El Tribunal Supremo ha dictaminado hoy (lunes 5 de mayo) que el polémico caso civil contra el ex rey está “legalmente muerto”, sin evidencia nueva que respalde las acusaciones de mala conducta.
El Fiscal General archivó el caso hace tres años, pero abogados furiosos lanzaron una acción colectiva para obligarlo a actuar. Sin embargo, Juan Carlos queda libre. Otra vez.
Apodado “el hombre más afortunado vivo” por críticos, algunos dicen que solo Donald Trump se le compara en cuanto a habilidad para escapar de problemas legales. Y eso no es ni la mitad de todo.
No se habla mucho de esto, pero él mató a su propio hermano, y nunca fue investigado seriamente por ello.
Podríamos decir que ha llevado una vida de suerte.
Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, para darle su nombre completo, nació en 1938 (ahora tiene 87 años) en el exilio.
Seis años antes de su nacimiento, su abuelo abdicó, y la mayoría de los españoles asumieron que la monarquía de Madrid había terminado. Sin embargo, Franco se convirtió en dictador y le gustaban las nociones anticuadas de nobleza como la realeza.
El padre de Juan Carlos era el siguiente en la línea de sucesión, pero dejó paso a su hijo, por lo que Juan Carlos se benefició de otra casualidad y se convirtió en el heredero de Franco.
Todos sabemos que se convirtió en rey con la muerte de Franco en 1975, y enfrentó una rebelión antidemocrática en 1981 (aunque algunos dicen que esperó hasta la 1 am antes de hablar, y que hubiera apoyado la rebelión si pudiera).
Ha sobrevivido a una serie de escándalos, incluida la compra de joyas para su amante Corinna y la caza de animales en peligro de extinción en safaris, pero la muerte de su hermano rara vez se menciona.
El 29 de marzo de 1956, la familia real española vivía aún en el exilio en Estoril, Portugal. El príncipe Alfonso, que tenía 14 años, ganó un torneo de golf esa mañana.
El doctor de la familia llegó apresuradamente esa noche para tratar a Alfonso. Terminaría certificando que el niño murió por una herida de bala en la cabeza.
Al parecer, Alfonso y su hermano de 18 años, Juan, estaban jugando con un revólver calibre .22, en la sala de juegos de la villa. El arma se disparó.
Hasta el día de hoy, nadie sabe exactamente qué sucedió.
Hay hasta cinco versiones diferentes de lo que sucedió esa noche.
El historiador británico Paul Preston las ha recopilado en su libro “Juan Carlos, un rey del pueblo” (2003).
El viernes 30 de marzo de 1956, el dictador Francisco Franco ordenó a la embajada española en Lisboa emitir la siguiente declaración: “Mientras Su Alteza el Infante Alfonso limpiaba un revólver con su hermano, se disparó un tiro que le dio en la frente y lo mató”.
Sin embargo, la prensa italiana publicó una versión muy diferente, afirmando que Juan Carlos sostenía el arma y que su dedo estaba en el gatillo cuando se disparó el disparo fatal.
En su autobiografía, la Condesa de Barcelona (su madre) ni negó ni confirmó que Juan estuviera sosteniendo la pistola.
Al parecer, reveló a su modista, Josefina Carolo, que su hijo mayor apuntó en broma con el revólver a su hermano menor y, sin darse cuenta de que el arma estaba cargada, apretó el gatillo.
Juan Carlos contó una versión similar de esto a Bernardo Arnoso, un amigo portugués. Sin embargo, añadió un detalle: según él, la bala rebotó en una pared y golpeó la cara de su hermano pequeño.
El Conde de Barcelona (su padre) corrió a la sala de juegos donde Alfonso yacía en un charco de su propia sangre, y trató de revivir a su hijo. El niño murió en sus brazos.
Recientemente, ha circulado una versión más escandalosa, transmitida por otro miembro de la realeza europea.
“Yo estaba allí. También estábamos en el exilio, y solíamos disparar a botellas en la playa de Cascais. Juanito disparó a su hermano y lo mató”, recuerda el Príncipe Víctor Manuel de Saboya, hijo del último rey de Italia, en la nueva serie documental de Netflix, “El Rey Que Nunca Fue”.
“No le disparó directamente, sino a través del armario”, aclara. “Estaba allí. Fue 100% un accidente.”
La ausencia de una investigación judicial sobre la muerte de Alfonso ha generado todo tipo de especulaciones durante casi siete décadas.
Alfonso fue enterrado en el cementerio de Cascais el 31 de marzo de 1956. Después de la ceremonia, su padre recogió la pistola y la arrojó al océano.
Juan Carlos nunca ha hablado públicamente sobre este episodio de su vida, pero casi 70 años después, el fantasma de Alfonso de Borbón sigue acechando al ex rey.