Hace doce años, cuando mi pareja y yo nos conocimos, no tardamos en iniciar la relación íntima. Él me advirtió desde un principio que era muy entusiasta del sexo, y así era. Sin embargo, durante nuestro primer encuentro noté que tenía dificultades para mantener la erección: no estaba completamente firme y le costaba sostenerla al penetrar. Aun así, logramos llegar al clímax. Incluso bromeamos sobre cuántas veces ocurriría, y ninguno de los dos parecía cohibido.
Con el tiempo, él necesitaba cada vez más ayuda para eyacular y a menudo perdía la erección durante el acto. Fue mostrando menos interés en cualquier forma de intimidad conmigo, mientras yo intentaba demostrarle mi afecto de otras maneras, como con abrazos o tomándonos de las manos.
Unos seis meses después de comenzar la relación, descubrí que consumía pornografía cuando estaba solo en casa. Parecía más entusiasmado con el porno que con el sexo real. Me molestó bastante, pues conozco a personas que han sido explotadas en esa industria. Hablamos del tema y él pareció comprender, pero su consumo de pornografía se hizo más frecuente, mientras que nuestra vida íntima decaía.
En las raras ocasiones en que intentamos tener relaciones, a él le cuesta lograr una erección, ya sea que yo tome la iniciativa o no. Cuando lo logramos, la pierde al poco rato. Intento tranquilizarlo, pero me siento rechazada y sin valor como compañera. Lo extraño muchísimo. Ya ha pasado más de un año desde la última vez que intentamos algo íntimo. ¿Hay alguna forma de volver atrás?
La conducta compulsiva, ya sea en pensamientos o acciones, suele estar ligada a la ansiedad y a otros trastornos psicológicos. La compulsión de su pareja, sea con la pornografía u otros hábitos, parece haberse arraigado tanto que ahora afecta a ambos. Probablemente él necesite tratamiento profesional y usted apoyo. Aunque no es necesariamente la causa directa del declive sexual, puede que use el porno para intentar lograr erecciones en un contexto donde no se siente presionado.
La relación de un hombre con su propio cuerpo es compleja. Si siente que no funciona como espera —ya sea para sí mismo o para su pareja—, experimenta vergüenza y ansiedad. En el siguiente intento, ese miedo puede conducir al fracaso, creando un círculo vicioso. Ante la frustración continua, muchos hombres se retraen y evitan el sexo, incluso con una pareja comprensiva, porque no soportan otra decepción.
La disfunción eréctil tiene tratamiento. Es crucial identificar la causa, ya que las fallas repetidas pueden ser síntoma de una afección médica subyacente. Trate de convencerlo de que busque ayuda profesional.
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