asalto a una anciana local por tres hombres de origen norteafricano.
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El partido de ultraderecha Vox está subiendo en las encuestas y podría jugar un papel en la coalición, ya sea formal o informal, en el próximo gobierno. El partido causó revuelo al insinuar que quería deportar a 8 millones de extranjeros, incluyendo migrantes de segunda generación nacidos en España.
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Gran parte de la retórica de Vox se centra en una supuesta criminalidad entre la población inmigrante, pero desde hace años la derecha argumenta que la alta inmigración reduce los salarios autóctonos y quita empleos a locales.
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Sin embargo, hay creciente evidencia para refutar muchos mitos del debate migratorio, especialmente la idea de que los inmigrantes en España les quitan empleos a los españoles y deprimen salarios.
Un estudio de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) publicado a finales del 2024 destaca que, en general, la inmigración no perjudica a los trabajadores locales ni a los servicios públicos, aunque con matices que se abordarán más adelante.
En “Algunas reflexiones sobre el fenómeno de la inmigración en España: percepción social versus efectos reales”, Raquel Carrasco, profesora de Economía en la Universidad Carlos III de Madrid, concluye que: “A pesar de la mayor visibilidad mediática y debate público, el análises sugiere que muchas preocupaciones sobre el impacto migratorio en empleo, salarios y servicios públicos están influenciadas por percepciones erróneas y desinformación… los datos muestran que, aunque la inmigración a aumentado significativamente en décadas recientes, sus efectos reales en el mercado laboral y otros aspectos sociales son menos alarmantes de lo percibido.”
La inmigración ha aumentado rápidamente: en 2015 había 4.4 millones de extranjeros en España, y en 2025 son 6.9 millones. Economistas señalan que, debido al cambio demográfico, España necesitará millones de migrantes para sostener el sistema de pensiones.
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Aún así, sectores de internet y la derecha española presentan a los migrantes en competencia directa con locales por empleos o abusando de ayudas sociales.
“Sus efectos reales en el mercado laboral y otros aspectos sociales son menos alarmantes de lo percibido”, escribe Carrasco. Encuestas recientes muestran que los españoles tienden a sobreestimar la proporción de inmigrantes en el país, su tasa de desempleo y los beneficios sociales que reciben.
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“No hay evidencia que respalde la idea de que la llegada de inmigrantes perjudica las oportunidades laborales de los autóctonos”, afirma Carrasco, citando un estudio con datos del Registro de Permisos de Trabajo y censos que indica que las oportunidades para locales “no se ven afectadas significativamente por la inmigración”.
La investigadora menciona otro análisis del 2016 que argumenta que “la inmigración puede mejorar la productividad laboral general y su efecto en los salarios de trabajadores nativos es, en gran medida, neutral”.
Sin embargo, la inmigración sí impacta en ciertos grupos, especialmente trabajadores poco cualificados. En esos casos, “hay efectos adversos más claros, principalmente en salarios y, en menor medida, en acceso a empleo”, según el informe.
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Esto sugiere un impacto más heterogéneo: sectores con mayor competencia entre nativos y extranjeros pueden sufrir más presión, pero dista de un efecto negativo generalizado en salarios y empleo. A menudo, el problema no son los migrantes sino empleadores españoles que pagan sueldos explotadores.
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En términos generales, para los trabajadores españoles el efecto tiende a diluirse o incluso revertirse gracias al aumento de productividad y especialización asociado a una fuerza laboral más diversa.
Otro estudio reciente, “Inmigración y mercado laboral: revisión y evidencia para España”, de Ismael Gálvez (Universidad de las Islas Baleares), afirma que el impacto migratorio en empleo y salarios es “pequeño o insignificante” y, al igual que Carrasco, solo ejerce presión a la baja en grupos que compiten directamente con inmigrantes, especialmente trabajadores menos cualificados.
Gálvez concluye que la inmigración en España “no ha provocado pérdidas masivas de empleo ni caídas generalizadas en salarios”. Lo que se observan son “impactos negativos en ciertos sectores, principalmente mano de obra no cualificada, aunque de magnitud límitada.”
También destaca aumentos en el empleo total y en el bienestar medio de los autóctonos tras períodos de inmigración masiva, ya que provee mano de obra en sectores con escasez y mejora la eficiencia del sistema productivo.
Además, contrariamente a narrativas de derechas, hay evidencia de que la inmigración contribuye al crecimiento del PIB per cápita.
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