Al igual que muchas startups, la misión de Oura ha ido evolucionando con los años. Comenzó como una empresa de bienestar centrada en el sueño y ahora se ha convertido en una compañía valorada en 11 mil millones de dólares que se está labrando un papel en la mejora de la salud y la gestión de enfermedades crónicas.
La empresa, con sede en Finlandia, empezó a comercializar su anillo inteligente wearable en 2015. Desde entonces, Oura ha vendido más de 5,5 millones de unidades, y la mitad de sus usuarios dependen ahora de los datos del anillo para ayudar a manejar una condición crónica, según declaró Ricky Bloomfield, director médico de Oura, en una entrevista este mes en la conferencia Reuters’ MedTech USA en Boston.
“Nos vemos arrastrados a un ámbito que ya no es solo el bienestar: la gente quiere mejorar su salud de verdad y desea hacerlo en colaboración con sus médicos. No quieren hacerlo solos, así que sentimos la obligación de facilitar esa conexión de manera que los datos puedan traspasar ese continuum y, idealmente, hacerlo con un coste menor a largo plazo”, afirmó.
Señaló que Oura ha incorporado varias funciones para fomentar el cambio de comportamiento y ayudar en la detección precoz de enfermedades.
Por ejemplo, la función “edad cardiovascular” de Oura utiliza la velocidad de la onda del pulso para evaluar la rigidez arterial de una persona, que a menudo es un indicador de enfermedad cardíaca. Oura utiliza sus propios datos para comparar la rigidez de las arterias del usuario con la de sus coetáneos, mostrando una edad más joven si sus arterias son más saludables que la media, o una edad más avanzada si son menos saludables.
“Realmente hemos conocido muchos casos en los que, si alguien ve que su edad cardiovascular es alta y no desea que lo sea, ese es el detonante que le ayuda a cambiar su comportamiento. Piensan: ‘Bueno, quiero ver a mis hijos crecer y graduarse en la universidad’ —y todas las cosas que aspiren a hacer. Ese es el impulso que les dice ‘Vale, ahora quiero empezar a hacer ejercicio, necesito comer mejor y perder algo de peso'”, explicó Bloomfield.
Otra herramienta que destacó, llamada “radar de síntomas”, detecta desviaciones sutiles en los signos vitales. Esta herramienta se empleó durante el estudio de Oura sobre la Covid-19 en colaboración con la NBA, lo cual ayudó a garantizar que los jugadores pudieran ser evaluados y dados de alta rápidamente para que los partidos pudieran continuar con seguridad. Bloomfield señaló que el modelo permitió detectar las infecciones antes —en promedio, 2,75 días previos a una prueba positiva.
Bloomfield añadió que el anillo de Oura también ha impulsado a los usuarios a buscar atención médica antes de lo que lo hubieran hecho para afecciones graves como el linfoma y la apendicitis.
Por ejemplo, a principios de este año, el paratleta Hunter Woodhall recibió una alerta de su anillo Oura que indicaba signos importantes de enfermedad, lo que le llevó a consultar a un médico. Se le diagnosticó apendicitis antes de que su apéndice se reventara, permitiéndole recibir tratamiento antes de que la situación se volviera peligrosa.
Esto ilustra cómo Oura está trascendiendo el bienestar individual para adentrarse en el sistema sanitario en su conjunto, señaló Bloomfield.
Mencionó la creciente colaboración de Oura con el sistema de salud, incluyendo una reciente asociación con el plan de Medicare Advantage con base en Misuri, Essence Healthcare, mediante la cual se proporciona un anillo gratuito a sus miembros.
Dijo que la empresa desea buscar más colaboraciones de este tipo, con el objetivo de integrar más datos de Oura en los flujos de trabajo sanitarios —de formas que sean clínicamente significativas y no supongan una carga para los médicos—, subrayó Bloomfield.
A medida que continúa su crecimiento, Oura mantiene el enfoque en generar confianza, añadió Bloomfield. La compañía lo logra mediante estudios clínicos, así como mediante la educación tanto para los consumidores como para los profesionales de la salud.
En la última década, los clínicos han acceptado mucho más los datos de los wearables porque han podido constatar su validez en casos reales. Bloomfield explicó que la mayoría de los profesionales sanitarios pueden recordar alguna ocasión en la que un wearable, como un Apple Watch o un anillo Oura, detectó cambios fisiológicos, como una frecuencia cardíaca irregular o patrones de sueño deficientes, que luego fueron confirmados mediante una evaluación médica.
Al reflexionar sobre el futuro, Bloomfield comentó que espera que la empresa profundize aún más en el uso clínico, y que ayude a determinar si los datos de los wearables pueden tener un impacto positivo y a largo plazo en los resultados de los pacientes y en los flujos de trabajo sanitarios.
Foto: Yuichiro Chino, Getty Images
