La esclerosis múltiple (EM) es una afección crónica y progresiva que afecta el sistema nervioso central, especialmente el cerebro y la médula espinal. Los científicos no están completamente seguros de qué desencadena esta respuesta, pero tanto factores genéticos como ambientales parecen jugar un papel.1 Un hallazgo consistente es la relación entre niveles bajos de vitamina D y un mayor riesgo de desarrollar EM.2
El interés en la vitamina D ha aumentado, no solo por su papel en la regulación inmunológica, sino también por su capacidad para proteger directamente las células nerviosas. Estudios anteriores que probaron suplementos de vitamina D en pacientes con EM no mostraron beneficios consistentes, a menudo debido a tamaños de muestra pequeños, períodos de seguimiento cortos o pacientes que ya tomaban otros medicamentos.
Para abordar estas brechas, investigadores de Francia llevaron a cabo un ensayo clínico aleatorizado para averiguar si dosis altas de vitamina D solas podrían ralentizar el desarrollo temprano de la EM. Fue el primer estudio en mostrar que la suplementación dirigida en esta etapa retrasa la transición de los primeros signos de advertencia a la enfermedad en toda regla.3
Entender la Esclerosis Múltiple
La EM se considera una afección autoinmune, lo que significa que el sistema inmunológico ataca los propios tejidos del cuerpo en lugar de protegerlos. El objetivo principal de este ataque es la mielina, una sustancia grasa que envuelve las fibras nerviosas y permite que las señales eléctricas viajen sin problemas desde el cerebro al resto del cuerpo.4
– La pérdida de mielina interrumpe la comunicación y deja daños duraderos: cuando la mielina está dañada, los nervios subyacentes quedan expuestos y vulnerables, lo que lleva a una interrupción en la comunicación entre el cerebro y los músculos, órganos u otros sistemas. Este proceso interrumpe la función normal y deja cicatrices, conocidas como lesiones, que se ven en las resonancias magnéticas.5
– Los síntomas varían ampliamente y dependen de dónde ocurra el daño nervioso: los síntomas de la EM varían ampliamente de una persona a otra dependiendo de dónde ocurra el daño en el sistema nervioso. Algunas personas experimentan entumecimiento, hormigueo o debilidad muscular, mientras que otras desarrollan problemas de visión, dificultades para caminar o problemas cognitivos como pérdida de memoria o confusión mental.6
– Las recaídas y remisiones a menudo definen la EM temprana: los síntomas a menudo aparecen en brotes, conocidos como recaídas, seguidos de períodos de recuperación, pero con el tiempo, el daño se vuelve más constante y más difícil de revertir. En etapas más avanzadas, la EM conduce a una discapacidad significativa, lo que hace que la detección y el tratamiento tempranos sean esenciales.7
– La EM temprana pasa desapercibida hasta que el daño ya está en marcha: otra característica de la EM es que a menudo comienza en silencio, con daños acumulándose en el sistema nervioso antes de que los síntomas sean perceptibles. Esta fase temprana a veces se llama síndrome clínicamente aislado (SCI), y puede ser la primera señal de que una persona está en camino de desarrollar EM.8 Alrededor del 85% de las personas con SCI eventualmente desarrollan EM.9
– Los tratamientos actuales suprimen la actividad inmunológica pero no reparan el daño: estos incluyen medicamentos modificadores de la enfermedad que suprimen o regulan la actividad inmunológica, lo que reduce la frecuencia de recaídas y ralentiza el desarrollo de nuevas lesiones.
Sin embargo, muchos de estos medicamentos tienen efectos secundarios graves, como un mayor riesgo de infecciones o daño hepático. Además, hacen poco para reparar el daño existente o proteger los nervios de futuras lesiones, lo que destaca la necesidad de terapias que vayan más allá de la supresión inmunológica.10,11
Nuevos conocimientos sobre el papel de la vitamina D contra la EM en etapas tempranas
Publicado en JAMA en marzo de 2025,12 el estudio destacado se centró en personas diagnosticadas con SCI. Dado que las lesiones ya se detectan en las resonancias magnéticas en esta etapa, el SCI ofrece una ventana de oportunidad crucial para intervenir y ralentizar la progresión de la enfermedad antes de que se convierta en EM en toda regla.
– Se utilizaron dosis muy altas de vitamina D: la mitad de los participantes recibieron 100,000 UI de vitamina D, específicamente colecalciferol o vitamina D3, cada dos semanas durante dos años, mientras que la otra mitad recibió un placebo en el mismo horario. Esta dosis es aproximadamente 20 veces más alta que la que encontrarías en un suplemento promedio de venta libre, administrada bajo estrecha supervisión médica para monitorear la seguridad y efectividad.
– La vitamina D redujo las recaídas y la actividad de la enfermedad en las resonancias magnéticas: el objetivo principal del estudio era ver si los participantes desarrollaban nuevos síntomas o signos de actividad de la enfermedad en las resonancias magnéticas durante el período de 24 meses. En el grupo de vitamina D, el 60.3% experimentó una recaída o nuevas lesiones en la resonancia magnética, en comparación con el 74.1% en el grupo de placebo.
