Alrededor de ochenta personas murieron en el ataque a la prisión, incluyendo prisioneros, familiares, empleados y guardias, durante la guerra de Israel con Irán.
Más de cien prisioneros en la cárcel de Evin en Teherán podrían enfrentar ahora ejecuciones en un proceso acelerado, como parte de una campaña de venganza liderada por el régimen iraní contra sus opositores, quienes son acusados de espiar para Israel.
El ataque israelí a Evin, que ocurrió el día antes del alto el fuego que terminó con la ronda de lucha entre Israel e Irán en junio, dejó docenas de muertos y una realidad mucho más dura para los prisioneros políticos que sobrevivieron.
Según informes, estos prisioneros están en riesgo de ejecuciones aceleradas basadas en confesiones obtenidas bajo tortura y evidencia fabricada.
Israel afirma que su objetivo era el personal de la prisión y las fuerzas que la operan, incluso enviando una advertencia a algunos de los guardias. Sin embargo, estos guardias lograron escapar sin compartir la información y no evacuaron a los prisioneros de sus celdas.
Un prisionero político que estaba allí describió la situación al UK Sunday Times, diciendo: “Nos convertimos en escudos humanos. Pensé que era el último momento de mi vida.”
Después de los combates, según testigos y fuentes legales en Irán, un “espíritu de venganza” se apoderó del sistema judicial. Los jueces aceleraron los procesos y aprobaron ejecuciones sin presentar evidencia, basándose en confesiones obtenidas por tortura y expedientes fabricados. “Los jueces ni siquiera permiten a los abogados presentar argumentos,” dijo un abogado con base en Teherán.
El régimen declaró que durante los combates, 700 personas fueron arrestadas por sospecha de espiar para Israel y prometió lidiar con ellos “sin piedad.” Mientras, la organización Iran Human Rights reportó que para mayo de este año, 511 personas habían sido ejecutadas, un aumento del 96% comparado con el mismo periodo en 2024.
El bombardeo también disruptó la vida dentro de la prisión. Evin, conocida por años como un símbolo de represión pero también como un centro de resistencia llamado la “Universidad de Evin,” perdió su estatus. Según reportes, la institución, que había sido “gestionada” por prisioneros, perdió su posición después del ataque.
En el pasado, los prisioneros habían logrado mantener solidaridad, prevenir ejecuciones desde dentro, e incluso organizar protestas y huelgas de hambre.
Tras el ataque israelí, 61 prisioneros políticos fueron transferidos a otra instalación, conocida por su pobre sanidad, calor insoportable, sobrepoblación y falta de cuidado médico. Otros fueron transportados a “casas seguras” del Ministerio de Inteligencia, donde no están registrados oficialmente y toda supervisión legal desapareció.
Testigos reportaron que durante el bombardeo, los prisioneros fueron encerrados en el patio y usados efectivamente como escudos humanos. Motahareh Goonei, una de las prisioneras, dijo que luego fue transferida a una “casa segura,” donde fue interrogada bajo severas amenazas.
Fue liberada bajo fianza pero sentenciada a 21 meses de prisión por “propaganda contra el estado” e “insultar al Líder Supremo.” Una publicación corta que hizo al estallar la guerra, en la que culpaba al liderazgo por comenzar el “infierno,” sirvió como base para su condena.
Prisioneros hombres también fueron transferidos entre varias instalaciones. Quinientos de ellos fueron devueltos a Evin después de ser retenidos en una instalación alternativa, donde fueron severamente golpeados y torturados. Unos cien reos condenados a muerte fueron separados a la fuerza del resto.
Entre los golpeados estaba Mohammad Baqer Bakhtiar, un excomandante de los Guardianes de la Revolución que se opuso al régimen. Su hijo reportó que su padre no recibía tratamiento médico y que la extensión de sus heridas aún no se determina.
El ataque a Evin, según fuentes en Israel, tenía como objetivo dañar la maquinaria del régimen y alentar a la oposición. Israel negó haber dañado a prisioneros y afirmó que Irán estaba explotando el evento para propaganda interna y cacerías de brujas políticas.
Sin embargo, testimonios, fotografías y documentación de la escena indican que al menos seis áreas mayores de la prisión fueron significantemente dañadas, incluyendo alas administrativas, salas de visita y celdas de prisioneros.
Para muchos en la oposición iraní, este ataque fue un golpe fatal. “Israel quería demonstrar poder,” dijo Goonei, “pero fue un error. Evin no es solo una prisión; era el corazón palpitante de la resistencia al régimen.”