En un movimiento sin precedentes, la Unión Europea invocó el Artículo 122 de sus tratados el 12 de diciembre, para congelar indefinidamente 210.000 millones de euros en activos del banco central ruso depositados en Europa. Esto allana el camino para un controvertido “préstamo de reparaciones” a Ucrania, aprobado por mayoría cualificada, eludiendo las amenazas de veto de Hungría y Eslovaquia. Principalmente, los 185.000 millones de euros custodiados por Euroclear en Bruselas permanecerán inmovilizados hasta que, teóricamente, Rusia pague reparaciones de guerra. Aunque la medida busca financiar las necesidades de defensa y reconstrucción de Ucrania (135.000 millones para 2026-2027), los expertos advierten que erosiona la confianza global en el euro, conlleva el riesgo de una severa represalia rusa y podría desencadenar una guerra fría financiera más amplia. China tiene un pacto de defensa con Rusia, y si Putin interpreta esta acción de la UE como un acto de agresión, las implicaciones financieras podrían ser descomunales.
No se trata solo de Ucrania; es una apuesta de alto riesgo sobre la inmunidad soberana y el derecho internacional. Rusia está demandando a Euroclear en los tribunales de Moscú, calificando las acciones de la UE de “robo”. Con las tensiones al alza antes de la cumbre europea del 18 de diciembre, el bloque se enfrenta a divisiones internas y amenazas externas que podrían resultar muy costosas.
La votación histórica de la UE: Congelando activos bajo poderes de emergencia
La decisión marca un giro sísmico en la política de sanciones. Anteriormente, los 210.000 millones de euros en activos soberanos rusos congelados (tras la invasión de 2022) requerían una renovación unánime cada seis meses, siendo vulnerables a bloqueos como el de Viktor Orbán. El Artículo 122, una cláusula de emergencia introducida para las crisis del COVID-19 y energética, alega ahora que la agresión rusa ha causado un “grave impacto económico” a través de disrupciones en la cadena de suministro, primas de riesgo infladas y amenazas híbridas como la desinformación.
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Los embajadores de la UE aprobaron la inmovilización indefinida el 11 de diciembre, ratificada por procedimiento escrito el día 12. “Este rodeo legal reduce significativamente la posibilidad de que países prorrusos devuelvan los fondos congelados”, declaró a Politico un diplomático europeo anónimo. Los activos solo se desbloquearán cuando las acciones de Rusia dejen de suponer un riesgo y las reparaciones fluyan hacia Kiev, un umbral que se vislumbra a décadas vista.
No se trata de una confiscación directa; la Comisión propone un préstamo a interés cero respaldado por los beneficios de los activos (unos 3.000 millones anuales), reembolsable si Rusia compensa a Ucrania. Sin embargo, con 90.000 millones destinados a cubrir el déficit presupuestario ucraniano (52.000 millones para ayuda civil y 38.000 para defensa), la línea entre uso y apropiación resulta ambigua.
Voces disidentes: Líderes tachan el plan de extralimitación ilegal
No todos están de acuerdo. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, tildó la votación de “dictadura bruselense” y “violación del derecho de la UE“, que desgarra los tratados. En un encendido mensaje en X del 12 de diciembre, advirtió: “Hoy, los bruselenses cruzan el Rubicón. Al mediodía, tendrá lugar una votación escrita que causará un daño irreparable a la Unión… Con la decisión de hoy, el estado de derecho en la Unión Europea llega a su fin”. Hungría protestó formalmente, argumentando que la mayoría cualificada elude ilegítimamente la unanimidad requerida para sanciones de política exterior.
Bélgica, donde Euroclear custodia 185.000 millones, comparte esos temores. El primer ministro Bart De Wever cuestionó en el parlamento la aplicación del Artículo 122, considerándola jurídicamente dudosa al no existir una verdadera “emergencia”. También afirmó que era “fundamentalmente errónea”, sugiriendo que Bélgica podría acabar teniendo que abandonar la UE. El ministro de Asuntos Exteriores, Maxime Prévot, añadió: “Nuestras condiciones son razonables… No vamos a cargarnos con riesgos irresponsables”, subrayando que los pasivos potenciales de 200.000 millones equivalen a un presupuesto federal completo. La BBC citó a Prévot: “Si Rusia nos lleva a los tribunales, tendrá todas las posibilidades de ganar, y nosotros, Bélgica, no podremos devolver esos 200.000 millones”. La CEO de Euroclear, Valérie Urbain, insinuó en Le Monde que demandaría a la UE si los riesgos aumentan. El eslovaco Robert Fico se alinea con Orbán, bloqueando lo que denomina “robo”.
Peligros jurídicos e inmunidad soberana: ¿Es esto un robo encubierto?
Expertos jurídicos denuncian la medida como una “novedosa interpretación” que bordea la inmunidad soberana del derecho internacional. El Servicio de Investigación del Parlamento Europeo señala que una incautación directa violaría el Convenio Europeo de Derechos Humanos al no mediar una sentencia firme. El Banco Central de Rusia demandó a Euroclear el 12 de diciembre por “acciones ilegales”, reclamando indemnizaciones y prometiendo impugnaciones en tribunales globales: “Los mecanismos de uso directo o indirecto son ilegales”.
La respuesta rusa: confiscaciones espejo. Moscú retiene unos 40.000 millones en activos occidentales, incluidos aviones inmovilizados, y ya ha nacionalizado algunos. Un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores advirtió que las “manipulaciones europeas no quedarán sin respuesta“. En X, usuarios alertan: “Rusia congelará o incautará todos los activos de empresas occidentales en Rusia, lo que ascenderá a mucho más de 210.000 millones”.
Con el pacto ruso-chino, las tenencias de euros de Pekín (superiores a 100.000 millones) podrían desencadenar una fuga de capitales de inversores no occidentales, como Arabia Saudí, según Politico. El ministro de Finanzas francés, Eric Lombard, advirtió: “Podría suponer un riesgo para la estabilidad financiera europea“.
Con los activos bancarios confiscados, la apuesta está verdaderamente subida. Una mayor deterioración Este-Oeste sumerge a Europa en una situación que amplía el alcance de la guerra en Ucrania, con posibles y graves consecuencias económicas por venir.
