La Celebración del Segundo Día de Navidad en Mallorca

En las Islas Baleares, y particularmente en Mallorca, el 26 de diciembre se celebra la festividad de San Esteban, una fecha que, al igual que en Cataluña, está reconocida como el segundo día de Navidad. Este día, conocido popularmente en catalán como Sant Esteve, es un festivo de profunda raigambre cultural e histórica. Su origen se halla en la influencia del Imperio carolingio en la región, un factor decisivo que moldeó las costumbres y tradiciones de la época e instauró una práctica que ha perdurado hasta hoy. Dicha tradición está intrínsecamente ligada a las reuniones familiares y a las condiciones de viaje de siglos pasados.

Los orígenes de esta celebración distintiva se encuentran en un período histórico crucial: la época del Imperio carolingio. Durante aquellos siglos, el territorio que hoy conforma Cataluña se hallaba bajo la esfera de influencia de esta poderosa entidad política, cuyo alcance también se extendió de forma significativa a Mallorca. En aquel entonces, las festividades religiosas y los reencuentros familiares tenían una enorme importancia social, mientras que las distancias que separaban a los miembros de una misma familia solían ser considerables. Los desplazamientos, que se realizaban generalmente en carro o a pie, implicaban trayectos largos y arduos, lo que hacía indispensable disponer de un día adicional tanto para la reunión en sí como para el viaje de regreso.

La Navidad, como una de las celebraciones más importantes del calendario cristiano, congregaba a las familias en un mismo lugar. No obstante, tras la intensidad de los festejos, se hacía necesario un día extra para permitir a los invitados iniciar el camino de vuelta. Así, el día de San Esteban se convirtió en una extensión natural de la Navidad, otorgando a las familias el tiempo necesario para los viajes y, a la vez, fortaleciendo los vínculos afectivos entre ellas. Con el paso de los siglos, esta práctica —nacida de una necesidad logística y social— se consolidó como una tradición esencial en las regiones influidas por los carolingios, abarcando no solo a Mallorca y Cataluña, sino también a Menorca.

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El día de San Esteban se institucionalizó pronto como festivo oficial, adquiriendo la denominación popular de “segundo día de Navidad”. Lejos de diluirse con el tiempo, esta costumbre ha perdurado hasta la actualidad y sigue siendo una fecha destacada en el calendario festivo balear. Su continuidad constituye un testimonio vivo de la fuerza de la tradición y de cómo las circunstancias históricas pueden modelar el tejido social y cultural de una comunidad, transformando una necesidad práctica en un símbolo de unidad familiar y legado histórico.

Orígenes históricos

San Esteban, cuya festividad se conmemora el 26 de diciembre, es reconocido como el protomártir del cristianismo, el primer mártir que derramó su sangre por su fe. Su celebración cae estratégicamente un día después de Navidad —una disposición que, si bien posee su propio significado teológico, adquirió una dimensión práctica particular en ciertas zonas de Europa. El vínculo entre esta celebración y el Imperio carolingio es clave para comprender su honda raigambre en lugares como Mallorca y Cataluña. El Imperio carolingio, que alcanzó su apogeo bajo Carlomagno en el siglo IX, fue una entidad política y cultural que buscó unificar vastos territorios de Europa occidental bajo una misma fe y administración.

Su influencia se extendió a través de la Marca Hispánica, una zona fronteriza que comprendía lo que hoy es Cataluña y mantenía estrechos vínculos con las Baleares. La administración carolingia promovió la estandarización de prácticas religiosas y civiles, y la necesidad de un día adicional para los desplazamientos postnavideños se incorporó a este marco. Como resultado, la celebración de San Esteban se convirtió en una práctica institucionalizada y extendida, facilitando la cohesión social y familiar en una época en que la movilidad suponía un desafío considerable. Este legado carolingio es la clave que explica la singularidad de esta festividad en el calendario balear y catalán, diferenciándola de otras regiones de España donde el 26 de diciembre no es festivo.

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Tradiciones culinarias

Más allá de su profundo significado histórico, la celebración del día de San Esteban en Mallorca —y, en general, en las zonas donde es festivo— está estrechamente asociada a una serie de tradiciones culinarias que enriquecen la ocasión. La más emblemática de estas costumbres es, sin duda, la preparación y degustación de canelones. Es habitual que las familias se reúnan alrededor de la mesa para disfrutar de este plato, que suele elaborarse aprovechando las sobras del opíparo banquete de Nochebuena o de la comida de Navidad.

Esta tradición no es meramente gastronómica; simboliza la continuidad, el aprovechamiento y la creatividad en la cocina familiar. Los canelones de Sant Esteve se han convertido en un plato icónico, un verdadero ritual que transforma las carnes asadas, el pollo o los embutidos sobrantes en una comida exquisita, gratinada con besamel y queso. Esta costumbre refleja una fuerte cultura del aprovechamiento, muy arraigada en la sociedad mediterránea, y convierte el 26 de diciembre en una jornada de disfrute culinario y convivencia, prolongando el espíritu festivo de la Navidad.

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