La migración como motor del crecimiento demográfico

El archipiélago balear está logrando esquivar con éxito una importante crisis demográfica, ya que las cifras de población total registran un aumento. Sin embargo, este crecimiento oculta una tendencia interna preocupante: cuarenta y un municipios experimentan más defunciones que nacimientos. Esta paradoja pone de manifiesto un cambio fundamental en la dinámica poblacional de la región, donde ahora son los factores externos los que desempeñan un papel crucial para mantener la estabilidad demográfica.

En concreto, Mallorca y Menorca han entrado de lleno en una fase de declive demográfico, ya que ambas islas registraron más muertes que nacimientos a finales de 2024. Esta tendencia subraya un cambio significativo que se ha ido desarrollando durante la última década. Los datos publicados la semana pasada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) confirman que un número considerable de municipios baleares se enfrenta a un crecimiento vegetativo negativo, lo que indicaría una disminución de la población de no ser por otros factores.

El archipiélago se libra de una crisis demográfica más severa gracias, principalmente, a los continuos aumentos de población en Ibiza y Formentera, sumados a un flujo constante de nuevos residentes procedentes de otras partes de España y del extranjero.

El impacto de este cambio demográfico se ilustra de forma contundente con el hecho de que Baleares apenas sumó 66 nuevos residentes nacidos en las islas el año pasado. El saldo vegetativo entre nacimientos y defunciones arrojó que en Ibiza hubo 326 nuevos habitantes nacidos en la isla, mientras que Formentera añadió 24. En cambio, en Menorca se contabilizaron 128 muertes más que nacimientos, y las cifras de Mallorca mostraron un déficit de 156.

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Un análisis geográfico revela patrones de crecimiento natural diversos: numerosos municipios del norte y Llevant de Mallorca presentan un crecimiento positivo, mientras que las zonas del interior se enfrentan a la situación opuesta. Cabe destacar que áreas densamente pobladas como Palma y Calvià exhiben saldos particularmente negativos debido a sus perfiles demográficos singulares. Estos datos demuestran de manera inequívoca que, sin la llegada de inmigrantes, la cifra de población del archipiélago se habría mantenido prácticamente estancada, con un aumento de solo 66 habitantes respecto al año anterior.

Este modelo demográfico en evolución en Baleares no es un fenómeno reciente, sino más bien la continuación de tendencias observadas durante la última década. La tasa de natalidad ha disminuido de forma constante, mientras que la mortalidad ha aumentado, debido en gran medida al progresivo envejecimiento de la población. Además, una proporción significativa de los nacimientos registrados corresponden a familias que inmigraron a las islas en años anteriores. Esto significa que incluso el número de nacimientos se ve, en cierta medida, reforzado por la inmigración continuada.

Los expertos en geografía humana llevan años advirtiendo sobre las consecuencias directas de este descenso de la natalidad. Subrayan la formación de una sociedad con menos jóvenes, un número creciente de personas mayores y un desequilibrio cada vez mayor entre la población dependiente y la población en edad laboral. Estos especialistas coinciden en que Mallorca, en particular, está entrando en una fase en la que el crecimiento poblacional ya no está garantizado por los nacimientos, sino por la migración. Esto exige planificar con urgencia políticas públicas a largo plazo que aborden áreas críticas como la vivienda, la integración social, la educación y los servicios de cuidados.

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Aunque el descenso de la natalidad se ha visto compensado por la llegada de inmigrantes, el incremento poblacional total ha sido relativamente modesto. A fecha de 1 de septiembre de este año, las Illes Balears alcanzaron un total de 1.255.061 habitantes. Esto representa un aumento del 0,2% respecto al trimestre anterior y un 0,9% más que en el mismo mes del año anterior. El crecimiento trimestral resulta casi imperceptible, habiendo añadido el archipiélago 11.540 habitantes en el año hasta septiembre. Dada la contenida tasa de natalidad, es evidente que casi la totalidad de estos nuevos residentes son inmigrantes.