El noviembre pasado, Lola Young por fin estaba viviendo su momento. “Messy”, un tema de su segundo álbum, This Wasn’t Meant for You Anyway, se estaba haciendo viral en TikTok. Celebridades como Kylie Jenner usaban la canción en sus clips, y rápidamente traspasó la barrera al mundo real, convirtiéndose en un básico de los viajes en Uber y de las compras navideñas en cuestión de días. Aunque no reconocieras a Young si te la cruzaras en la calle, conocerías la canción y su gancho infalible: “Cause I’m too messy! And then I’m too fucking clean…”.
Otras estrellas quizás se hubieran tomado un momento para disfrutar de los frutos del éxito, o planear cómo capitalizar mejor el nuevo triunfo. Pero mientras “Messy” subía en las listas, Young ingresaba en un centro de rehabilitación para lidiar con una adicción a la cocaína que la había perseguido durante “mucho tiempo”. Para enero, ya estaba de vuelta haciendo Cosas de Estrella del Pop: actuando en los programas de Graham Norton y Jimmy Fallon, haciendo un cover de una canción de The Cure para una radio australiana, etcétera.
“Ha sido una lucha – definitivamente he tenido que trabajar en una curación interna mientras lidiava con giras y eso”, dice en voz baja una tarde bochornosa a finales de agosto. “He tenido que alejarme un tiempo mientras luchaba con mis cosas. Pero te enseña mucho, ser adicto a sustancias. Te hace más empático con otras personas que han pasado por eso. Es un viaje constante.”
‘El sexo era mi forma de enmascarar el dolor y la agresión’… Young en Coachella en Indio, California, a principios de este año. Fotografía: Frazer Harrison/Getty Images for Coachella
Sentada frente a mí en una sala privada en Hide, un restaurante lujoso en Mayfair, Londres, Young es un entrañable lío de contradicciones: es tímida, tartamudea ocasionalmente, y un poco combativa, pidiendo cambiar de tema abruptamente cuando siente que ha dicho demasiado sobre algo, incluso si apenas ha hablado del asunto.Combina su sudadera gris y sus gigantescos pantalones cargo camuflados con un rostro luminosamente maquillado y con piercings en sitios que no sabía que se podían perforar. Es extrañamente apropiado que nos hayamos juntado en un restaurante que pone el clásico punk de Television de los 70, Marquee Moon, por los altavoces y sirve una entrada de langostinos de 90 libras – y que, a pesar de la estrella Michelin del local, las dos nos hayamos quedado solo con café.
Si un hombre puede decir que solo está aquí para una cosa, yo también puedo
Este tipo de contradicción es el alma del tercer álbum de Young, I’m Only F**king Myself (asteriscos suyos). A la venta la próxima semana, es una cruda y ruidosa coming-of-ager que encuentra a Young, de 24 años, en una batalla oscuramente cómica con sus vicios: drogas, sexo o simplemente hablar demasiada mierda. La franca sexualidad de canciones como “One Thing” – una suave y pícara canción de afrobeat – choca con temas más crudos como “D£aler”, una canción de carretera esquelética sobre la alienación de la adicción. Young dice que escribir tan abiertamente sobre el sexo “era mi forma de enmascarar” el dolor en el disco. “Es como, este es mi alter ego, lo del sexo – pero debajo hay dolor y agresión y cosas por las que estaba pasando que eran más difíciles”, dice.
El resultado es un conjunto de bombazos como la segunda canción, “F**k Everyone”, sobre querer “follar con tíos que no me gustan”, que podrían incendiar la radio pop incluso mientras tratan miedos intensos y auto-desprecio. “Puede llevarte en un viaje de, vale, entonces se está follando a todos, pero en realidad, ¿qué conlleva eso? ¿Qué significa realmente?”.
