Un incendio de rápida propagación arrasa campos en una isla griega mientras vientos secos avivan las llamas. Crédito: Vadim Braydov de Pexels via Canva.com
Bastó un cigarrillo, una chispa, que cayó en una mañana seca de junio. El 23 de junio, las llamas devoraban la isla griega de colinas, obligando a evacuar 20 pueblos y ennegreciendo miles de hectáreas de cultivos, bosques de pino y zonas culturales protegidas. Durante tres días, más de 445 bomberos lucharon por contener el fuego, combatiéndolo con aviones y equipos terrestres. Las llamas no cedieron hasta mediados de semana, tras calcinar miles de hectáreas. La acusada era una trabajadora doméstica georgiana de 30 años que, según informes, tiró el cigarrillo por accidente. La magnitud de lo ocurrido reavivó un intenso debate nacional sobre si fue un error o algo inevitable.
Tras el incendio, no solo árboles y cultivos estuvieron en riesgo; también el patrimonio cultural, la identidad de la isla y la ilusión de que la temporada de incendios aún pertenecía a agosto. Lo ocurrido en Quíos no es un hecho aislado. Es parte de un cambio más amplio donde el calor temprano, infraestructuras precarias y un solo error pueden deshacer siglos de historia y tradición.
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La isla que sigue ardiendo
Quíos no solo está en la ruta turística; guarda algo único: la mástiha. Esta resina brota de árboles más antiguos que la mayoría de las casas, se extrae a mano y está protegida por la UNESCO con razón. Es ancestral, terriblemente local y de un aroma peculiar. Pero lo que hace única a la isla también la pone en peligro.
En 2012, un incendio arrasó más de 6.500 hectáreas en Quíos, incluso alcanzando los campos de mástiha. Algunos de esos árboles nunca se recuperaron. Durante un tiempo, la producción disminuyó tanto que las exportaciones cayeron. En junio de 2025, bastó una chispa para que todo se descontrolara. Esta vez, vino de algo brutalmente cotidiano.
Una mujer de 30 años, limpiando una habitación de invitados, tiró su cigarrillo al exterior. El viento lo arrastró. Cuando llegaron los bomberos, las llamas ya avanzaban.
Fue arrestada al día siguiente, acusada de negligencia, no de incendio premeditado. Porque en la Grecia actual, los incendios no son accidentes raros. Son parte del calendario. Pero el problema real no fue el cigarrillo. Fue todo lo demás: el viento, el calor, la falta de sistemas de alerta, que convirtieron un error en catástrofe.
En los días previos al incendio, las temperaturas fueron inusualmente altas para junio, con vientos fuertes y sin lluvia. La tierra se volvió seca, empinada y llena de pinos, que actúan como combustible.
Sumado a tiempos de respuesta lentos en zonas rurales, para cuando el fuego llegó a su segundo día, ya había 445 bomberos desplegados. Los aviones rodeaban la isla, arrojando agua sobre laderas ya ennegrecidas.
Se instó a los locales a evacuar, y cuando se supo que un cigarrillo lo había causado, hubo indignación. Muchos entendieron que la culpa no era solo de una persona, sino de un sistema que falló, pues el incendio duró tres días y destruyó numerosos campos.
Un patrimonio frágil en una temporada ardiente
Para la mayoría de los turistas, Quíos es solo otra isla. Para Grecia, es algo más valioso.
Los pueblos del sur —Mesta, Pirgi, Olimpi— guardan una tradición viva de más de mil años. Aquí, aún se cosecha mástiha a mano, cortando la corteza y esperando días a que la savia se endurezca. No se hace por turismo; se hace porque solo aquí crece.
En 2014, la UNESCO reconoció esta práctica como patrimonio cultural inmaterial. Pero el clima no respeta designaciones.
A finales de junio, ya llegaban los primeros turistas; las playas abrían, los ferris de Atenas reanudaban su horario, y al pisar tierra, el calor del verano los recibía.
Es una coincidencia incómoda. Quíos necesita el turismo, sobre todo tras el golpe agrícola. Pero los locales están acostumbrados; han aprendido a reconstruir, replantar y reabrir. Este año, sin embargo, dolió más: el fuego llegó antes que los ingresos.
Antes de que la temporada se estabilizara, dejándoles pocos recursos, menos preparación y casi ningún margen de maniobra.
Es extraño ver llegar visitantes en busca de postales, mientras otros limpian hollín de sus suelos. Muchos no supieron de los daños hasta leer las noticias o oler el humo en las colinas.
Una chispa que dice más de lo que quema
El incendio en Quíos está oficialmente apagado. La mujer fue arrestada, y los titulares ya se olvidan. Pero deberíamos recordar que, entre el calor y el patrimonio, entre un terreno seco y un sistema de emergencia sobrepasado, esto no será la última vez.
El verano apenas comienza, y Grecia ya declaró emergencias por incendios. Hay un patrón: llamas más tempranas, que se propagan más rápido y con menos tiempo para prepararse, desencadenadas por un solo error.
Es el clima, el calendario y un país al límite. Si una isla protegida arde antes de julio, ¿qué pasará cuando el viento cambie de nuevo?
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