España se ha convertido en uno de los lugares más económicos de Europa en términos de electricidad, gracias al auge de la energía solar y eólica que ha roto su dependencia del gas.
En el primer semestre de 2025, los precios mayoristas de la electricidad fueron un 32% inferiores al promedio de la UE y al menos un 30% más bajos que en Alemania, Italia y el Reino Unido, cuya industria se ha visto afectada como consecuencia.
Esta drástica reducción supone un cambio radical respecto a hace solo una década, cuando España tenía algunas de las facturas más elevadas del continente.
Según un nuevo informe, este avance ha sido impulsado casi en su totalidad por la inversión de España en energías renovables, y refuta la sugerencia de que fue dicha dependencia la causante del famoso apagón nacional del pasado abril.
El análisis, publicado por el grupo de reflexión energético Ember con sede en Londres, muestra que el rápido crecimiento de las renovables ha reducido la volátil influencia del gas y el carbón en los precios.
Desde 2019, España ha duplicado su capacidad solar y eólica, añadiendo más de 40 gigavatios. Las energías renovables cubren ahora casi la mitad de la demanda eléctrica del país, en comparación con poco más de una cuarta parte hace seis años.
Este cambio ha alterado el funcionamiento del mercado. En 2019, los combustibles fósiles establecían el precio horario de la electricidad en tres de cada cuatro horas.
Este año, esa cifra se ha reducido a menos de una de cada cinco. El resultado es que los precios de la electricidad en España ya no están ligados al coste del gas, a diferencia de lo que ocurre en el norte de Europa, donde las facturas aún siguen los costes de los combustibles fósiles.
La diferencia es evidente en los datos. Un gráfico publicado con el informe muestra cómo los precios mayoristas de España se sitúan muy por debajo del coste de producción de energía a partir de gas, mientras que en Alemania, Italia, Países Bajos y el Reino Unido ambos permanecen estrechamente vinculados.
Los beneficios son tanto económicos como medioambientales. España ha ahorrado un estimado de 13.500 millones de euros en importaciones de gas evitadas desde 2020, casi cinco veces más de lo que invirtió en su red de transmisión durante el mismo período.
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El Banco de España también ha calculado que los precios de la electricidad habrían sido un 40% más altos el año pasado si la generación renovable se hubiese mantenido en los niveles de 2019.
Agosto de 2025 marcó el primer mes en la historia de España sin una sola central de carbón en funcionamiento. Solo diez años antes, el carbón aún suponía una cuarta parte del mix energético.
El gas, por su parte, ahora suministra solo una quinta parte de la electricidad de España, en comparación con más del 40% en Alemania e Italia.
Pero el informe también advierte que la transición es frágil. El 28 de abril, un apagón generalizado dejó sin suministro a amplias zonas del país.
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Los detractores se apresuraron a culpar a las renovables, argumentando que la eólica y la solar habían desestabilizado la red. El análisis de Ember afirma lo contrario.
El problema no fue un exceso de energía limpia, sino una insuficiente inversión en la infraestructura necesaria para gestionarla.
Desde el apagón, el operador de la red se ha visto obligado a depender más de las centrales de gas para mantener estable el sistema.
Los costes se han disparado como consecuencia. Los servicios de red, que representaban solo el 14% de las facturas finales antes del apagón, supusieron el 57% en mayo.
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Al mismo tiempo, la cortadura —cuando las plantas renovables se ven forzadas a detenerse para evitar sobrecargas— se ha triplicado, pasando de menos del 2% de la generación a más del 7% en los meses posteriores.
«España ha roto el nexo ruinoso entre los precios de la electricidad y los volátiles combustibles fósiles, algo que sus vecinos europeos anhelan hacer», afirmó el analista de Ember, el Dr. Chris Rosslowe.
«Pero España riesgo de recaer en una costosa dependencia del gas debido a los temores posteriores al apagón. Reforzar las redes y las baterías ayudará a España a liberarse de la dependencia fósil para siempre.»
El informe subraya las debilidades de España. A pesar de ser el cuarto mayor mercado eléctrico de Europa, el país solo cuenta con la decimotercera mayor flota de almacenamiento en baterías, con 120 megavatios instalados.
La inversión en la mejora de la red también se ha quedado muy rezagada.
Entre 2019 y 2024, España gastó 30 céntimos en redes por cada euro invertido en renovables, en comparación con el promedio europeo de 70 céntimos.
Por el contrario, el Reino Unido, que tiene una menor cuota de energía renovable, ya opera al menos una docena de compensadores síncronos, dispositivos que ayudan a estabilizar la red sin quemar gas.
España no tiene ninguno.
El gobierno ha comenzado a actuar.
En los meses transcurridos desde el apagón, ha aprobado 750 millones de euros para instalar ocho compensadores síncronos, una medida que se espera ahorre 200 millones de euros anuales.
Actualmente se está desarrollando un nuevo paquete de proyectos de baterías, con 2,6 gigavatios anunciados y 340 megavatios ya permitidos, lo que situaría a España entre los cinco primeros de Europa una vez construidos.
El Banco Europeo de Inversiones también ha respaldado un importante nuevo interconector con Francia a través del Golfo de Vizcaya.
España también está consultando sobre un nuevo “mecanismo de capacidad”, una herramienta política utilizada normalmente para subvencionar plantas de combustibles fósiles.
A diferencia de otros países, planea limitar el apoyo al gas y dirigir los fondos hacia alternativas limpias.
La magnitud del cambio ha sido sorprendente. En 2019, España tenía el mayor nivel de influencia fósil en sus precios eléctricos entre los principales países dependientes del gas.
En 2025, tiene el más bajo. Otros estados europeos han experimentado solo un progreso modesto, y el gas aún establece los precios en alrededor de dos tercios de las horas en Alemania e Italia.
Para los hogares en España, incluidos los de cientos de miles de residentes extranjeros y jubilados, el efecto inmediato ha sido un alivio ante las facturas disparadas.
Mientras que el Reino Unido, Alemania e Italia siguen expuestos a los volátiles mercados de combustibles fósiles, España disfruta ahora de una de las electricidades más baratas de Europa.
Pero el apagón de abril fue un recordatorio de que el éxito no está garantizado.
El informe sostiene que España es ahora un caso de prueba para Europa. Si puede completar la transición modernizando su red y almacenamiento, el país podría consolidar tanto facturas más bajas como una mayor seguridad energética de forma permanente.
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