Su primer viaje a Benidorm, recuerda, fue en un paquete turístico a principios de los 90. Crédito: Siocaw / Creative Commons
Benidorm suele reducirse a sus clichés: un destino británico con desayunos ingleses, cervezas baratas y despedidas de soltera bajo el sol. Pero como escribe Leah Pattem en The Guardian, hay un lado más profundo y auténticamente español en esta ciudad de la Costa Blanca—uno que gana relevancia en un país que enfrenta los impactos del turismo masivo.
En 2024, casi tres millones de personas visitarón Benidorm, según datos del ayuntamiento. De ellos, unos 900.000 eran británicos, manteniendo la tradición de turistas del Reino Unido buscando sol y asequibilidad. Pero, como destaca Pattem, “fueron los españoles quienes representaron la mayor parte, con más de un millón de visitantes nacionales.” Y no venían precisamente por los *beans on toast*. “Tengo la sensación,” escribe, “de que estos visitantes no buscaban el estereotipo de pubs y desayunos ingleses, sino el ritmo cotidiano de la vida costera española.”
El atractivo de Benidorm radica en sus orígenes. “Fue pionera—diseñada para absorber turismo industrial sin desplazar a los residentes,” señala Pattem. Mientras ciudades como Barcelona o Madrid lidian con la escasez de vivienda y el *overtourism*, Benidorm ofrece un modelo alternativo con posibles soluciones.
Lo más leído en Euro Weekly News
Su transformación en los años 50 fue polémica, pero hoy parece visionaria. Su diseño urbano, con arquitectura vertical y zonificación mixta, ha permitido absorber el turismo sin los conflictos de ciudades donde el modelo *Airbnb* ha dominado. “En Madrid,” dice Pattem, “cada vez más pisos son solo para turistas.” Benidorm, en cambio, mantiene un equilibrio entre visitantes y residentes.
Primera vez en Benidorm
Su primer viaje, a los ocho años, lo recuerda con cariño: “Jugaba al billar con niños de todo el mundo, y las *señoras* del hotel me pellizcaban las mejillas.” Esa nostalgia se mezcla con curiosidad en su regreso reciente. Ahora explora playas como Cala Almadraba, aún poco conocidas por turistas internacionales. “Incluso en temporada alta,” escribe, “estos rincones permanecen ocultos.”
La hora de la comida revela otra capa de autenticidad. En *La Fava*, el chef Fran Burgos sirve platos alicantinos con elegancia. Otros favoritos son *Casa Toni*, con su bar lleno de jamón, o *Ducado*, especializado en paellas. Aunque predomina lo español, hay espacio para mezclas, como *Ray’s 1*, una freiduría británica con clientela local.
Bares de pintxos vascos
En el casco antiguo, la calle Santo Domingo bulle con bares vascos, pero tras esquinas menos transitadas hay joyas como *Tapería La Mina*, donde seis tapas y una botella de vino cuestan 11€. *La Mejillonera* destaca por sus montañas de mejillones.
Pero Benidorm es más que playas y ofertas—es “una ciudad real con historias reales,” como la de Marina Sanchis, que regresó de Madrid para abrir *Casa Cremà*, un taller de cerámica. “Aquí recuperé espacio, tiempo y comunidad,” dice. La creatividad local también florece en el *Museo Boca del Calvari*, con obras que capturan la esencia costera.
En redes sociales, Benidorm tiene estatus de culto. El influencer *Erik Harley* lo llama “mi lugar favorito del universo.” Personajes como *Mulero Ok*, un jubilado que pone música desde su scooter, añaden encanto.
Una ciudad cultural
Desde 2022, el *Benidorm Fest* es la preselección española para Eurovisión, consolidando su identidad como “capital del pop.” Más allá de los rascacielos, pueblos como *La Vila Joiosa* o *El Castell de Guadalest* ofrecen escapadas con encanto.
Para Pattem, el logro de Benidorm es su convivencia. “Asume su reputación turística con orgullo, pero trasciende los estereotipos.” En un país con presiones turísticas, su modelo—lejos de estar obsoleto—apunta a un futuro sostenible. “Es una solución española a un desafío global: una ciudad con espacio para todos.”
Mantente informado con Euro Weekly News sobre Europa y la Costa Blanca.
