La guerra de España contra el narcotráfico ha escalado de forma dramática, con la policía desmantelando dos importantes redes de tráfico de cocaína que operaban en extremos opuestos del país.
Una involucraba un narco-submarino frente a la costa gallega; la otra era una vasta red internacional que utilizaba ‘hombres araña’ para escalar contenedores de shipping en Valencia.
En Galicia, las autoridades interceptaron un vehículo semisumergible cargado con más de 3.6 toneladas de cocaína, lo que desencadenó una persecución a alta velocidad. Esta concluyó cuando los traficantes arrojaron parte del alijo desde un vehículo en fuga. El resto del cargamento fue descubierto la mañana siguiente, oculto bajo una lona en la playa de Niñeiriños. La operación resultó en catorce arrestos, incluyendo los tres tripulantes del submarino.
Los investigadores revelaron que la banda formaba parte de una organización criminal sofisticada que utilizaba negocios legítimos de venta y reparación de equipos náuticos como fachada para ocultar sus verdaderas operaciones. En los días siguientes, dieciocho registros en las comarcas de Barbanza y O Salnés permitieron el incautación de efectivo, vehículos, embarcaciones, equipos de comunicación y documentación crucial que vinculaba a los sospechosos con el tráfico internacional a gran escala.
Doce de los detenidos han ingresado en prisión provisional, acusados de tráfico de drogas y pertenencia a organización criminal.
Pero la dramática situación no concluyó ahí. En el Puerto de Valencia, una operación separada de la Policía Nacional logró desarticular un colosal grupo de contrabando responsable de introducir cocaína en Europa a través de rutas marítimas comerciales. En lo que se describe como una de las mayores operaciones antidroga de la historia de España, se arrestó a 81 personas, incluyendo a tres miembros del notorio cártel de los Balcanes, diecisiete trabajadores portuarios, nueve camioneros y diecisiete directivos vinculados a cinco empresas logísticas.
Los métodos del grupo fueron tan audaces como cinematográficos. Los llamados ‘hombres araña’, escaladores de élite contratados por el cártel, trepaban por altísimas pilas de contenedores para extraer los alijos ocultos al amparo de la oscuridad. Mientras, cómplices infiltrados en empresas de transporte y concesionarios de vehículos ayudaban a legitimar el acceso al puerto y a sacar la droga sin levantar sospechas.
En el transcurso de 59 registros en Valencia e Ibiza, la policía incautó 4.5 toneladas de cocaína, 365.000 euros en efectivo, un arsenal de armas de fuego y un botín de bienes de lujo: los beneficios de un imperio narcotraficante que se extendía por toda Europa.
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