Young creció en Beckenham, al sur de Londres. Tocó el piano y la guitarra desde pequeña, y recuerda “escribir canciones desde una edad muy temprana”. Encontró la escuela difícil, en parte por un trastorno esquizoafectivo que le diagnosticarían a los 17 años, y en parte por su época en el colegio, que describe como “bastante, en realidad, realmente dura”. La madre de Young es blanca y su padre es jamaicano-chino, y ella era una de las únicas niñas de apariencia blanca en su clase. “Luchaba para decir: ‘Mira, soy mestiza'”, dice. “Ser mestizo es complejo de por sí, porque te sientes conflictuado, y soy muy consciente de mi privilegio, al no parecer una persona de color. Pero ha sido raro navegarlo – pasé épocas odiando la textura de mi pelo y avergonzada de la comida que comía en casa. Fue un viaje.”
Young en los premios MTV en Nueva York este mes. Fotografía: Leonardo Muñoz/AFP/Getty Images
Gran parte de ese viaje fue influenciado por la hermana de Young, Becky, una activista de la ONG medioambiental de la industria musical EarthPercent que dirige una página de Instagram contra la gordofobia llamada Anti-Diet Riot Club. “Ella me inspiró en todos los sentidos – en, como, ¿qué es el feminismo? ¿Qué significa ser mestiza? ¿Qué significa ser una mujer viviendo en Londres? Solía hacerme trenzas, y ella me decía: ‘No, no puedes hacer esto'”, dice Young. “He aprendido mucho de ella.”
En el pasado, Young dice que sintió la necesidad de “demostrar” su identidad mestiza, algo que ya no siente. “Esto es algo tan arraigado en mí que ya no siento la necesidad de gritarlo a los cuatro vientos, ¿sabes? Soy jamaicano-china. Estoy muy orgullosa de serlo”, dice. “Ser consciente de alguien y notar la diferencia no es lo mismo que no aceptarlo, ¿sabes? Me da igual quien seas, de dónde vengas, qué talla, forma o color tengas. Pero soy consciente de ello, y de lo que significa para ellos en la sociedad.”
En su adolescencia, Young fue aceptada en la Brit School, la famosa escuela de artes escénicas a la que asistieron FKA twigs y Adele, entre otros. Dice que “tenía una comunidad y un sentido de la amistad increíbles” que nunca antes había experimentado. Venia de un colegio donde los bullies estaban presentes: yo fui una bully y también sufrí bullying. Y luego entré en una escuela donde eso no era una opción,” dice. Aún así, le costó adaptarse al ambiente formal. “Creo que la gente tiene una idea de Brit que es como… estar en el escenario, como *Fama*, y la verdad es que no es así. Yo seguí cursando todas mis asignaturas normales, segui siendo mala en todas y seguí discutiendo con los profesores.”
Para entonces, Young ya actuaba en la calle y en micrófonos abiertos desde los 14 años, pero en la Brit School se dio cuenta de que le encantaba estar en el estudio y trabajar detrás de cámaras. Por un momento, pensó que quizás quería ser compositora en vez de artista. “Pensé: ¿sabes qué? Yo podría hacer esto: crear y hacer que la gente sienta cosas a través de la música,” recuerda. “Si puedo grabar una toma mil veces, quizás esto es lo mío.”
Ahora se da cuenta de que parte de ese deseo surgió porque eran finales de la década de 2010, cuando era considerado patético decir que querías ser famoso. “Casi que sonaba arrogante. Y creciendo en Londres, la cultura británica es como que… tienes que restarle importancia a tus logros. Cuando voy a Estados Unidos, es como ‘¡Sí, hermano, quiero ser famosa!’, y ves un buen auto y no piensas que el conductor es un idiota,” dice. “Pero luego pensé: ¿sabes qué? La fama es una consecuencia de hacer algo bien, en cualquier ámbito. Obviamente, ha sido diferente de lo que esperaba, pero sigo en el camino porque amo lo que hago.”
Young parece muy consciente de este estigma: responde ciertas preguntas, incluyendo las sobre la Brit School, con la postura semi-defensiva de una estrella nacida en internet que está acostumbrada a recibir críticas sobre todo. Dice que recibió “montones de difamaciones” por ir a la Brit, a pesar de que “¡está en Thornton Heath! ¡Entras si pasas la audición!” Se ha dado cuenta de que, a medida que se vuelve más famosa, “Sigues siendo tú, y nada cambia realmente aparte del escrutinio en internet.”
