La industria amenaza con revertir la prohibición de la EPA sobre un químico tóxico vinculado al Parkinson.

Más de 1 millón de estadounidenses viven hoy con la enfermedad de Parkinson, y este trastorno neurodegenerativo afecta a casi 10 millones de personas en todo el mundo. Pero incluso a medida que aumentan los diagnósticos, las industrias relacionadas con la fabricación y la defensa están luchando por mantener uno de los desencadenantes ambientales más documentados en el mercado: el tricloroetileno (TCE).

Un solvente claro y volátil utilizado para el desengrase industrial, el TCE es un producto químico dañino que se filtra en las aguas subterráneas, persiste en el suelo y se evapora en los hogares desde sitios contaminados. Hoy en día, ya está prohibido o restringido en Europa y en varios otros países, y en diciembre de 2024, Estados Unidos siguió su ejemplo, después de que la Agencia de Protección Ambiental (EPA) publicara una regla final que prohíbe todos los usos de TCE bajo la Ley de Control de Sustancias Tóxicas (TSCA).

Sin embargo, hay una tremenda presión de la industria para que la EPA revierta esta prohibición, un movimiento que pondrá en peligro las vidas de millones de personas que están siendo expuestas sin saberlo a este neurotoxina, poniéndolas en riesgo de la enfermedad de Parkinson y otros efectos para la salud.

EPA está cediendo a la presión de la industria mientras el TCE continúa envenenando comunidades

Un informe de investigación publicado por ProPublica (y republicado en el sitio web de Children’s Health Defense) detalla cómo el lobby corporativo y las maniobras políticas hicieron que la EPA retrasara la prohibición del TCE. Incluso después de que la agencia concluyera que el TCE representaba un “riesgo irrazonable para la salud humana”, sus hallazgos fueron anulados en silencio tras puertas cerradas.

– Varios esfuerzos políticos están trabajando para desmantelar la prohibición: luego de que el presidente Donald Trump comenzara su segundo mandato, los legisladores republicanos en ambas cámaras del Congreso presentaron resoluciones destinadas a revocar la regla de la EPA para prohibir el TCE. Debido a que la regla se finalizó justo antes de que la nueva administración asumiera el cargo, se volvió vulnerable a la reversión bajo la Ley de Revisión del Congreso.

– Demandas de la industria y acciones ejecutivas han frenado la aplicación: además de los ataques políticos, la implementación de la prohibición está atrapada en batallas legales. Grupos de la industria han presentado demandas buscando bloquear la regla, mientras que una orden ejecutiva de Trump puso la prohibición en espera hasta el 21 de marzo de 2025. Poco después, la EPA pidió a un tribunal federal que extendiera esa demora hasta finales de mayo de 2025.

– Los retrasos en la aplicación dejan a los trabajadores sin protecciones clave: mientras el futuro de la prohibición está en el limbo, los empleadores siguen sin tener la obligación de implementar nuevas normas de seguridad en el lugar de trabajo. El escrito de la EPA en el tribunal para extender la demora también pospone los cambios requeridos en cómo los empleadores protegen a los trabajadores de la exposición al TCE en el trabajo.

El TCE está fuertemente asociado con graves (y a menudo irreversibles) riesgos para la salud

Utilizado en desengrasantes, tintorerías y procesos industriales, el TCE es un solvente industrial que se produjo comercialmente en 1925. Sin embargo, informes recientes han relacionado el TCE con múltiples tipos de cáncer, daño hepático y renal, y un mayor riesgo de defectos cardíacos fatales en bebés.

La exposición repetida al TCE también ha sido vinculada con efectos inmunológicos, endocrinos y de desarrollo. Tanto investigadores independientes como la EPA han confirmado que la exposición aumenta significativamente el riesgo de la enfermedad de Parkinson.

– Millones de estadounidenses están bebiendo agua contaminada con TCE: según el Grupo de Trabajo Ambiental (EWG), más de 17 millones de personas en los EE. UU. están usando agua del grifo que contiene TCE. Esta contaminación generalizada subraya cuán amplios son los riesgos para la salud en realidad.

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– Trabajadores de oficina expuestos sin saberlo al TCE desarrollaron Parkinson más tarde: el artículo destacado también cuenta la historia de Daniel Kinel y tres de sus compañeros de trabajo que fueron diagnosticados con Parkinson después de pasar años trabajando al lado de un negocio de tintorería que había desechado el TCE de manera inapropiada. Kinel fue diagnosticado a los 43 años después de siete años en esa oficina.

– El TCE ha contaminado el medio ambiente alrededor de importantes comunidades de EE. UU.: investigaciones han documentado plumas de vapor de TCE en ciudades como Woburn, Massachusetts; Wichita, Kansas; y en instalaciones militares como Camp Lejeune. En estas áreas, miembros del servicio y civiles han sido diagnosticados con cáncer y Parkinson después de una exposición prolongada.

