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La velocidad de los esfuerzos diplomáticos para poner fin a la guerra en Ucrania se está acelerando.
Se están llevando a cabo conversaciones en Londres entre funcionarios del Reino Unido, Alemania, Francia, Ucrania y Estados Unidos. El enviado especial de Donald Trump, Steve Witkoff, se dirige a Moscú para su cuarta reunión con el presidente Putin.
Y sin embargo, hay poca claridad sobre hacia dónde se dirigen estos esfuerzos o si serán exitosos.
Hace poco tiempo, el plan estadounidense para poner fin a los combates en Ucrania estaba claro.
Habría un alto el fuego inmediato e incondicional de 30 días seguido de conversaciones a largo plazo para establecer un acuerdo permanente para la guerra.
Ucrania aceptó esto y, bajo presión de Estados Unidos, hizo una gran concesión; ya no exigiría la promesa de garantías de seguridad a largo plazo antes de cualquier cese de hostilidades.
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Un bloque de pisos parcialmente destruido en un ataque ruso a Zaporizhzhia el 22 de abril
Pero Rusia se negó a jugar, insistiendo en que no podría poner fin a los combates hasta que se cumplieran toda una serie de condiciones.
En particular, Vladimir Putin dijo que “las causas subyacentes” de la guerra tenían que ser abordadas, a saber, sus temores de una expansión de la alianza de la OTAN y la mera existencia de Ucrania como un estado soberano que de alguna manera representaba una amenaza para la seguridad de Rusia.
Estados Unidos aceptó la premisa de este argumento ruso y ahora está profundamente involucrado en los detalles de una propuesta de alto el fuego potencial.
