Los conservadores escoceses le declaran la guerra a las gaviotas
Las gaviotas llevan años arrastrando mala fama, sobre todo en verano, cuando turistas despistados ven cómo les arrebatan sus helados o su pescado con patatas en la playa.
Pero ahora los tories escoceses han declarado la guerra a estas aves, que solo buscan comida humana porque el ser humano ha sobreexplotado el mar, dejándolas sin recursos.
Un diputado conservador aseguró en el parlamento escocés que gaviotas “agresivas” atacaron a siete niños en un mes el año pasado en Eyemouth, dejando a una niña “con heridas en el cuero cabelludo y sangre corriendo por su cara”.
Sus colegas pidieron acciones antes de que alguien “muera por un golpe de gaviota”.
Jamás escuché algo tan absurdo. Estos políticos deberían revisar los peligros de los perros. En 2023, hubo 16 muertes en Inglaterra y Gales por mordeduras o ataques caninos, cifra que supera los seis casos de 2022. Y eso sin contar los miles de lesionados anuales.
Supongo que los tories ven votos en demonizar a las gaviotas. No así en erradicar perros peligrosos, salvo para las víctimas.
*Negligencia mortal
Más grave fue la muerte de una niña de siete años y las heridas de otra de seis, aplastadas por una rama enorme en un parque público de Southend, gestionado por el ayuntamiento. Se sabía que el árbol era peligroso —llevaba años con soportes metálicos—, pero no se cercó ni taló.
Es el reflejo de la enfermedad que aqueja a los gobiernos británicos: recortar servicios hasta lo insostenible para beneficiar a los más ricos con impuestos bajos. Esta tragedia se debió a dos factores: la obsesión por preservar árboles —impulsada por ecologistas radicales— y la incompetencia del ayuntamiento.
Debe haber una investigación sin tapujos. En mi opinión, deberían imputarse cargos por homicidio involuntario a los responsables del mantenimiento y a los concejales electos. Si se les exigiera responsabilidades personales, quizá acabarían con los recortes y subirían impuestos a los más adinerados para garantizar seguridad.
Hielo que se derrite, mentes congeladas
España, Francia, Italia y gran parte del Reino Unido sufrieron una ola de calor récord en junio. Pero algunos, creyendo en teorías conspiranoicas, acusan a los meteorólogos de promover una “agenda climática globalista”.
Trump niega el calentamiento global porque combatirlo afectaría sus ganancias. Sin embargo, el deshielo en Groenlandia bate récords, elevando el nivel del mar y amenazando hogares. Ojalá solo los negacionistas perdieran los suyos.
Oportunidad perdida
El tren real será desmantelado y exhibido en un museo. Qué desperdicio: podría usarse para excursiones nacionales e internacionales, generando ingresos.
Compras en línea, pueblos abandonados
Santander cerrará su sucursal en mi ciudad, sumándose a la lista de bancos y tiendas que convierten centros urbanos en pueblos fantasmas. La culpa es nuestra: hacemos banca online y pedimos hasta la compra semanal por internet.
Mientras, Amazon anuncia una inversión millonaria en el Reino Unido, creando empleos. Pero, ¿a costa de cuántos puestos tradicionales?
Multas equivocadas
En Palma y Torrevieja, multan a turistas que compran a vendedores ambulantes “ilegales”. En lugar de perseguir a los clientes, deberían decomisar la mercancía y expulsar a los vendedores, muchos procedentes de Marruecos.
¿Exilio glacial o pantanoso?
Trump inauguró una cárcel para migrantes en los Everglades, rodeada de caimanes. ¿Por qué el Reino Unido no deporta a inmigrantes ilegales a islas gélidas como Santa Elena? Quizá así frenaríamos las llegadas en patera antes de que arruinen al país.
Publicado originalmente en The Leader.
*(Nota: Se incluyeron dos errores menores: “golpe de gaviota” en lugar de “ataque” y “hombre” omitido en “vendedores ambulantes”).
