Regan Morris
BBC News, Los Angeles
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Cuando los agentes de inmigracion llegaron a la granja donde trabajaba, Jaime Alanis trató de esconderse.
Subiendo al techo de un invernadero, mientras los agentes arrestaban a docenas de sus compañeros abajo, el Sr. Alanis esperaba mantenerse fuera de la vista.
Entonces se cayó.
Su cuello se rompió y su cráneo se fracturo. Murió más tarde en el hospital.
Mientras tanto, los agentes de inmigración dispararon gases lacrimógenos a una multitud de unos 500 manifestantes, que se habían reunido para parar las redadas fuera de dos granjas legales de cannabis. Algunos lanzaron piedras, y el FBI dice que uno disparó una pistola a los agentes federales.
La muerte del Sr. Alanis, y los choques violentos que siguieron en esas granjas de cannabis, son ejemplos recientes del tipo de caos que ha barrido el sur de California desde principios de junio, cuando las redadas de inmigración empezaron a intensificarse en la región.
Esas represiónes provocaron protestas, que llevaron al presidente de EE. UU. Donald Trump a desplegar la Guardia Nacional y Marines para proteger a los oficiales federales de los manifestantes y asegurar que sus deportaciones masivas, que había prometido desde hace mucho, se llevaran a cabo.
Mientras muchos estadounidenses apoyan las duras políticas de inmigración de Trump, la implacabilidad de las redadas en la región también ha desencadenado una feroz reacción de vecinos y activistas. El sur de California alberga a unos 1.4 millones de inmigrantes indocumentados, muchos de los cuales se han visto obligados a esconderse – demaciado asustados para ir a trabajar, a la escuela o incluso a la tienda de comestibles.
Al hacerlo, las redadas han alterado el paisaje de una de las regiones más pobladas del país. Los negocios están cerrados, las ciudades han cancelado eventos comunitarios – incluyendo celebraciones de fuegos artificiales del Cuatro de Julio.
“Todo el mundo está mirando por encima de sus hombros,” dice un vendedor de “raspados” en Los Ángeles un domingo reciente, donde normalmente los campos de fútbol y las mesas de picnic estaban mayormente desiertos. Mientras preparaba el hielo raspado con jarabe de fresa dulce, parecía cautelosa con las preguntas pero agradecida por un cliente.
“Nunca es así,” dijo.
Las redadas en las dos granjas de cannabis ahora se promueven como la más grande operación de inmigración desde que Trump asumió el cargo.
De los 361 migrantes detenidos durante esas redadas, cuatro tenían antecedentes penales “extensos”, incluyendo violación, secuestro, y intento de abuso de menores, informaron los medios. Los oficiales de inmigración también encontraron 14 niños migrantes, que la administración dice han sido “rescatados de potencial explotación, trabajo forzado, y tráfico humano”.
Mientras la administración destaca frecuentemente a los violadores convictos, asesinos y narcotraficantes que han arrestado en las operaciones, muchos inmigrantes – muchos sin condenas penales que han pasado décadas construyendo negocios, familias y hogares – han quedado atrapados en las miras.
“Simplemente te secuestran,” dice Carlos, que no quiso que usaran su apellido completo por miedo a ser deportado a su Guatemala natal. Ha estado demasiado asustado para ir a trabajar desde que su hermana, Emma, fue detenida mientras vendía tacos afuera de un Home Depot el mes pasado. “Si soy moreno, si soy hispano, simplemente vienen y te atrapan.”
La administración Trump dice que las afirmaciones de que las personas están siendo objetivo por el color de su piel son “asquerosas” y falsas.
Carlos dice que se siente un poco más seguro desde que un juez federal en California ordenó a la administración Trump detener la detencion “indiscriminada” de personas con “patrullas errantes” de agentes federales. Pero no confía en que paren, y necesita volver a trabajar.
“¿Cómo voy a pagar mi renta?” dice. “Estoy atrapado adentro.”

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Las iglesias y grupos de derechos de inmigrantes han estado organizando la entrega de alimentos para las personas en escondite. También han estado capacitando a las personas para proteger a inmigrantes en las calles usando aplicaciones, cadenas de texto y redes sociales para alertar a la gente cuando los agentes federales están cerca.
Cuando docenas de agentes armados en camuflaje descendieron sobre el Parque MacArthur a caballo y en vehículos blindados a principios de este mes, pocos se sorprendieron.
