En enero de 2025, dos amigos de Marbella, Adrián Ruiz Pelayo y Andrea Martello, anunciaron una aventura ambiciosa: navegar desde Marbella hasta Sicilia y luego cruzar Italia a pie sin un céntimo hasta Roma para una audiencia papal, antes de proseguir hacia el norte. Bautizado como “Un Camino por Descubrir”, el viaje se planeó para resaltar la bondad humana en medio de la negatividad generalizada, dependiendo únicamente de la generosidad de desconocidos y documentando actos de hospitalidad en línea.
Los planes cambiaron pronto. La travesía en barco se truncó por contratiempos, así que el 2 de abril de 2025, Adrián, de 35 años, ex profesional del marketing de Málaga con raíces familiares en el norte de España, voló a Sicilia y comenzó a caminar desde el aeropuerto sin dinero. Llevaba una mochila, un pequeño ciprés en maceta y semillas, símbolos vinculados a Jerusalén y a la madera de la Cruz, para ser bendecidos por el Papa y luego plantados en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana en Cantabria, sitio que custodia una reliquia de la Vera Cruz.
Adrián prosigue en solitario para revelar la bondad de la gente
Acompañado al principio por amigos, como el joven marbellí Salvador —que pronto regresó a casa—, Adrián continuó en solitario. Su misión mezclaba espiritualidad, inspirada por la petición de un sacerdote de conectar lugares santos, con una prueba de confianza en la humanidad. “Solo pido agua y pan”, afirma, aunque los italianos frecuentemente le ofrecían mucho más.
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Sicilia resultó transformadora. Tras pasar casi cuatro meses allí, Adrián descubrió profundos vínculos históricos entre España y el sur de Italia, remontándose al antiguo Reino de las Dos Sicilias. Los locales lo acogieron como “uno más”, compartiendo comidas, hogares e historias. Su cuenta de TikTok e Instagram ganó una enorme popularidad, acumulando hasta la fecha más de 32.000 seguidores que siguen sus actualizaciones diarias sobre generosidad y encuentros.
Un momento culminante fue cruzar el traicionero Estrecho de Mesina en una tabla de paddle surf, escoltado por una flotilla por seguridad, entre corrientes turbulentas y tráfico denso. “Parecía una película —una pequeña procesión en el mar”, comenta.
Avanzando por la costa tirrena a través de Calabria y Campania, Adrián recorrió lugares asombrosos como Paestum, Salerno, la Costa Amalfitana, Positano, Sorrento y Pompeya. A finales de noviembre de 2025, tras más de 2.600 kilómetros a pie, llegó a Nápoles empapado por una tormenta pero triunfante, protegiendo sus frágiles cipreses (sobrevivieron tres).
Zapatos desgastados, Adrián rechaza donaciones en efectivo
Con los zapatos destrozados (sustituidos por donaciones amables) y portando banderas de Italia y del antiguo Reino, las historias virales de Adrián atrajeron a multitudes que lo recibían. Evita estrictamente el dinero, llegando a rechazar billetes que le ofrecen para preservar la esencia del proyecto.
Con el fallecimiento del Papa Francisco alterando los planes, el nuevo Papa León XIV ha concedido una breve audiencia para la bendición. Adrián, preparando ahora los últimos más de 200 kilómetros hasta Roma, espera llegar antes de que finalice el Año Jubilar el 6 de enero. Tras Roma, planea continuar por Asís, Siena, la Toscana, Florencia, Bolonia y Venecia.
Sostenido únicamente por la generosidad de quienes encuentra en el camino, Adrián sueña con una aventura más allá de su antigua carrera. “Estoy viviendo una experiencia única, conociendo a personas que llevaré conmigo para siempre”, comparte. Su viaje restaura la fe en la humanidad —un paso, un acto de bondad a la vez.
Hiking for humanity: Friends embark on a journey from Marbella to Rome