– Las personas con afecciones de salud relacionadas con el TCE están hablando en contra de la reversión: la Dra. Sara Whittingham, una cirujana de vuelo retirada de la Fuerza Aérea diagnosticada con Parkinson en sus mediados de los 40, dijo que se quedó atónita al saber que la prohibición podría ser revertida. Dados los riesgos para la salud establecidos, no podía creer que los funcionarios estuvieran considerando deshacer la regla.

“¡Pensé que era un trato hecho! ¿Qué diablos, cómo puede a nadie importarle esto?” dijo. “Esto debería ser un problema no partidista”.

– La confianza en los reguladores continúa erosionándose entre las familias afectadas: los residentes que viven en comunidades con contaminación confirmada de TCE dicen sentirse engañados y abandonados por los reguladores federales. A medida que se desarrolla la lucha por la prohibición, muchos se preguntan por qué la salud pública fue ignorada durante tanto tiempo en favor de intereses corporativos.

El Escándalo de Camp Lejeune – Una Historia de Advertencia Sobre la Toxicidad del TCE

Camp Lejeune, una Base del Cuerpo de Marines en la desembocadura del río New en el Océano Atlántico en Carolina del Norte, es probablemente el lugar de la contaminación y el escándalo de TCE más grande de los EE. UU. Se determinó que el agua potable en la base estaba contaminada entre 1953 y 1985.

– Personal de la Marina y de la Armada y trabajadores civiles estuvieron expuestos al agua potable contaminada con TCE: estas personas ingirieron, inhalaron, y lavaron y bañaron en el agua contaminada. Un Marine en entrenamiento puede consumir hasta 6 litros de agua diariamente, pero la dosis combinada de inhalación y exposición dérmica probablemente fue mayor.

– El TCE aumentó el riesgo de cáncer entre los que estuvieron destinados en Camp Lejeune: estudios encontraron varios cánceres entre el personal de la Marina y la Armada y los trabajadores civiles que probablemente estuvieron expuestos al agua potable contaminada de la base.

– Un estudio reciente también detectó un aumento en el riesgo de la enfermedad de Parkinson: un estudio de cohorte de 340,489 miembros del servicio encontró que el riesgo de Parkinson era un 70% mayor para aquellos destinados en Camp Lejeune en comparación con los destinados en Camp Pendleton en California.

– Muchos también tenían síntomas similares a la enfermedad de Parkinson: antiguos residentes de Lejeune que no tenían Parkinson también desarrollaron trastornos del estado de ánimo, temblores en reposo, rigidez, lentitud de movimiento, trastornos del sueño, deterioro cognitivo e inestabilidad postural.

En 2012, el Congreso aprobó la Ley para Honrar a los Veteranos de América y Cuidar a las Familias de Camp Lejeune, que creó un fondo de $2.2 mil millones para compensar a los sobrevivientes. La ley obliga al Departamento de Asuntos de Veteranos de EE. UU. (VA) a proporcionar beneficios de salud a los veteranos elegibles y a los miembros de la familia que desarrollen cualquiera de las condiciones médicas específicas asociadas con la contaminación por TCE.

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Un Estudio Reciente Destaca Cómo el TCE Desencadena Daños Cerebrales Asociados con la Enfermedad de Parkinson

Una revisión exhaustiva publicada en el Journal of Parkinson’s Disease analizó décadas de investigación para explorar la relación entre toxinas ambientales, incluido el TCE, y el aumento de los casos de enfermedad de Parkinson. El documento afirma que las exposiciones ambientales, no el envejecimiento o la genética, son el principal factor que impulsa el aumento global de casos de Parkinson.

– El documento examinó tanto cómo como dónde ocurre la exposición al TCE: los autores destacaron cómo la exposición ocurre no solo en fábricas, sino también en hogares, escuelas y comunidades, especialmente en áreas cerca del aire, agua o suelo contaminados. El documento no afirmó una relación causa-efecto universal, pero argumentó fuertemente que las exposiciones ambientales, como el TCE, desempeñan un papel significativo en el aumento del riesgo de Parkinson.

– El TCE daña las mismas células cerebrales afectadas en los pacientes con Parkinson: uno de los puntos destacados es que el TCE causa daño selectivo a las neuronas dopaminérgicas, las mismas células cerebrales que degeneran en el Parkinson. Estas neuronas residen en la sustancia negra, una región que regula el movimiento y el control motor.

Los autores citaron múltiples estudios, incluidos datos humanos y animales, que muestran que la exposición al TCE conduce a daños en esta área cerebral consistentes con la patología del Parkinson.

– La exposición ocurre en el trabajo o en el ambiente, con efectos retardados: señalaron que algunas personas, incluidos veteranos, trabajadores industriales y residentes cerca de aguas subterráneas contaminadas, que fueron expuestos hace años o incluso décadas, ahora están desarrollando síntomas, lo que respalda una larga latencia entre la exposición y el inicio de la enfermedad.

Este efecto retardado fue destacado como particularmente preocupante porque oscurece la conexión entre la causa y el resultado, lo que hace que la acción regulatoria sea aún más urgente.

– El TCE interrumpe la función mitocondrial y causa estrés oxidativo: los hallazgos de estudios de laboratorio y animales también mostraron que la exposición al TCE conduce a disfunción mitocondrial. Las mitocondrias son las partes de sus células que producen energía, y cuando dejan de funcionar correctamente, se acumula estrés oxidativo.

