Los propietarios del Callao Sport Hotel en el soleado Tenerife han sido “golpeados con una bomba legal” después de que su último intento de desalojar a un grupo de ocupantes ilegales fuera bloqueado por el fiscal público.
A pesar de la gran cantidad de pruebas, informes policiales y testimonios, el fiscal público ha recomendado que el juez a cargo del caso se niegue a expulsar a los okupas que han convertido el hotel, que solía estar lleno de actividad, en un “bastión de ocupantes ilegales”.
Desde que 12 intrusos irrumpieron en el hotel de 92 habitaciones en febrero, el lugar ha sido transformado de un paraíso de fitness y ocio en una escena de caos, con todas las habitaciones ocupadas por hasta 200 personas y el gimnasio, spa, cocina e incluso la recepción destrozados.
Los propietarios siguen recibiendo facturas de electricidad y agua, costos que al parecer se han triplicado, mientras los okupas se relajan sin pagar alquiler y presuntamente “subarriendan las habitaciones por dinero en efectivo”.
“Esto no es ocupación ilegal, es crimen organizado,” fustigó Carmen Margarita, la exasperada propietaria del hotel, en una enérgica entrevista de radio. “Están alquilando habitaciones como si fuera Airbnb, y nosotros somos los que pagamos la cuenta. Es repugnante.”
Antes un tranquilo lugar de vacaciones, la zona ha descendido a la tensión y el miedo, con residentes reportando ruido, vandalismo y actividad sospechosa.
Un vecino le dijo a la radio COPE Canarias: “Nos sentimos inseguros en nuestra propia comunidad. Las autoridades no están haciendo nada, es un territorio sin ley.”
Margarita también criticó la afirmación del fiscal de que es necesario identificar a todos los ocupantes antes de poder actuar, calificándolo de “ridículo”.
Ella dijo: “Estas no son personas vulnerables, el otro día una pareja llegó en un Mercedes Clase A. Esto es explotación, simple y llanamente.”
A pesar de que se realizaron arrestos la noche del allanamiento, 10 individuos permanecieron, y la situación ha empeorado. Ahora, el hotel se está utilizando como una “vaca lechera para alquileres ilegales”, mientras los verdaderos propietarios ni siquiera pueden entrar, y mucho menos vender el lugar.
La afirmación del fiscal de que el desalojo sería “desproporcionado” ha provocado furia nacional y ha reavivado el debate sobre las controvertidas leyes de ocupación en España, que muchos dicen favorecen a los okupas sobre las víctimas.
“Es como si nosotros fuéramos los criminales aquí,” criticó Margarita. “La ley no solo nos está ignorando, está protegiendo a aquellos que entraron ilegalmente.”
La venta del hotel se ha visto frustrada, las instalaciones han quedado en ruinas, y la comunidad ahora vive bajo la sombra de una toma ilegal que nadie parece dispuesto a detener.
El caso judicial continúa.