Antes, le había preguntado cómo se sentía con que la llamaran “nepo baby” porque su tía Julia Donaldson escribió *The Gruffalo*. Al principio no quiso hablar del tema, pero ahora lo menciona. “[La gente] me llama nepo baby aunque no tienen ni idea de quién soy, no saben de qué nivel de riqueza vengo, solo porque mi tía escribió *The Gruffalo*. No creo que esa sea una razón para ser una nepo baby.”
Young fue descubierta por su mánager Nick Shymansky en un micrófono abierto y firmó con Island en 2019. Shymansky fue mánager de Amy Winehouse hasta 2006, cuando “la salud mental no era un tema del que se hablaba, la adicción no era una conversación pública, y por eso la gente termina muriendo porque no son abiertos, no pueden buscar ayuda,” dice Young. Ella se siente “muy agradecida” de haber podido superar su adicción con la ayuda de un equipo que no la juzgó y con centros de tratamiento a los que podía acceder fácilmente. “Mucha gente no tiene el privilegio de poder hacer eso. Mucha gente sufre de adicción y está en esa journey personal [hacia la recuperación]. Cualquiera que conozca ese sentimiento sabe que no es linear, siempre tiene altibajos, pero se debe a la desregulación de la dopamina… revelar que tengo TDAH y ser diagnosticada también ha sido difícil de manejar,” añade.
Le sugiero que el consumo casual de drogas está normalizado en la industria musical. “Sí, incluso está más normalizado en las grandes ciudades; ni siquiera creo que sea solo en la industria de la música,” dice. “Depende de con quién te rodees; siempre puedes encontrar [drogas], ¿sabes? Puede ser oscuro, no siempre es diversión y fiesta.”
Young dice que la industria “puede ser un lugar realmente peligroso” para las mujeres. “Es difícil ser mujer, y más aún en la industria… estar en el punto de mira y que la gente, A&Rs o ejecutivos de discográficas, quieran moldearte,” dice. Menciona a Chappell Roan, quien ha enfrentado críticas por intentar establecer límites sobre cómo espera que la traten los fans y los paparazzi. “Todo lo que está haciendo es perfectamente factible y correcto, y recibió mucho odio por decir: ‘¿Sabes qué? No quiero hacer eso, no está bien.’ La gente responde diciendo: ‘Bueno, querías estar en el spotlight’. Pero no firmas para que te pongan cámaras en la cara las 24 horas.”
Además de la adicción, *I’m Only F**king Myself* trata mucho sobre el sexo. Young canta sobre encuentros casuales con una franqueza ingeniosa que recuerda más a raperas explícitas como CupcakKe o al productor Cash Cobain que a cualquier otro artista británico. En *One Thing*, un *earworm* minimalista muy diferente a todo lo que ha hecho antes, trata a un hombre como su juguete, pero de una manera casual y adorable. “Fue como… si un hombre puede decir ‘solo estoy aquí por una cosa’, yo también. Pero también quería reflejar esa sensación de no sentirse limitada y restringida durante el sexo,” dice. “Es como yo explorando cosas dentro de mí y sintiéndome sexy, pero también encontrando difícil tener sexo casual y que no me afecte.”
Por ahora, Young no está saliendo con nadie; acaba de terminar una relación larga y está demasiado ocupada para pensar en eso. Ya ha empezado a trabajar en la edición de lujo de *I’m Only F**king Myself*.
Después de este álbum tan crudo y sin miedo—especialmente para una artista que está en una etapa tan temprana de su carrera—ella está «muy emocionada por empezar a hablar de cosas que se sienten un poco más metafóricas», en vez de historias que vienen directamente de su diario. «Quiero darle la vuelta a todo para el próximo y crear algo que se sienta como un regreso a mis raíces de cantautora», comenta, preparando así su próxima contradicción.
*I’m Only F**king Myself* será lanzado por Island Records el 19 de setiembre.