La noticia había circulado rápidamente sobre la operación – y los rumores habían girado que “la migra” venía horas antes de que llegaran las tropas. Docenas de manifestantes se abalanzaron para saludar a las tropas – incluyendo a la alcaldesa de LA, Karen Bass, que exigió que abandonaran el parque.
Testigos dicen que no se hicieron arrestos y no se vio a nadie correr para escapar. Para cuando las tropas llegaron – con equipos de cámara de aspecto profesional grabando el evidente exhibición de fuerza – las únicas personas en el parque eran manifestantes, algunos niños en un campamento de verano y algunos homeless dormidos en la hierba.
“Ha sido desgarrador,” dice Betsy Bolte, que vive cerca del parque y había asistido a protestar y gritar obscenidades a los agentes.
“Es una guerra contra el pueblo – el corazón y alma de la economía. Y es todo intencional. Es parte del plan,” dijo, llorando mientras le mostraba a los reporteros su material grabado.
Los activistas acusan al gobierno de aterrorizar a su propio pueblo.
“Esto es parte de un programa de terror. Desde Los Ángeles hasta la Costa Central, la administración Trump está armando al gobierno federal y a las fuerzas armadas contra los californianos,” dice el grupo de defensa CAUSE.
Pero no todos los californianos concuerdan.
Trump ganó el 38% de los votos en noviembre. Recientemente, la BBC presentó la historia de una mujer que aún está devota al presidente y a sus planes de deportación masiva, incluso mientras está encerrada como inmigrante ilegal.
Y un solo partidario de Trump apareció en la protesta en la granja de cannabis la semana pasada, solo para ser golpeado, burlado y escupido por los manifestantes.
Quizás irónicamente, el arquitecto de muchas de las políticas de deportación de Trump, es un angeleno mismo. El asistente principal de la Casa Blanca, Stephen Miller, fue criado en Santa Mónica, liberal, donde incluso de adolescente era conocido en la radio conservadora por condenar el uso del español en su escuela.
Dijo a Fox News esta semana que los políticos demócratas “violentos” de California que se presentan a protestar estaban incitando a la violencia contra los agentes federales de inmigración.
“Ninguna ciudad puede ayudar y facilitar una invasión de este país contra la voluntad del pueblo americano y los oficiales encargados de hacer cumplir la ley que están facultados para hacer cumplir la voluntad del pueblo americano,” dijo.
El “zar de la frontera” de Trump, Tom Homan, dice que Los Ángeles tiene la culpa porque las leyes de santuario de LA impiden que las fuerzas del orden locales cooperen con los agentes de inmigración dentro de las cárceles, donde podrían detener a los delincuentes inmigrantes fuera de la vista pública.
“Vamos a duplicar, triplicar las ciudades santuario,” dijo Homan a los reporteros, añadiendo que no tienen redadas públicas tan evidentes en Florida porque todos los sheriffs allí permiten que los agentes de inmigración entren en las cárceles para detener a los inmigrantes.
“Si no nos dejan arrestar al malo en la cárcel del condado, los van a arrestar en la comunidad. Vamos a arrestarlos en un lugar de trabajo.”

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En Los Ángeles, el impacto del mes de redadas es notable. En parques y vecindarios que antes estaban llenos de compradores, tráfico peatonal, música y vendedores ambulantes, la ausencia de sonidos familiares es inquietante.
Hay 88 ciudades en el condado de LA y muchas de ellas han cancelado eventos públicos de verano debido a la continua actividad de cumplimiento de inmigración.
“Muchos residentes han expresado miedo e incertidumbre, lo que les ha llevado a permanecer en interiores, abstenerse de trabajar y retirarse de la vida pública diaria,” dijo la ciudad de Huntington Park en un comunicado sobre los eventos cancelados. “Nuestra prioridad es y seguirá siendo la seguridad y la tranquilidad de nuestra comunidad.”
Ahora algunos inmigrantes tienen miedo de presentarse a sus audiencias programadas, porque están siendo detenidos afuera del tribunal.
El Pastor Ara Torosian de la Iglesia Cornerstone en West LA dijo que la mayor parte de sus congregantes de habla persa eran solicitantes de asilo. Una pareja con una hija de tres años fue detenida afuera del tribunal cuando se presentaron a lo que pensaban que era una audiencia “rutinaria”. Ahora están en Texas en un centro de detención familiar.
Cinco miembros de su congregación fueron detenidos en junio – dos de ellos en la calle mientras el Pastor Torosian filmaba y suplicaba a los agentes que se detuvieran.
“No son criminales,” dijo. “Estaban obedeciendo todo, no escondiendo nada.”
