Una conversación con un agente inmobiliario que vendió tres casas la semana pasada. Con otro que no ha cerrado ni una venta en seis meses. ¿Cómo puede probarse la "verdad" sobre algo? Nos dicen que estamos saturados y que no hay donde aparcar en Sóller. Luego paso por dos parkings vacíos camino al túnel. Tu verdad, mi verdad, chismes y ganas de liarla. Estoy confundido. Hay gente amargada y enfadada en Sóller y probablemente en toda la isla. Están decepcionados por cómo les ha ido la vida y quieren tener voz. Lo entiendo, de verdad, pero un poco de veneno verbal es peligroso y tiene repercusiones.
Mientras tanto, el sol brilla y los turistas están aquí. La vida en el paseo marítimo sigue animada durante el día, con algo menos de movimiento los martes y miércoles, cuando muchos cafés, restaurantes y bares cierran. No consiguen suficiente personal para abrir los siete días esta año, así que operan de jueves a lunes. Esto tiene sus consecuencias, pues quienes buscan cenar esos días cierro empiezan a ir más lejos. Muchos amigos turistas me cuentan de sus viajes en autobús a Palma para cenar, donde la cuenta sale mucho más barata que en Sóller.
Graduaciones
Todas las ceremonias de graduación de los colegios ya terminaron. Los profesores están a punto de limpiar la pizarra por última vez hasta septiembre. Siguen trabajando unas semanas después de que acabe el curso para los niños, pero ya piensan en las vacaciones. Las graduaciones en el Instituto de Sóller se hicieron bajo el sol abrasador. Hubo preocupación por los efectos del calor en los abuelos que fueron a ver a sus nietos. Quizá el año que viene podrían usar toldos.
Fiestas
El Puerto de Sóller tuvo una gran fiesta el fin de semana pasado, y ahora llega la de L’Horta. Esta fiesta barrial tiene como gran atractivo un concurso de comer sandía. De hecho, la camiseta oficial de este año está llena de sandías. El bingo también es muy esperado, sin olvidar el concurso de "poner la mesa". Todos sacamos mesas a la calle y las decoramos con esmero. Hasta con candelabros, todo vale. Hay un jurado y la competencia por tener la mesa más bonita es feroz. Vajillas finas y mesas iluminadas suben el listón. Sé que nunca ganaremos, pero mi familia lo intenta cada año. La música en vivo en la calle dura hasta las 4 de la mañana—así es la fiesta. Mi sobrina de Los Ángeles está emocionadísima porque su visita coincide con la fiesta. Lástima que su habitación dé a la calle, pero seguro que no le importará. Estará bailando como todos.
Habrás visto los carteles en la autopista que indican la disponibilidad de parking en Sóller. Ojalá pudiera decir que son precisos, quizá algún día lo sean. La tecnología necesaria para que funcione bien parece que aún no está lista. Muchos visitantes no se fían y vienen igual. Cuando ven los huecos libres en los parkings principales, se alegran de haberlo hecho.
Mucho se habla de vivir en una ola de calor permanente. Quienes pueden eligen salir temprano y refugiarse en el aire acondicionado desde el mediodía. Quizá vuelvan a salir al atardecer para tomar el aire y hacer algo de ejercicio. Todas esas horas en casa recuerdan a los días de Covid, cuando estábamos todos encerrados. Para otros, claro, esto es un lujo, porque están trabajando. No todo el mundo tiene una oficina con aire acondicionado, y los del sector hostelero suelen llevarse la peor parte. Servir mesas en terrazas bajo el sol es durísimo. Ni hablar de los que trabajan en las lavanderías.
Se dice que la temperatura media en julio es de 30 grados, bajando a 21 por la noche. Ya llevamos un mes con temperaturas más altas, así que habrá que ver cómo evoluciona en las próximas semanas. Más planes para pasar esas tardes en casa están en marcha. Manténganse frescos, amigos, y beban mucha agua.
