Rodeado por los escombros de casas demolidas, la torre destartalada de Chen Tianming, hecha de tablones descoloridos y vigas torcidas, se eleva hacia el cielo en el suroeste de China. Es un monumento tambaleante a la terquedad de un hombre.
Las autoridades demolieron gran parte de su aldea en la provincia de Guizhou en 2018 para construir un lucrativo complejo turístico en una región famosa por sus espectaculares arrozales y paisajes montañosos de otro mundo.
Chen, de 42 años, se negó a irse. Cuando el proyecto fracasó, ignoró una serie de avisos de demolición y empezó a ampliar la humilde casa de piedra de su familia, haciéndola cada vez más alta.
Ahora, su construcción es un laberinto de 10 pisos con forma de pirámide, lleno de escaleras inestables, balcones y añadidos. Los medios chinos lo comparan con las creaciones fantásticas del legendario animador japonés Hayao Miyazaki.
"Empecé a construir por necesidad, para renovar y ampliar nuestra casa", dijo Chen a la AFP un caluroso día de mayo, mientras subía escaleras y esquivaba vigas en su estructura laberíntica. "Pero luego se convirtió en un hobby que disfruto", añadió.
Sus obsesivas reformas y la falta de permisos siguen enfureciendo al gobierno local. Los pisos superiores, donde duerme, se balancean con el viento, y decenas de cuerdas sujetan la casa al suelo como si pudiera volar algún día.
"Cuando estoy aquí arriba… siento que soy un nómada", dijo Chen, mirando los edificios, el aeropuerto y las montañas lejanas. "La gente dice que es inseguro y que deberían derribarlo… pero jamás dejaré que lo hagan".
‘Casa clavo’
Las autoridades planeaban construir un complejo turístico de 800 acres —con teatro y lago artificial— en la tierra de Chen. Prometieron compensar a los vecinos, pero sus padres se negaron, y él juró proteger la casa que su abuelo construyó en los años 80.
Aunque los vecinos se mudaron y sus casas fueron derribadas, Chen se quedó, incluso durmiendo solo dos meses por miedo a que los constructores llegasen de noche.
Seis meses después, el proyecto se canceló, como muchos otros en Guizhou, una provincia con mucha deuda. Chen se quedó en medio de la aldea en ruinas, dueño de una "casa clavo" —término chino para quienes se niegan a mudarse a pesar de las compensaciones.
Aunque siguió construyendo —terminó el quinto piso en 2019, el sexto en 2022 y el séptimo en 2023—, siguieron llegando amenazas de demolición. En agosto pasado, declararon su casa ilegal y le ordenaron demoler todo menos la casa original en cinco días.
Ha gastado miles de yuanes en pleitos judiciales, perdiendo varias audiencias, pero sigue apelando. "No me preocupa. Como ya no desarrollan la zona, no tienen por qué derribarla", dijo.
Atracción turística
Irónicamente, su casa atrae a turistas. En redes sociales, la llaman "la casa clavo más rara de China", comparándola con las locuras arquitectónicas de Miyazaki en "El castillo ambulante" y "El viaje de Chihiro".
Al anochecer, Chen enciende linternas decorativas y la gente se reúne para admirarla. "Es hermosa", dijo una residente, He Diezhen. "Si no hay riesgos, podría ser un hito local".
Chen cree que su casa revive fantasías infantiles: "(La gente) sueña con construir su propia casa… pero pocos lo logran. Yo no solo lo pensé, lo hice realidad".
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