Lo que parecía una propiedad polvorienta y olvidada en las afueras de Rojales resultó ser el escenario de una doble vida criminal. Detrás de sus puertas oxidadas, la policía descubrió un taller ilegal de coches, un desguace clandestino y, escondido en un patio apartado, un próspero cultivo de cannabis con más de 200 plantas.
El operativo comenzó cuando agentes locales advirtieron un trasiego inusual de vehículos entrando y saliendo a todas horas del lugar supuestamente abandonado. Las sospechas aumentaron rápidamente, y el aviso pasó a la Policía Nacional, quien intervino para descubrir lo que realmente ocurría.
Ya dentro, los oficiales hallaron coches desmantelados, piezas esparcidas y herramientas por el suelo —evidencia clara de un taller de despiece ilegal. Pero la investigación dio un giro drámatico al percibir un fuerte olor a marihuana proveniente de un patio interior. Tras el rastro, descubrieron hileras ordenadas de plantas de cannabis, cuidadas y creciendo bajo el ruido de la maquinaria.
El responsable, un inquilino de 49 años, está acusado de usar el taller como fachada para un negocio de cultivo de drogas a gran escala. Con autorización judicial, la Policía Nacional, apoyada por la regional valenciana, registró el lugar. Se incautaron 212 plantas y el sospechoso fue detenido por delitos contra la salud pública.
Las autoridades también impusieron sanciones por el desguace ilegal, sumándose a los cargos. Desde la calle, parecía un solar abandonado más. Pero en su interior, era un centro de actividad criminal cuidadosamente oculto —coches despiezados mientras el cannabis crecía a escasos metros.
Para los vecinos de Rojales, el caso es un recordatorio de que hasta los rincones más tranquilos pueden esconder crímenes graves. A veces, basta un olor revelador para derrumbar un imperio oculto.