Sir Keir Starmer esperaba romper la maldición de las reuniones ministeriales al convocar a sus ministros en Chequers para lanzar un “reinicio” de su gobierno, que enfrenta problemas.
El objetivo: planear cómo recuperarse durante el segundo año en el poder, después de un primer año marcado por crisis económicas, polémicas por regalos, humillantes cambios de rumbo y rebeliones.
Antes, las reglas desde el número 10 incluían nada de jerséis feos ni sándwiches. Esta vez, la regla fue: “No le llamen reinicio.”
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La maldición de esta reunión podría ser la amenaza de un próximo cambio de ministros, que algunos diputados predicen para la próxima semana. ¿Algunos de los presentes perderán su puesto?
Según el informe oficial de la reunión de Sir Keir, el primer ministro dirigió una sesión sobre cómo el gobierno usará la IA para impulsar su “Plan de Cambio”. Pero eso fue solo una pequeña parte.
Lo más importante en el “gabinete político”, sin funcionarios, fueron los problemas económicos y las opciones de la ministra Rachel Reeves para su presupuesto de otoño, que podría definir su futuro.
Y, basándose en reuniones pasadas—desde Tony Blair y Gordon Brown hasta Theresa May, Boris Johnson y Rishi Sunak—los presagios no eran buenos. Estas reuniones parecen buena idea, pero suelen terminar mal.
La idea de reunirse en Chequers era hacer lluvias de ideas en privado, lejos de periodistas y cámaras. Pero, como reuniones familiares, hubo peleas por comida, ropa, protagonismo e incluso traiciones.
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Sir Keir Starmer en Chequers. Foto: PA
La última reunión en Chequers, organizada por Sunak en enero del 2023, ocurrió con dos figuras bajo investigación. Nadhim Zahawi por un escándalo fiscal y Dominic Raab por acusaciones de acoso. Zahawi renunció una semana después y Raab, tres meses.
Sin duda, la peor reunión fue en julio del 2018, cuando Theresa May creyó que su gabinete apoyaba su acuerdo del Brexit. Hacía mucho calor, como ahora. Dos días después, David Davis renunció como ministro del Brexit, y Johnson—quien supuestamente brindó por May en Chequers—renunció al día siguiente.
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La casa está en el campo de Buckinghamshire. Foto: PA
May pensó que su acuerdo mantendría al Reino Unido cerca de la UE. Pero estaba condenado desde esa reunión. Se dijo que los ministros fueron advertidos: quien renunciara tendría que caminar un kilómetro y tomar un taxi cuyas tarjetas estaban en el vestíbulo.
Davis, al renunciar, estaba furioso por las amenazas anónimas desde Downing Street, incluido lo del taxi. Johnson no solo lanzó una campaña contra el acuerdo (“Chuck Chequers”), sino también para sacar a May y tomar su puesto.
Como primer ministro, Johnson organizó una reunión en alfarería en Stoke-on-Trent en 2022. El lugar era distinto, pero también estuvo maldito: semanas después, su gabinete se rompió como cerámica tras las renuncias de Sunak y Sajid Javid.
Estas reuniones fueron comenzadas por Tony Blair en 1998. Su jefe de gabinete, Jonathan Powell (ahora asesor de Starmer), prohibió jerséis feos porque habría cámaras. Powell sugirió que Gordon Brown hablara primero de economía, pero Blair escribió: “No.”
Peter Mandelson, hoy embajador en EE.UU., exigió “algo mejor que sándwiches” y consiguió un bufet. La reunión de Starmer también empezó con almuerzo, luego una sesión sobre IA y finalmente el gabinete político, el verdadero motivo.
No hacían falta jerséis con 32°C. Solo no le llamen “reinicio”.