Cuando Knucks tenía 12 años, sus padres tomaron una decisión monumental. El joven rapero se estaba metiendo en problemas en su colegio en Londres, así que, para solucionarlo, lo mandaron a un internado en Enugu, Nigeria. “Alguna gente simplemente no me entendía,” dice Knucks mientras hablamos en la oficina de su discográfica. “Osea, en Gran Bretaña la gente decía, ‘Vete a casa.’ Pero en Nigeria también pensaban, ‘Tú tampoco perteneces aquí.’”
El internado resultaron ser un par de años difíciles para Knucks, cuyo nombre real es Afamefuna Ashley Nwachukwu. Rápidamente se granjeó unos cuantos “enemigos”, incluyendo al chico más popular del curso, quien lo amenazó el primer día y le advirtió que se alejara de su novia. Lejos de su hogar y sin comodidades como una lavadora, Knucks encontró consuelo en una amistad con la cocinera del colegio. “Ella era como una madre para mí,” cuenta. “Si estaba triste o con morriña, iba a verla.”
Cuando regresé de Nigeria, el ambiente había cambiado. Todo el mundo hablaba de Giggs y de ‘Talkin’ da Hardest’.
Las vivencias de Knucks durante sus dos años en Nigeria alimentan su nuevo álbum, A Fine African Man, donde el artista de 30 años reflexiona sobre “mi lugar en el mundo, qué tipo de persona soy, cómo mis valores están influenciados por cosas que pasaron en aquel entonces.” En la canción Cut Knuckles, compara los lujos de su vida actual (“Ahora veo las cosas nuevas que tengo secándose en la secadora”) con los recuerdos de tener que lavar su ropa a mano en Enugu (“Sin lavadora / Ya no era un adolescente / Pero lavaba mi ropa a mano / Los nudillos cortados, el agua escocía”).
Knucks ha pasado la última década llevando su lírica narrativa y consciente a lo más alto del rap británico. Cuando su canción revelación, 21 Candles, se lanzó en SoundCloud en 2015, sus reflexiones sobre lo pasajero de las amistades lo marcaron como un artista cercano e introspectivo, incluso vulnerable. Puedes escuchar esas cualidades nuevamente en su nueva canción Are You Okay?, que reflexiona sobre los límites de la fama y el dinero; y en Three Musketeers de su álbum debut de 2022 Alpha Place, que trata sobre su experiencia con la culpa del superviviente, donde reflexiona sobre ser el único de su trío de mejores amigos en haber escapado de las batallas y tensiones diarias de su barrio en Kilburn. Alpha Place acumuló millones de reproducciones y ganó el premio Mobo al álbum del año, un galardón que compartió con Little Simz.
Knucks me cuenta que fue durante el verano antes de la secundaria cuando empezó a hacer música con amigos de su barrio. Cuando llegó al instituto, había un estudio de grabación, así que “durante el recreo, mis siete amigos y yo íbamos y grabábamos ‘ocho barras’ tras ‘ocho barras’”. El grime era la obsesión del patio antes de que lo mandaran a Nigeria, pero cuando volvió en 2008, “el ambiente había cambiado”. El road rap estaba de moda: “Todo el mundo hablaba de Giggs. Talkin’ da Hardest acababa de salir.”
‘En el recreo grabábamos ocho barras tras ocho barras’ … Knucks.
Knucks usaba samples de soul y “voces femeninas agudas”, en lugar de la producción electrónica del grime, y mientras absorbía álbumes clásicos de Nas y MF Doom, su transición hacia el hip-hop continuó. Illmatic de Nas fue fundamental para moldear su propia música, incluso inspiró el nombre de la primera maqueta de Knucks, Killmatic. “La crudeza, la lírica, las historias, las ganas que tenía Nas: vi mucho de eso en mí.”
No solo el panorama musical había cambiado cuando Knucks volvió de Nigeria. En el noroeste de Londres, había estado rodeado de comunidades diversas, pero para cuando regresó al Reino Unido, su familia se había mudado a Watford, donde asistió a un colegio “muy blanco”. Antes, a Knucks lo conocían como Afamefuna o Afam. Ahora se sentía humillado cada vez que pronunciaban mal su nombre en los actos escolares. Cuando el director le sugirió que usara su segundo nombre, Ashley, “aceptó encantado.”
¿Se arrepiente de haber dejado de usar su nombre nigeriano? Sí y no. Fue una estrategia de adaptación, dice. Además, ahora todo el mundo lo llama Knucks (un acortamiento de su apodo “Knuckles”, que viene de un juego del patio y su personaje favorito de Sonic). Aún así, también sintió algo de vergüenza por ello, algo que documenta en su nueva canción My Name Is My Name, y en general en todo el álbum.
‘Sin lavadora / Ya no era un adolescente / Pero lavaba mi ropa a mano’ … Knucks.
Knucks ha transitado por el drill, el soul, fusiones de jazz y el hip-hop boom-bap clásico a lo largo de su carrera – y ahora está explorando cadencias de África Occidental. Las influencias nigerianas impregnan el álbum. Cuando visitó el país en 2023, se paró en la parada de autobús de su antiguo internado y grabó a los conductores, incorporando finalmente estas grabaciones de campo en las canciones. En Masquerade se usa un ogene, un instrumento similar a un cencerro usado en los enmascaramientos de Igbolandia, y la flauta ojà, que quizás reconozcas del éxito amapiano Ojapiano del cantante nigeriano Kcee. “Me esfuerzo por incluir estos instrumentos para que la gente de mi tierra pueda conectar con la música a un nivel más profundo,” dice Knucks.
Con unos padres lo suficientemente estrictos como para mandarlo a un internado en Nigeria, me pregunto cómo reaccionaron ante sus aspiraciones de ser rapero. Knucks dice que en realidad acogieron la idea con calidez, pero también insistieron en que fuera a la universidad. También confiaban en su mánager y mentor, Nathan “NRG” Rodney. Antes de morir en un accidente de coche en 2018, Rodney se había convertido en una de las grandes influencias en la vida de Knucks, ayudándole a corregir el rumbo cuando instintos egoístas lo llevaban por mal camino. La voz de Knucks se quiebra al hablar de la muerte de NRG: “Me hundió, porque lo quería muchísimo. Era como un hermano mayor.”
Puedes percibir la guía de Rodney en la madurez floreciente de A Fine African Man. Hace cuatro años, cuando el padre de Knucks transfería dinero a amigos y familiares en Nigeria, el rapero le preguntó si podía añadir algo para alguien más a quien consideraba familia: la cocinera que lo cuidó en el internado. Ella estaba postrada en la cama y no podía trabajar, y cuando el dinero llegó a sus manos, aparentemente se conmovió al descubrir que había causado tal impresión en Knucks. Su historia se cuenta en la canción Yam Porridge, que incluye recuerdos íntimos de su propio padre fallecido.
“Me esforcé por contar la historia desde su perspectiva,” dice Knucks, “y por no aparecer yo hasta el final.”
A Fine African Man sale a la venta el 31 de octubre en NoDaysOff.
