Los viajeros británicos podrían enfrentar graves trastornos en algunos de los aeropuertos más concurridos de Europa cuando el Sistema de Entrada/Salida (EES) de la Unión Europea, largamente aplazado, finalmente entre en vigor.
Este sistema requerirá que todos los visitantes no comunitarios y no pertenecientes al espacio Schengen –incluyendo a los titulares de pasaporte del Reino Unido– proporcione huellas dactilares y un escaneo facial la primera vez que crucen hacia el Espacio Schengen.
Después de eso, solo será necesario un único chequeo biométrico, típicamente un escaneo facial.
El EES comenzará una implementación gradual escalonada a partir del 12 de octubre, dependiendo de la preparación de cada aeropuerto, lo que significa que la cobertura podría ser irregular al principio.
LEE MÁS: Ryanair se retira de dos aeropuertos y retira un millón de plazas por disputa fiscal en España
No obstante, se espera que todos los aeropuertos de la UE lo estén operando para el 10 de abril.
Aeropuertos en toda España y el resto de Europa –y también la frontera terrestre con Gibraltar– ya han instalado filas de quioscos, actualmente cubiertos, listos para tomar los datos biométricos de aviones llenos de pasajeros.
Los planificadores de la UE esperan que los británicos que vuelen para un fin de semana puedan bajarse del avión y pasar por las máquinas con retrasos mínimos. Pero los expertos en viajes advierten que la realidad podría ser muy distinta.
“Casi todos los aeropuertos funcionan bien cuando todo opera con normalidad”, declaró el analista de aviación Oliver Ranson al Podcast de Viajes Independientes de Simon Calder.
LEE MÁS: Caos viajero en España: Decenas de vuelos cancelados por fuertes lluvias en Cataluña y Baleares
“Pero cuando se introducen sistemas nuevos, pequeños fallos pueden colapsar el proceso de llegadas muy rápidamente.”
Si se forman cuellos de botella en las salas de llegadas, los aeropuertos podrían verse forzados a retener pasajeros en los aviones, o incluso a desviar vuelos si las colas sobrepasan la capacidad.
Los modelos de Ranson señalan al sur y este de Europa como especialmente expuestos a una alta afluencia de pasajeros no Schengen, con Atenas y Bucarest encabezando la lista.
El Milan Malpensa y Roma Fiumicino en Italia, junto con Viena y Budapest, también destacan, mientras que los hubs del norte tampoco son inmunes.
El Amsterdam Schiphol, Berlín, Copenhague y Praga enfrentan el mismo problema de pasajeros de terceros países que puede convertirse rápidamente en una avalancha si los nuevos controles biométricos fallan.
España no figura entre los diez primeros, pero aeropuertos como Málaga, Alicante y Palma de Mallorca –con su alto volumen de vuelos vacacionales británicos– observan la implementación muy de cerca.
Cada uno maneja millones de llegadas no comunitarias cada verano, siendo los pasajeros británicos la mayor parte.
Mientras que el Madrid Barajas y el Barcelona El Prat están diseñados para absorber grandes oleadas de llegadas internacionales, los aeropuertos turísticos regionales enfrentan un riesgo diferente.
El Gobierno insiste en que habrá suficientes quioscos y personal. Pero los sindicatos ya han advertido que el personal adicional no ha sido completamente formado, lo que genera temores de largas demoras en horas punta.
Cabe destacar que dos aeropuertos con un volumen enorme de vuelos británicos –el Paris Charles de Gaulle y Faro en Portugal– no se consideran especialmente vulnerables.
Ambos reciben grandes multitudes no Schengen, pero en oleadas concentradas. Sus salas de llegadas están construidas para manejar súbitos aumentos, haciéndolos menos propensos al colapso que aeropuertos como Atenas o Bucarest.
Los turistas británicos deberían esperar retrasos, especialmente en fines de semana punta en los aeropuertos más populares de España después del 12 de octubre.
Las autoridades esperan que el sistema se asiente rápidamente, pero como advierte Ranson: “Solo se necesita un pequeño fallo para que las cosas se compliquen mucho, muy rápidamente.”
Haga clic aquí para leer más Noticias de Viajes de The Olive Press.
