Hubo un tiempo en el que nada en el cine daba más miedo que un xenomorfo. La espantosa creación biomecánica de HR Giger, goteando fluidos y… otras cosas freudianas, era el máximo depredador entre los monstruos del cine. Salía de tu pecho, te disolvía la cara con ácido, te destrozaba la caja torácica como una piñata llena de sangre y gritos. Era imparable, incomprensible, algo que esperarías encontrar en el fondo del lavavajillas si lo dejas cerrado por 36 siglos.
Las primeras películas, Alien de 1979 y Aliens de 1986, casi nunca se alejaron de la idea de que estas criaturas eran lo peor que te podías encontrar en el universo. Luego, en las precuelas de Ridley Scott, Prometheus y Alien: Covenant, los Engineers y el androide David tomaron el papel de villanos cósmicos con sus inexplicables tanques de líquido negro, una sustancia que podía hacer de todo, desde derretir tu ADN hasta reparar azulejos. Pero esto siempre pareció un truco temporal, como distraer al público con una bomba de humo mientras el verdadero villano entra por los conductos de ventilación.
Lo fascinante de Alien: Earth de Noah Hawley (además de que ignora por completo esas películas recientes) es que decidió desde el principio que hay un nuevo villano principal, uno no tan asqueroso pero infinitamente más aterrador: la humanidad.
La serie de Hawley ocurre en un mundo donde la Tierra misma, no el cosmos, se ha convertido en la casa encantada. Las corporaciones no solo controlan la economía, sino que poseen la biología, la tecnología e incluso la conciencia. Mentes humanas de niños se suben a cuerpos artificiales llamados híbridos, humanos aumentados conocidos como cyborgs compiten con androides por el dominio de la cadena alimenticia, las ciudades son esencialmente propiedad de empresas del tamaño de continentes, y la democracia ha desaparecido como los diskettes. ¿Pensabas que LV-426 era una roca espacial aterradora llena de aburrimiento y esporas mortales? ¡Espera a ver la Tierra! Para los fans de Alien, siempre hubo la sensación de que el espacio era el lugar donde nadie podía oírte gritar, pero resulta que probablemente era porque los gritos aterradores de las juntas directivas del siglo XXII ahogaban todo lo demás.
Las primeras películas ciertamente plantaron esta semilla –¿recuerdas a Ash admirando la “pureza” del xenomorfo, o a Burke planeando meter facehuggers en el pecho de sus colegas?– pero hay algo en Alien: Earth que lleva esta traición humana a otro nivel. En el tercer episodio, vemos un breve momento de calidez humana cuando Wendy rescata a su hermano Joe herido de un xenomorfo cortándole la cabeza limpiamente. Pero en lugar de dejarnos disfrutar este raro momento de alegría familiar por cinco segundos, la serie hace que la horrible empresa Prodigy le quite quirúrgicamente un pulmón a Joe y lo use para incubar la siguiente generación de chestbursters.
En el gran esquema de las cosas, esto es como sobrevivir al ataque de un tiburón solo para que los salvavidas te saquen los riñones para carnada. Pero nos muestra exactamente por qué los verdaderos malos de esta saga vienen con informes trimestrales en vez de ácido en la sangre. Como Ripley misma dijo una vez, “al menos los aliens no se traicionan por un porcentaje”. En Alien: Earth, eso es exactamente lo que todos hacen.
Y por cierto, ese momento grotesco en el que el pobre xeno se convierte en la segunda cosa más aterradora de la habitación es una gran revelación para una saga que ha pasado medio siglo tratando de convencernos de que los bichos son lo peor que podrías encontrarte. Lo que una vez le tomó a Ripley un arma, propelentes y una película entera matar, ahora es solo una molestia secundaria. Incluso si momentos como estos dejan la continuidad tambaleando –es sorprendente que en Alien: Earth (en 2120) haya un brote de xenomorfos y que luego en Alien (2122) todos se sorprendan al verlos por primera vez– es fácil ver por qué Hawley eligió cambiar el canon para mostrarnos que el verdadero terror son las empresas de biotecnología que cortan humanos por partes.
Hay cosas mucho más aterradoras en la Tierra que en el espacio, y aunque no todas son exactamente personas, todas han sido creadas por una sociedad humana hipercapitalista que nos resulta horriblemente familiar. En un mundo de huevos goteantes, reinas silbantes y sombras con colas movedizas, resulta que el verdadero monstruo siempre hemos sido nosotros.
Este artículo fue amendado el 26 de agosto de 2025 para atribuir correctamente una cita de la película Aliens a Ripley, y no a Hudson como decía una versión anterior.
