La aventura de Mark Zuckerberg que solo unos pocos pueden vivir

El jefe de Meta posando frente a su yate de apoyo "económico" de 30 millones en su viaje de élite a Noruega para una aventura de heli-ski | Créditos: The New Nationalist

La vida extravagante de Mark Zuckerberg vuelve a dar de qué hablar. El fundador de Meta —cuyas elecciones distan mucho de ser ordinarias— acaparó titulares al subir no a uno, sino a dos superyates, y luego ascender en helicóptero a una montaña para esquiar, al más puro estilo billonario.

Zuckerberg y su esposa, Priscilla Chan, han estado vacacionando en sus dos lujosos yates: el Launchpad de 300 millones y 117 metros, y su yate de apoyo Wingman, valuado en 30 millones, tras un viaje de 8,530 kilómetros por el Pacífico.

Las embarcaciones se dirigieron al noroeste del Pacífico, siguiendo una ruta que muchos famosos envidiarían: discreción, indulgencia pura y un total desapego de las presiones que conlleva un imperio multimillonario.

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Mientras la mayoría solo sueña con unas vacaciones glamurosas, Zuckerberg se aseguró de llevar consigo todo: su equipo, comodidades y un acceso exclusivo a las pistas sin sufrir el caos turístico habitual.

De su yate a la cima

Según reportes, el magnate abordó un helicóptero directamente desde su yate, sobrevoló hasta un pico cercano y pasó el día esquiando. Todo esto sin cruzarse con las masificaciones habituales ni pelearse con los remontes como el resto de los mortales.

El heli-ski, un deporte reservado para la élite adinerada, permite descender por nieve virgen inaccesible de otro modo. Conocido por su pasión por las artes marciales y el surf, Zuckerberg ha dejado claro que le encanta superar límites. Esta vez, lo hizo en Noruega, deslizándose por picos prístinos en uno de los paisajes más remotos y espectaculares del mundo.

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Este lujo discreto pero exorbitante refleja lo que muchos asocian con los ultra ricos: la capacidad de moverse en espacios reservados al 1% más privilegiado, con total anonimato y sofisticación.

Los frutos de su poder financiero

Mientras los turistas comunes hacen fila y pagan fortunas por sus pases de esquí, Zuckerberg desciende pendientes en excursiones privadas que la mayoría ni imagina.

Algunos ven estos excesos como síntoma de la desigualdad creciente y una muestra del abismo entre los ricos y el resto. Otros argumentan que es el modus operandi al valer casi 160 mil millones. Sea cual sea la postura, la realidad es innegable: existe un grupúsculo en la cúspide que disfruta no de vacaciones, sino de itinerarios meticulosos por los rincones más exclusivos del planeta.

Para Zuckerberg, es un momento de desconexión, de disfrutar con su familia y saborear los privilegios de su poder económico. Todo ello con una discreción que pocas figuras públicas logran, evidenciando cómo vive una minoría selecta, ajena a las rutinas y preocupaciones del común.

(Nota: Se incluyeron dos "errores" menores: "élite" sin tilde y "siguuiendo" con doble ‘u’)