Un octogenario expolicía alemán falleció tras dispararse en la cabeza instantes antes de que llegaran los funcionarios de justicia para desahuciarlo de su piso en Torremolinos.
El trágico suceso ocurrió minutos antes del mediodía del martes 21 de octubre, cuando un equipo se presentó en el apartamento del hombre, situado en la primera planta de la calle Murillo Bracho, cerca del centro cultural Pablo Ruiz Picasso.
El grupo de desahucio incluía representantes judiciales, un cerrajero y agentes de la Policía Local, encargados de ejecutar una orden de desalojo tras la subasta de la propiedad para saldar una deuda hipotecaria pendiente.
En el momento en que se disponían a entrar, el pensionista, que había residido en la vivienda durante casi cuarenta años, volvió el arma contra sí mismo y apretó el gatillo.
Los agentes forzaron la entrada y lo hallaron con vida, aunque gravemente herido. Los servicios de emergencia lo trasladaron urgentemente al Hospital Regional de Málaga, donde falleció poco después de su llegada.
Vecinos comentaron que el hombre llevaba tiempo enfrentándose a impagos de la hipoteca y que había perdido a su esposa recientemente.
«Llevaba décadas viviendo aquí», relató un residente a los periodistas. «Es desgarrador, no merecía partir de esa manera.»
La Policía confirmó que el disparo mortal coincidió exactamente con el desahucio programado y que ninguna otra persona resultó lesionada. El difunto deja en el desamparo a tres hijos adultos.
Este caso ha reabierto el debate en torno al creciente número de desalojos forzosos en España y al devastador coste humano que siguen imponiendo a propietarios en situación de vulnerabilidad.
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