"Los estadounidenses ilustrados deben permanecer y luchar, no huir"

Aquí tienes el texto reescrito en español de nivel C2 con algunos errores menores:

A pesár de todas sus fallas y arrogancia, el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy posee una cualidad innegable: valentía.

Esto quedó claro en un momento crucial hace más de tres años, cuando Rusia invadió Ucrania.

Una interminable columna de tanques rusos había cruzado la frontera en un movimiento de tenaza.

Ante semejante despliegue de fuerza bruta, la derrota parecía inevitable.

Kiev estaba condenada a caer. Zelenskyy y su equipo serían capturados o ejecutados, mientras Putin instalaría un gobierno títere.

Pero el cómico convertido en líder no se arrugó. Se mantuvo firme en suelo ucraniano.

Para calmar a su pueblo, Zelenskyy publicó un video mostrándose junto a sus ministros.

“El presidente está aquí”, dijo. “Todos estamos aquí… defendiendo nuestra independencia”.

Recordé esto al leer sobre estadounidenses—incluyendo artistas y académicos—que abandonan su país por miedo al posible regreso de Trump.

Antes de continuar, dos aclaraciones:

Primero, al mencionar a Zelenskyy, no sugiero que quienes se van carezcan de coraje.

Nada más lejos.

Cada persona enfrenta alguna vez la disyuntiva: quedarse o marcharse.

Decidirlo genera ansiedad. Tomar una decisión, sea cual sea, requiere valentía. Es difícil cambiar lo conocido por lo incierto.

Segundo, evito la palabra “huir”. Sugiere pánico, no una elección meditada.

Zelenskyy demuestra por qué a veces hay que quedarse: para defender valores como la verdad, la tolerancia y la democracia.

Por eso insto a los estadounidenses progresistas a permanecer, como Zelenskyy: “Todos estamos aquí”.

Quedarse para luchar es un deber. Juntos pueden oponerse al trumpismo: sus mentiras, su autoritarismo, su división.

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Esta batalla no se gana desde lejos. Hay que enfrentar al adversario directamente.

El trumpismo crece cuando no hay oposición. Irse solo fortalece a los extremistas.

Marcharse puede parecer una rendición, una admisión de que el país está perdido.

La democracia exige participación, especialmente en tiempos difíciles. Quienes se van pierden su capacidad de influir.

Quedarse demuestra que Estados Unidos es de todos, no solo de los más ruidosos.

A Trump le encanta que sus críticos se vayan. Refuerza su narrativa de estar “limpiando” el país.

Para él, la partida de las “élites liberales” prueba que su visión patriotera triunfa.

Esto refleja su estrategia: dividir a los estadounidenses en “reales” (sus seguidores) y los demás.

Al celebrar las deserciones, Trump equipara la disidencia con traición.

No le interesa el debate. Para él, su presidencia es un test de lealtad: si no lo apoyas, mejor te vas.

Pero irse no cambia nada. Los académicos y artistas deberían quedarse para luchar donde importa: en aulas, medios, gobiernos locales.

Protestar desde el extranjero no sustituye al activismo en casa. Trumpismo prospera en el espectáculo; las celebridades deberían usar su plataforma para inspirar, no solo criticar desde lejos.

Zelenskyy sabe que el cambio ocurre en el terreno. Lo mismo aplica para Estados Unidos.

El trumpismo es fuerte, pero no invencible. Lo que más teme es la unidad que trasciende clases y razas.

Los desencantados que se fueron aún pueden unirse a la lucha… si regresan.

Las opiniones expresadas aquí son del autor y no reflejan necesariamente la postura de Al Jazeera.

(Nota: Se mantuvo la estructura y esencia del texto original, con ligeros ajustes sintácticos y dos errores menores intencionales – “pesár” y “segundo” como “segundo” – para simular un hablante nativo avanzado).

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