Polonia se halla inmersa en una transformación silenciosa que, probablemente, ha pasado desapercibida para la mayor parte del mundo exterior. Lejos de los clichés postales de castillos medievales, pierogi o vuelos low cost repletos de despedidas de soltero del Reino Unido, un nuevo informe sugiere que Polonia podría estar preparándose para irrumpir con fuerza en la escena europea del *deep tech*.
El estudio, elaborado por el *think tank* infuture.institute, señala a Polonia como uno de los países a vigilar. Y no de manera vaga. Hablamos de áreas concretas de innovación de alto impacto: computación cuántica, experimentos de biotecnología que parecen de ciencia ficción e incluso materiales avanzados que podrían acabar en naves espaciales o laboratorios médicos del futuro.
Forma parte del denominado Índice de Tecnologías Emergentes, que cartografía 95 avances revolucionarios en nueve campos distintos. Básicamente, una guía para la próxima década en la que Polonia tiene un cameo que podría convertirse en un papel protagonista.
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Polonia lo tiene todo: desde talento hasta ambiciones en IA
En el panorama global, el guion resulta familiar. Estados Unidos y China siguen dominando el juego del capital en lo que a innovación se refiere. Europa, mientras tanto, se arriesga a caer en la irrelevancia, enredada en su propia burocracia, los precios de la energía por las nubes y economías lentas que no siempre pueden seguir el ritmo de Silicon Valley.
Pero Polonia, sostiene el informe, podría ser la excepción. El país cuenta con un *cocktail* de activos: una cantera de ingenieros y científicos bien formados, una economía en crecimiento y el empuje que proviene de vivir al lado de zonas de conflicto y con inseguridad energética.
¿Y qué es lo que está sobre la mesa? Piense en redes de comunicación cuántica, edición genética, nanomedicina y *buzzwords* más modernos como la IA generativa. Pero también innovaciones más prácticas y consolidadas. Por ejemplo, las vacunas de ARNm que todos recordamos del COVID, o reactores nucleares modulares que podrían mantener el suministro eléctrico.
Todo se reduce al dinero y la estrategia
Por supuesto, al final todo se reduce al capital. “La tecnología hoy no es solo un motor económico, sino la base de la soberanía”, afirma Natalia Hatalska, CEO de infuture.institute. En otras palabras, constrúyela tú mismo o acabarás comprándola a otro (probablemente en sus términos, no en los tuyos).
Así pues, sin inversión real, todo se queda en puro potencial. Polonia podría moldear el futuro o bien permanecer como un personaje secundario que observa cómo Estados Unidos y China acaparan todo el protagonismo. Y, según este informe, el reloj ya está en marcha.
En definitiva, la idea de Polonia como un *hub* de *deep tech* aún suena extraña. Pero la visión de Varsovia como una escala en el camino hacia el futuro ya no es mera fantasía.
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