El Presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, se dispone a pasar una Navidad bastante sombría luego de que su partido, el PSOE, sufriera una severa derrota en las elecciones autonómicas del domingo en Extremadura, registrando su peor resultado histórico. El partido de ultraderecha Vox experimentó un sólido avance, asestando otro golpe al PSOE de Sánchez en medio de crecientes acusaciones de corrupción y mala praxis.
Vox se había mantenido al borde de la corriente principal y, a la luz de los resultados del domingo, parece haber lanzado el guante. Vox, que pasó de cinco a once escaños, resultará ahora crucial para que el Partido Popular de centroderecha pueda legislar.
El PP convocó elecciones anticipadas con la esperanza de obtener mayoría absoluta y, aunque volvió a ser la fuerza más votada con 29 escaños, no lo logró y tendrá que recurrir a Vox. Esta situación, no obstante, se repite en varias comunidades autónomas a lo largo de España, incluidas las Islas Baleares, donde el PP tampoco consiguió mayoría y necesita el apoyo de Vox.
El problema reside en que, a medida que Vox ha ido ganando apoyo, se ha vuelto un partido cada vez más inflexible y no siempre sigue la línea del PP. A Vox no le gusta llevar la segunda voz; aspira a dirigir la orquesta y, si este partido, que cuenta con un enorme respaldo entre los votantes jóvenes, sigue ganando terreno, no solo el PSOE enfrenta un grave problema, sino también el PP.
El gobierno balear ha estado bajo presión para convocar elecciones anticipadas, pero por el momento ha decartado cualquier movimiento en ese sentido. Sin embargo, la estrategia está desempeñando un papel crucial y los dirigentes del partido en Madrid podrían forzar la mano a Palma.