Las carreteras de Alemania se agrietan por el calor extremo

Un tramo silencioso de la autopista, diseñado para velocidad — pero vulnerable a los extremos del verano. Crédito: Voicu Oara desde Pexels via Canva.com

Julio de 2025, afueras de Hesse — no se derretía, se resquebrajaba con un estruendo que resonaba. Un tramo de la autopista se combó y partió. Conductores viraron bruscamente. Equipos de reparación se movilizaron. Bloques de hormigón se alzaron por la expansión del calor, resquebrajando la famosa red eficiente de autopistas alemanas. Los equipos de reparación fueron enviados y el tráfico colapsó. Se impusieron límites de velocidad, algo raro en vías diseñadas para alto rendimiento. Para conductores en ruta hacia las vacaciones de verano, fue un retraso costoso.

Alemania ha enfrentado veranos antes, pero el daño que ahora aparece en sus carreteras —infraestructura diseñada para un pasado más fresco— revela sus límites en un presente más cálido. ¿Cómo rompe físicamente este calor extremo las carreteras en Alemania? ¿Por qué estos fallos son más frecuentes y cómo afectan a los sistemas más críticos de Europa?

Cuando el calor rompe el hormigón

¿Por qué se deforman las carreteras? El calor, claro, pero también cómo reaccionan los materiales. El hormigón y el asfalto se expanden al calentarse, especialmente en superficies grandes y planas como autopistas.

En tramos largos y planos, la presión se acumula en puntos de expansión, sobre todo donde el material ya está desgastado o mal ventilado. Esa presión busca salida, y en largas extensiones suele concentrarse en juntas o zonas débiles. Si la superficie ya está deteriorada, es receta para la ruptura. Esto ocurre durante olas de calor prolongadas, generalmente cuando las temperaturas superan los 50°C.

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En partes de Alemania ese julio, el aire llegó a 39°C y el asfalto irradiaba más calor, convirtiendo grietas en cráteres. Muchas vías se construyeron para temperaturas mucho más bajas; sus juntas, espaciados y materiales no fueron diseñados para semanas cercanas a los 40°C, ni menos para las olas de calor consecutivas que ahora Europa enfrenta casi cada verano.

Un patrón en las carreteras alemanas

Los ingenieros ya lo han visto. En 2019, una ola de calor provocó fisuras similares en autopistas de Sajonia-Anhalt. En 2023, vías férreas y carreteras del sur de Alemania cedieron bajo récords históricos.

Lo distinto en 2025 es la frecuencia e intensidad: temperaturas antes consideradas extremas llegan antes, duran más y se repiten. Según el Servicio Meteorológico Alemán, el país se calienta casi al doble del promedio global, y los códigos urbanísticos no han podido seguirle el ritmo.

El Ministerio de Transporte estima que los daños por calor en carreteras y puentes costaron más de 300 millones de euros entre 2018 y 2023. Se espera que la cifra aumente en 2025.

Este verano, se impusieron límites de velocidad temporales en la Autobahn, algo contrario a la identidad alemana. Estas vías son famosas por su velocidad ilimitada; reducirla no es solo precaución, sino una señal de que el clima ahora dicta la carrera.

Reparar, resistir, repensar

Las autopistas alemanas no se diseñaron para 39°C, como la mayoría en Europa. Reparaciones de emergencia no resolverán el problema; los límites de velocidad ayudan, pero son parches.

Se necesita inversión a largo plazo que vea las carreteras no como activos fijos, sino como sistemas que deben sobrevivir en un planeta más volátil.

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