– La vitamina D duplicó el tiempo antes de que apareciera una nueva actividad de la enfermedad: aún más revelador, aquellos que recibieron vitamina D pasaron un promedio de 432 días antes de mostrar actividad de la enfermedad. Mientras tanto, aquellos que recibieron placebo mostraron actividad después de solo 224 días, revelando una progresión de la enfermedad mucho más rápida.
– Las resonancias magnéticas muestran que la vitamina D redujo la inflamación y el daño nervioso: los resultados de las imágenes ofrecieron apoyo adicional para el impacto de la vitamina D en la ralentización de la progresión de la enfermedad. Solo el 46.2% de las personas en el grupo de vitamina D desarrollaron nuevas lesiones, en comparación con el 59.2% en el grupo de placebo.
Cuando se trataba de una actividad de enfermedad más agresiva, solo el 18.6% de los que recibieron vitamina D mostraron estos signos, en comparación con el 34% en el grupo de placebo. Estas diferencias muestran que la vitamina D no solo retrasó los síntomas, sino que también redujo la inflamación y el daño nervioso que se podía ver en las resonancias magnéticas.
– La vitamina D en dosis altas fue segura y bien tolerada: es importante destacar que el tratamiento fue seguro incluso a dosis altas. Aunque hubo más eventos adversos graves en el grupo de vitamina D en comparación con el grupo de placebo, ninguno de estos estuvo relacionado con el suplemento en sí. En otras palabras, los eventos no estuvieron relacionados con la vitamina D de dosis alta y probablemente se debieron a otras causas.
En general, el estudio ofrece evidencia sólida de que la intervención temprana con vitamina D de dosis alta ralentiza la transición de SCI a EM. Estos hallazgos son especialmente importantes para las personas que aún no califican para el tratamiento con medicamentos para la EM o que carecen de acceso a medicamentos costosos.
Cómo Ejerce la Vitamina D Acciones Neuroprotectoras
Un análisis de 2023 publicado en la revista Nutrients13 proporcionó más información sobre cómo la forma activa de la vitamina D, 1,25-dihidroxivitamina D3, interactúa con células cerebrales e inmunológicas específicas para reparar la mielina, reducir la inflamación y prevenir la muerte celular. Sus hallazgos sugieren que la vitamina D apoya la resistencia del sistema nervioso de maneras que van mucho más allá de sus efectos básicos de calmar el sistema inmunológico.
– La vitamina D estimula las células que reconstruyen la mielina: uno de los roles más importantes de la vitamina D en la EM es su capacidad para estimular el crecimiento de los oligodendrocitos, las células que producen mielina. En estudios de laboratorio y animales, la vitamina D aumentó el número de células madre neuronales y aumentó su conversión en células productoras de mielina.
En ratas con mielina dañada, el tratamiento con vitamina D3 aumentó el número de células progenitoras de oligodendrocitos en el sitio de la lesión y aumentó los niveles de proteínas clave de la mielina como MBP (proteína básica de la mielina) y PLP (proteína proteolipídica). Este efecto se observó en modelos de lesiones basadas en toxinas, así como en modelos autoinmunes similares a la EM, que se asemejan más al proceso de la enfermedad humana.
– Aumenta los neurotrofinas que impulsan la reparación cerebral y la supervivencia celular: las neurotrofinas son proteínas especializadas que ayudan a las células cerebrales a crecer, sobrevivir y repararse.
Se sabe que estas moléculas mejoran tanto la neurogénesis (formación de nuevas neuronas) como la oligodendrogénesis (formación de nuevas células de mielina). En esencia, la vitamina D crea un ambiente más favorable para la reparación al promover la producción de moléculas que sanan el tejido cerebral dañado.
– La vitamina D reprograma las microglías de destructores a sanadores: otro hallazgo clave involucra la influencia de la vitamina D en las microglías, las células inmunes que patrullan el cerebro. En la EM, las microglías a menudo cambian a un estado destructivo (llamado fenotipo M1) que libera señales inflamatorias y toxinas.
La vitamina D aleja a estas células de ese estado proinflamatorio y las dirige hacia uno sanador (el fenotipo M2), que ayuda a eliminar los desechos y apoya la regeneración. Los estudios mostraron que la vitamina D redujo los marcadores de inflamación como TNF-α e IL-6 mientras aumentaba las señales antiinflamatorias como IL-10 y TGF-β1, ambos de los cuales ayudan a proteger las células nerviosas y respaldar la remielinización.
– Calma los astrocitos y ayuda a proteger la barrera hematoencefálica: los astrocitos, otro tipo de células cerebrales involucradas en la EM, también responden positivamente a la vitamina D. Cuando el tejido cerebral se inflama, los astrocitos se multiplican y contribuyen a la cicatrización y daño adicionales.
La vitamina D ayuda a reducir esta respuesta, disminuyendo el número de astrocitos reactivos y reduciendo su producción de moléculas dañinas como el óxido nítrico y el factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF). Este cambio reduce el daño directo a las neuronas y estabiliza la barrera hematoencefálica, el sistema de defensa del cerebro que a menudo se ve comprometido al principio de la EM.