El documento explicó que el estrés oxidativo es un factor importante en la muerte de neuronas, especialmente en las regiones productoras de dopamina del cerebro. Los autores también discutieron cómo el daño mitocondrial es un hallazgo consistente en muchas toxinas ambientales vinculadas al Parkinson, incluido el TCE.

– La neuroinflamación causada por la exposición al TCE empeora el daño cerebral con el tiempo: el TCE y otras toxinas también activan la microglía, que son las células inmunitarias del cerebro. Si bien estas células normalmente protegen el cerebro, la exposición prolongada a toxinas hace que reaccionen excesivamente, lo que lleva a una inflamación crónica y más daño neural.

El documento enfatizó que esta inflamación a menudo continúa mucho después de la exposición inicial, creando un ciclo vicioso de degeneración.

– La mayoría de los casos de Parkinson no son genéticos ni causados por el envejecimiento: de hecho, el estudio señala que las causas puramente genéticas representaban solo el 2% al 3% de los casos. En cambio, la mayoría de los casos surgen de una combinación de exposición ambiental y vulnerabilidad genética. Los autores describieron al TCE y productos químicos similares como entre “los más probables” causantes de la enfermedad y instaron a que la acción para limitar la exposición sería un paso decisivo hacia la prevención.

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Este estudio proporciona un argumento sólido, respaldado por evidencia, de que el TCE, junto con otros pesticidas y contaminantes del aire, juega un papel importante en desencadenar los procesos biológicos que resultan en la enfermedad de Parkinson. Estos hallazgos son consistentes en múltiples líneas de investigación y deben tomarse en serio como parte de cualquier estrategia de salud pública.

Protégete de la exposición al TCE y sus riesgos neurológicos

Incluso si no vives cerca de una fábrica o trabajas con solventes industriales, no significa que estés a salvo. Al igual que con otros productos químicos ambientales omnipresentes, el TCE se desplaza sigilosamente a través del aire, el agua y el suelo, se esconde en materiales de construcción, productos de limpieza antiguos e incluso se puede encontrar en las líneas de agua debajo de tu hogar.

Una vez que está en tu cuerpo, interfiere con tus mitocondrias, desencadena la inflamación y ataca las regiones cerebrales exactas que controlan el movimiento y la cognición. Para prevenir problemas en el futuro, aquí hay cinco estrategias que recomiendo.

1. Descubre si tu hogar o lugar de trabajo está cerca de un sitio de contaminación conocido: si vives cerca de una antigua base militar, tintorería o zona industrial, especialmente una que usaba desengrasantes o solventes, tus probabilidades de exposición aumentan drásticamente. Consulta con tu empresa de agua local los resultados de las pruebas de TCE, solicita un informe completo de contaminantes y pide evaluaciones de la calidad del aire si estás en o cerca de un sitio de intrusión de vapor conocido.

2. Filtra tu agua: ten en cuenta que filtrar tu agua de baño, cocina y bebida es el objetivo. Idealmente, tendrás un sistema que ofrezca una amplia variedad de métodos, incluidos filtros de ósmosis inversa, intercambio iónico y de bloque de carbón. Lee mi artículo sobre cómo filtrar adecuadamente tu agua para obtener una guía más detallada.

3. Ventila y sella para evitar la intrusión de vapor en interiores: el TCE se filtra a través de los cimientos de concreto y entra en tu aire interior desde el suelo o el agua contaminados. Si vives cerca de una zona de exposición conocida, tu mejor movimiento es aumentar la ventilación y sellar cualquier grieta en los cimientos.

Una barrera de vapor ayuda, pero es más efectiva cuando se combina con intercambiadores de aire o ventiladores de ventilación. Incluso acciones simples como hacer funcionar los ventiladores de escape en tu baño y cocina ayudarán a reducir los niveles de aire dentro de tu hogar.

4. Apoya las vías de desintoxicación de tu cuerpo con nutrientes mitocondriales: el TCE apunta a tus mitocondrias, por lo que quieres dar a tus células los cofactores que necesitan para mantener la función y defenderse contra el daño. Recomiendo suplementar con niacinamida y tiamina, ambos ayudan a alimentar los procesos mitocondriales y reducen el estrés oxidativo.

La treonato de magnesio también es clave aquí, no solo para la desintoxicación, sino también para proteger tu cerebro y mejorar la función mitocondrial. Lee sobre los beneficios para la salud cerebral de este nutriente en “Beneficios Cognitivos del Treonato de Magnesio”.

5. Aboga por cambios en las políticas y pruebas locales: recuerda, tu voz tiene peso. Ponte en contacto con tu consejo municipal, departamento de salud o agencia ambiental estatal y exige que realicen pruebas de aire interior y agua potable para el TCE. El informe de ProPublica muestra que las empresas presionaron para debilitar las normas de la EPA, por lo que la acción local es más importante que nunca. Es posible que no reviertas la política nacional de la noche a la mañana, pero puedes ayudar a cambiar lo que sucede en tu código postal.