Las transiciones suaves y las combinaciones neutras están fuera de moda. La teoría del color se basa en los bordes, el contraste y la intención; a la calle no le importan los tonos pastel y a ti tampoco debería. Te explicamos tres trucos básicos con el círculo cromático que los estilistas usan para que cada pieza parezca que dialoga con la siguiente, sin competir, siempre con fuerza. Considéralo tu invitación para agregar un poco de caos a tu armario y, además, que funcione.
El Contraste Es Lo Más Importante
Los opuestos se atraen, sin metáforas. Piensa en azul acero contra naranja oscuro, no deberían funcionar pero lo hacen, y la clave está en las proporciones. Elige dos colores opuestos en la rueda, escoge el color principal y deja que el otro destaque, solo lo suficiente para que se vea intencionado. Uno debe ser llamativo y el otro más sutil, y de repente ya llevas color, contraste y equilibrio.
Tonos Vecinos
Pero no siempre necesitas tensión para que funcione, después del contraste llega la calma. Cuando los tonos están uno al lado del otro en la rueda, la transición se siente natural y necesaria, como el coral que se funde con el rosa y el azul que se vuelve verde. Solo mantente en la misma temperatura, cambia los tejidos y déjalo que se lea como un único pensamiento en lugar de una conversación.
Tres Es Poder
A veces, dos no son suficiente. Escoge tres tonos equidistantes en la rueda y asígnales un rol. Dominante, de apoyo y de acento: tu pase directo para un atuendo audás. Deja que las siluetas, las capas, las texturas y los accesorios discutan un poco, hasta que todo se una en un look con declaración, el caos es opcional.
Mezcla opuestos, desliza vecinos, juega con un trío, lo que sea que te haga parecer que sabes exactamente lo que estás haciendo. El color no es un libro de reglas, la rueda está para inspirar, no para encerrarte. Úsalo, dóblalo, rómpelo, solo deja que caiga donde quiera y va a sentirse bien.