Los residentes de Ibiza y Formentera amanecieron el jueves con escenas que resultan cada vez más familiares y preocupantes en las islas: calles anegadas, vehículos dañados y perturbaciones significativas del tráfico. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) había emitido una alerta amarilla para las islas dos días antes, y su pronóstico se cumplió cuando un aguacero torrencial comenzó alrededor de las 7:15 de la mañana, saturando rápidamente calles, carreteras, plantas bajas y aparcamientos subterráneos.
Aún recuperandose de los efectos de la borrasca ‘ex-Gabrielle’ y de la depresión atmosférica ‘Alice’, que causaron graves inundaciones en septiembre y octubre respectivamente, Ibiza y Formentera se enfrentan de nuevo a condiciones meteorológicas que están pasando de ser excepcionales a habituales. Impulsada por el aumento de las temperaturas en el Mediterráneo, la última tormenta ha dañado gravemente las infraestructuras de las islas y ha demostrado que los planes de prevención actuales podrían ser insuficientes para esta nueva realidad meteorológica.
Vecinos de Platja d’en Bossa y de la ciudad de Ibiza han informado de atascos considerables e inundaciones en las vías principales. La AEMET ha mantenido la alerta amarilla hasta el mediodía del jueves, advirtiendo en sus previsiones de la posible caída de granizo. En el mar, el oleaje podría alcanzar los tres metros de altura. Las autoridades locales han instado a los ciudadanos a evitar los desplazamientos que no sean esenciales para prevenir el colapso circulatorio y situaciones caóticas.
Impacto del cambio climático en las islas mediterráneas
Los recurrentes episodios de inundaciones en las Islas Baleares ponen de relieve la creciente preocupación por los efectos del cambio climático en las comunidades costeras del Mediterráneo. Lo que antaño se consideraban fenómenos meteorológicos raros se están convirtiendo ahora en ocurrencias cada vez más frecuentes, lo cual supone un desafío para las infraestructuras locales y las capacidades de respuesta de emergencia.
El patrón de tormentas cada vez más intensas que afectan a las Pitiusas refleja tendencias climáticas más amplias observadas en toda la cuenca mediterránea, donde las temperaturas del mar siguen registrando valores por encima de la media histórica.