Huyendo de las deportaciones en EE.UU., una familia de solicitantes de asilo logró entrar a Canadá al tercer intento.

Andrea Díaz Cardona
BBC News Mundo

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Aracely con sus dos hijas esperaron en un refugio para migrantes en Buffalo, Nueva York, mientras su caso era revisado por un tribunal canadiense.

El Puente del Arcoíris, que cruza el río Niágara entre Estados Unidos y Canadá, ha sido durante décadas un símbolo de paz que une a los dos países.

Pero para Araceli, una migrante salvadoreña, y su familia, el puente representaba un obstáculo aparentemente insuperable.

Junto a su pareja y sus dos hijas, de 4 y 14 años, la familia intentó cruzar el puente por primera vez el 17 de marzo.

Llegaron con una maleta y documentos que, según ellos, aseguraban que pronto se reunirían con los hermanos de Araceli en suelo canadiense y escaparían de las deportaciones masivas del presidente estadounidense Donald Trump.

Pero el plan falló. No una, sino dos veces.

Aunque un tercer intento tuvo éxito, expertos en migración y estadísticas oficiales señalan un aumento de solicitantes de asilo en la frontera que huyen no solo de sus países, sino también de las políticas migratorias de Trump.

La excepción a la regla

Araceli y su familia vivieron ilegalmente en EE.UU. por más de una década. Solo su hija menor, nacida en Nueva Jersey, tiene pasaporte estadounidense.

En EE.UU., Araceli construyó una vida e intentó iniciar un proceso de asilo, sin éxito.

"Me cobraron dinero y me dijeron que obtendría un permiso de trabajo. Pagué a un abogado, pero nunca me dijeron si fue aprobado o no", contó a BBC Mundo desde un refugio cerca de la frontera.

Araceli tiene 12 hermanos, y varios, como ella, dejaron El Salvador por inseguridad en su comunidad rural. Dos lograron empezar de cero en Canadá.

Tras la llegada de Trump, con informes de redadas y deportaciones masivas, Araceli temió por su seguridad y la de su familia, especialmente después de que el gobierno comenzara a enviar migrantes ilegales a una prisión salvadoreña conocida.

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Pero como Canadá y EE.UU. firmaron el "Acuerdo de País Tercero Seguro", migrantes como Araceli, a quienes se les negó refugio en un país, no deberían obtener asilo en el otro.

Excepciones

Hay excepciones. Una es si el solicitante de asilo puede probar que tiene un familiar cercano en Canadá que cumple ciertos requisitos.

Así, Araceli y su familia dejaron su vida en EE.UU. para unirse a sus hermanos en Canadá.

Al llegar al puesto fronterizo tras cruzar el puente, presentaron documentos originales que probaban su relación familiar.

"Nos quitaron todo, hasta la mochila, y nos dejaron con nada", dijo.

Pasaron toda la noche en una sala de espera, respondiendo preguntas, hasta que un agente encontró un problema: en su acta de nacimiento, su padre tenía solo un apellido, y en la de su hermano, dos.

Aunque el documento explicaba que esos errores son comunes en El Salvador, les negaron la entrada a Canadá.

Un segundo intento

La familia regresó, resignada y angustiada, enfrentando su mayor temor: ser separados y deportados.

En el puesto de control estadounidense, los encerraron en una habitación sin ventanas.

"Pasamos 14 días en esa celda", dijo Araceli, aclarando que solo podían salir para ir al baño.

Su hermano contactó a una organización que los ayudó a contratar a la abogada Heather Neufeld.

Mientras preparaban la documentación, sin explicación, les dieron una segunda oportunidad.

"Dos agentes llegaron y dijeron: ‘Felicitaciones, van a Canadá’", recordó.

Pero la esperanza duró poco.

"Fuimos demasiado generosos al recibirlos de nuevo", le dijo un agente tras su segunda solicitud. "EE.UU. verá qué hace con ustedes".

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Un vocero se negó a comentar el caso de Araceli, citando leyes de privacidad.

Lo cierto es que más familias como la de Araceli buscan excepciones para llegar a Canadá.

Mientras disminuyen los cruces desde Canadá a EE.UU., aumenta el número de solicitantes de asilo rechazados en la dirección opuesta.

Según cifras oficiales de EE.UU., hubo 13,547 detenciones en la frontera norte hasta marzo de 2025, un 70% menos que en el mismo periodo de 2024.

En cambio, según datos canadienses, este año aumentaron los migrantes devueltos a EE.UU. tras solicitar asilo en Canadá.

En abril de este año, 359 personas (incluyendo adultos y niños) fueron declaradas inelegibles para asilo en Canadá, frente a 180 en abril de 2024.

La abogada Neufeld cree que el aumento se debe a políticas fronterizas más "estrictas" en Canadá. Andrea Díaz Cardona

En diciembre de 2024, Canadá anunció una inversión de 1.3 mil millones de dólares canadienses (950 millones de dólares estadounidenses) para "fortalecer la seguridad fronteriza y mejorar el sistema de inmigración".

La medida fue vista como un intento de calmar a Trump, quien justificó impuestos arancelarios contra Canadá al culpar al país por la inmigración ilegal hacia EE.UU.

En febrero, en medio de una guerra comercial, el gobierno canadiense anunció que expandiría este programa.

La CBSA (Agencia de Servicios Fronterizos de Canadá) también prometió aumentar las deportaciones de 16,000 a 20,000 (un 25% más) entre 2025 y 2027.

Sin embargo, un portavoz de la CBSA dijo a BBC Mundo que no han cambiado su forma de operar: "No hemos modificado políticas ni procesos".

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Aracely con sus dos hijas en un albergue para migrantes en Buffalo, NY

Confusión migratoria

Araceli y su familia fueron denegadas en Canadá por segunda vez y tuvieron que regresar a EE.UU., lo cual las asustó.

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"Hoy en día no solo te devuelven a EE.UU. Hay riesgo inmediato de detención y deportación", dijo la Sra. Neufeld.

El problema fue que este segundo intento contó como "reconsideración", la única permitida por las normas canadienses.

Neufeld afirmó que los agentes cometieron un error: "No actuaron como antes con otros casos ni aceptaron entrevistar al hermano, algo que suelen hacer".

Según ella, la familia no volvió por voluntad propia, sino porque las autoridades estadounidenses se lo ordenaron, por lo que no debió considerarse una reconsideración oficial.

Para un tercer intento, Araceli necesitaría intervención judicial.

Al regresar a EE.UU., su esposo fue detenido por ICE, y a ella le pusieron un grillete en el tobillo antes de ir a un albergue.

"Nos dieron tres minutos para despedirnos antes de llevarse a mi esposo", relató Araceli con la voz quebrada.

Muchos casos similares

Tras negociaciones legales, un tribunal canadiense permitió que la familia volviera a la frontera para otra evaluación.

El 5 de mayo, siete semanas después, Araceli cruzó el puente otra vez, esta vez con su abogada. Tras 12 horas, un agente les dijo: "Bienvenidos a Canadá y buena suerte en su nueva vida".

"Sentí una alegría inmensa, indescriptible. Mis hijas me dieron fuerza", contó Araceli a la CBC.

Pero la celebración fue agridulce, pues su esposo quedó en EE.UU. dos semanas más, en procesos legales. La familia contrató un abogado y logró su liberación bajo fianza.

"No todos los centros permiten eso. Tuvieron que vender cosas para pagarlo", explicó Neufeld.

Según ella, este caso refleja cambios recientes en la frontera norte: "Hay muchas Aracelis, pero no sabemos dónde ni qué enfrentan. La mayoría no puede luchar por sus derechos".