– La vitamina D fortalece la primera línea de defensa del cerebro: la revisión también destacó la capacidad de la vitamina D para reforzar la propia barrera hematoencefálica. La forma activa de la vitamina aumentó la expresión de proteínas de unión estrecha que sellan los espacios entre las células endoteliales y bloquean sustancias dañinas para ingresar al cerebro.
También reduce la producción de moléculas de adhesión celular que normalmente permitirían que las células inmunes se infiltren en el cerebro. En modelos de ratones con EM, el tratamiento con vitamina D condujo a una menor cantidad de células inmunes ingresando al sistema nervioso central, menores tasas de desmielinización y menos estrés oxidativo.
– Ayuda a defender las células cerebrales del estrés oxidativo: en estudios tanto animales como celulares, la vitamina D redujo los niveles de especies reactivas de oxígeno (ROS) y aumentó la actividad de enzimas antioxidantes como la glutatión peroxidasa y la superóxido dismutasa. También aumentó la expresión de Nrf2, un regulador maestro de las defensas antioxidantes internas de tu cuerpo.
Estos cambios reducen el desgaste celular y crean un ambiente bioquímico que apoya la curación en lugar de la degeneración. En conjunto, la evidencia respalda el papel emergente de la vitamina D como un potente agente neuroprotector en la EM.
La vitamina D apoya mucho más que solo la salud neurológica, también ofrece beneficios amplios para tu cuerpo. Aprende más en “14 Foro Internacional Virtual de la Vitamina D Desbloquea el Poder de la Vitamina D.”
Estrategias para Optimizar tus Niveles de Vitamina D
La deficiencia de vitamina D se ha relacionado consistentemente con un mayor riesgo de desarrollar EM, lo que la convierte en un nutriente esencial para la protección del sistema nervioso. Mantener tus niveles de vitamina D en el rango óptimo ayuda a reducir tu riesgo de esta enfermedad o retrasar los signos tempranos de su actividad. Aquí hay estrategias que recomiendo para optimizar tu nivel de vitamina D:
1. La exposición sensata al sol es la forma ideal de optimizar la vitamina D: la investigación muestra que las personas que viven más cerca del ecuador y están expuestas a mayores cantidades de luz solar durante todo el año tienen un menor riesgo de EM.14 Sin embargo, si tu dieta contiene grandes cantidades de aceites de semillas, se necesita precaución adicional.
Estos aceites, ricos en ácido linoleico (LA), un ácido graso omega-6, se oxidan rápidamente bajo la luz ultravioleta. Esta reacción en la superficie de tu piel genera subproductos de descomposición que promueven la inflamación y dañan las estructuras celulares, incluido el ADN. Si has estado consumiendo regularmente aceites de semillas, es mejor reducir tu ingesta durante cuatro a seis meses antes de aumentar la exposición al sol.
Durante este tiempo, limita la exposición al sol a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde, evitando las horas pico entre las 10 a.m. y las 4 p.m. Las personas con mayor grasa corporal pueden necesitar tiempo adicional para que el LA se elimine de los tejidos, ya que el LA se almacena en la grasa y se libera lentamente.
Aquellas personas con piel más oscura también necesitarán tiempos de exposición más largos para producir la misma cantidad de vitamina D que aquellas con piel más clara. Usa la “prueba de quemaduras solares” como guía: monitorea tu piel y evita cualquier enrojecimiento. Mantente por debajo de ese umbral para asegurarte de obtener el beneficio sin daño.
2. Toma vitamina D3 de alta calidad si es necesario: para las personas que viven en climas del norte o con exposición limitada al sol, a menudo es necesario suplementar con vitamina D3 de alta calidad para lograr y mantener niveles óptimos de vitamina D.
La vitamina D3 se sintetiza naturalmente en tu piel cuando se expone a la luz solar, específicamente a los rayos ultravioleta B (UVB). Por otro lado, la vitamina D2 suele derivarse de fuentes vegetales, incluyendo levaduras y hongos expuestos a la luz UV.
Si bien ambas formas están disponibles como suplementos, la investigación ha descubierto diferencias distintas en su efectividad. La vitamina D3 es significativamente más efectiva que la D2 para aumentar los niveles de vitamina D en sangre.15 Es necesario realizar pruebas de tus niveles de vitamina D para asegurarte de estar tomando la cantidad correcta de vitamina D3.
3. Mantén niveles óptimos de vitamina D a través de pruebas regulares: probar tu estado de vitamina D dos veces al año te permite ajustar tu exposición al sol y suplementación para mantenerse dentro del rango óptimo. Para la salud neurológica y el equilibrio inmunológico, apunta a niveles séricos de 60 a 80 ng/mL (150 a 200 nmol/L).
4. Optimiza el metabolismo de la vitamina D con nutrientes sinérgicos: es importante comprender que el magnesio, el calcio, la vitamina D3 y la vitamina K2 deben estar equilibrados adecuadamente para una salud óptima en general. Concéntrate en una dieta rica en nutrientes con alimentos
