Turquía suspende completamente el comercio y cierra su espacio aéreo a Israel, una ruptura a nivel de guerra que, según analistas, podría alimentar una escalada peligrosa.
La suspensión total de las relaciones económicas y comerciales por parte de Turquía con Israel, junto con el cierre de su espacio aéreo, marca una escalada sin precedentes que podría tener consecuencias de gran alcance, advirtió el Dr. Hay Eytan Cohen-Yanarocak de la Universidad de Tel Aviv en una entrevista con Maariv.
“Un país corta por completo sus relaciones económicas y comerciales con otro y le cierra su espacio aéreo a sus aviones solo durante tiempos de guerra”, dijo Cohen Yanarocak. “Este movimiento es sin precedentes, elimina la dependencia mutua y podría conducir a una escalada estratégica”.
La ruptura se produjo después del anuncio del ministro de Asuntos Exteriores turco, Hakan Fidan, a principios de esta semana. Según Cohen-Yanarocak, el deterioro se venía gestando desde hacía meses. “No me sorprendió. Llevo mucho tiempo esperando estos pasos graduales”, dijo, señalando las sanciones marítimas anteriores. “En el momento en que Israel declaró su intención de expandir la operación militar en Gaza, tomaron la decisión ese mismo día de imponer sanciones marítimas”.
Las fuerzas israelíes que expusieron dispositivos de vigilancia que supuestamente habían sido vendidos a Damasco por Turquía le dieron a Ankara el detonante que necesitaba. “Se podría decir que era esperado, pero estaban esperando un incidente específico para jugar esta carta”, señaló.
Aunque las interrupciones inmediatas son logísticas (los vuelos a Rusia, Georgia y Azerbaiyán ahora tomarán más tiempo, y las aerolíneas turcas tendrán vedado el espacio aéreo israelí), el peligro real es estratégico.
“Toda la dependencia mutua entre los dos países desaparece, y una vez que no hay dependencia, se vuelve muy peligroso porque no hay nada que perder”, advirtió Cohen Yanarocak. “Si hay economía, si hay turismo, si hay relaciones, entonces hay algo que perder, y por lo tanto cada lado puede pensarlo dos veces al final”.
Sin turismo, comercio o incluso corredores aéreos compartidos, advirtió, “la restricción natural desaparece”, allanando el camino para “escaladas más dramáticas y no deseadas”.
La ruptura también refleja las ambiciones más amplias del presidente Recep Tayyip Erdogan. “Erdogan quiere restaurar la gloria pasada, hacer de Turquía nuevamente el estado musulmán más fuerte”, explicó Cohen Yanarocak. “Y cuando hay alguna entidad musulmana, como Gaza, que está en serios problemas, el líder turco se ve a sí mismo como el líder de todos los musulmanes sunitas”.
Aún así, Erdogan se está moviendo con cautela. “No lo está haciendo de la noche a la mañana, sino que está tomando pasos graduales”, dijo el analista, subrayando que esto “encaja con su visión general”.
Las posibilidades de reparar los lazos pronto son escasas. “Mientras no veamos un final de la guerra, no creo que sea posible meter al genio de vuelta en la botella”, dijo Cohen Yanarocak. “En el papel se puede hacer, pero hay un precio político”.
Con Turquía “obteniendo un gran capital político de la guerra en Gaza”, agregó, revertir el curso será cada vez más difícil. Lo que comenzó como una protesta temporal, concluyó, se ha convertido ahora en “un cambio estructural en las relaciones, con consecuencias que se extenderán mucho más allá del final de la guerra actual”.