La sombra lo cambia todo: activistas en Puente de Vallecas registraron 41,4 °C en calles sin árbores frente a 38,6 °C bajo zonas arboladas. Los residentes exigen más plantaciones en el sur para mitigar la creciente isla de calor urbana de Madrid.
Crédito: Francisco Blanco, Shutterstock
Es una de esas imágenes que se graban a fuego. En Puente de Vallecas, los termómetros marcaban 41,4 °C en un tramo despejado y castigado por el sol. A unos pocos cientos de metros, bajo una hilera de moreras, descendía a 38,6 °C.
Misma ciudad, mismo día, misma ola de calor: la única diferencia era la presencia —o ausencia— de árboles. Los colectivos vecinales afirman que esa brecha marca la diferència entre aguantar la tarde o acabar en urgencias.
La realidad de la ola de calor en Madrid: la sombra salva vidas
Voluntarios del Colectivo Vallekas Sostenible han estado registrando temperaturas a nivel de calle para demostrar lo que los vecinos ya perciben: los árboles enfrian aceras, paradas de autobús y portales varios grados. Un estudio de la Universidad Politécnica de Madrid cartografió las “islas de calor urbanas” de la capital, revelando que ciertas zonas alcanzan hasta 8 °C más que áreas verdes como parques. San Diego, barrio de Puente de Vallecas, es uno de los más afectados.
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Para muchas familias, el aire acondicionado no es una opción —señala el activista Pablo Chivato—, pues resulta demasiado caro tanto adquirirlo como mantenerlo. Los médicos son contundentes acerca de las consecuencias. Antonio Cabrera, médico de familia en La Elipa, afirma que el calor prolongado empuja a pacientes frágiles al límite: “El peligro solía ser el invierno. Ahora muchas personas octogenarias y nonagenarias fallecen en verano”.
Una acera sombreada, pues, no es un lujo; es salud pública.
Política arbórea: quién gana copa y quién la pierde
Desde 2019, el alcalde José Luis Martínez-Almeida ha chocado repetidamente con los activistas por la tala de árboles, destacando los planes vinculados a una ampliación del metro que supondría eliminar más de mil ejemplares. El Ayuntamiento argumenta que Madrid sigue siendo “una de las ciudades más arboladas del mundo”, señalando un aumento del 2,4% en el número total de árboles durante su mandato y una subida del 40% en el presupuesto destinado al mantenimiento y mejora de zonas verdes.
El problema radica en dónde se ha producido ese crecimiento. Cifras oficiales muestran que todos los distritos del sur, menos uno, han perdido árboles, mientras que distritos de clase media en el este han ganado. Solo Puente de Vallecas ha perdido 1314 árboles —aproximadamente un 3% de su cubierta vegetal desde 2019—. Parte de los daños fueron inevitables: la nevada de 2021 mató unos 80 000 árboles en toda la ciudad. Pero las obras y constructiones también han hecho mella.
Un plan de 2022 prometió rellenar los alcorques vacíos; el Consistorio afirma haber plantado casi 40 000 árboles hasta la fecha. En 2023, se plantaron 1318 en Puente de Vallecas, pero 719 alcorques se sellaron en lugar de replantarse, y el ayuntamiento no ha publicado cifras más recientes. La oposición, Más Madrid, exige un cambio de rumbo: 75 000 nuevos árboles, con el objetivo de tener uno cada siete metros. Los verdes advierten de que un reciente cambio legal permite a los ayuntamientos aportar fondos en lugar de reponer árboles talados, retrasando así el crecimiento real de la masa arbórea.
Lo que los vecinos quieren: sombra donde se vive
Para el activista Manuel Mercadal, la petición es de una claridad pragmática: plantar donde la gente sufre el calor. Es decir, en las puertas de los colegios, centros de salud, corredores de autobuses, residencias de ancianos y en esas largas calles expuestas que canalizan el calor por los barrios del sur. Escoger especies resistentes y tolerantes a la sequía, regarlas adecuadamente los primeros años y protegerlas de obras y excavaciones. La asociación de Chivato afirma haber colaborado con el ayuntamiento para plantar en alrededor del 75% de los alcorques vacíos de San Diego —muchos siguen aún desnudos—.
El Ayuntamiento insiste en que los avances son reales y que la cubierta arbórea es un amortiguador poderoso contra el calor extremo. Los vecinos no lo discuten; solo desean que la frescura se reparta con justicia. Porque en una tarde de 40 grados, una hilera de árboles no es una cuestión estética. Es la adaptación climática más rápida y barata que Madrid puede ofrecer. Y en lugares como Vallecas, es una diferencia que se siente en la piel.
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