Hezbolá, el movimiento político y miliciano chiíta libanés, dice que ignorará la decisión del gobierno de Líbano de darle al ejército el monopolio de las armas.
"Trataremos esta decisión como si no existiera", declaró Hezbolá en un comunicado el miércoles, tachándola de "pecado grave".
Esto ocurre a pesar de la creciente presión internacional para que el grupo se desarme.
Respaldado por Irán, Hezbolá fue debilitado en la guerra del año pasado contra Israel, pero hasta ahora se niega a renunciar a sus armas, pese a las peticiones de EE.UU. y sus rivales locales.
El grupo también acusó a la decisión del gabinete libanés de controlar la producción y suministro de armas como resultado de "dictados" estadounidenses.
Añadió que está abierto al diálogo sobre "la estrategia de seguridad nacional", pero no "bajo agresión".
El martes, el gobierno libanés pidió al ejército un plan para que todas las armas estén bajo control estatal antes de fin de año.
El primer ministro Nawaf Salam explicó que el plan se presentará al gabinete a fin de mes para su aprobación, tras una reunión de seis horas.
En junio, EE.UU. propuso a Líbano un plan para el desarme total de Hezbolá a cambio de que Israel detenga sus ataques y retire tropas de cinco zonas en el sur, ocupadas pese al alto al fuego de noviembre.
Naim Qassem, líder de Hezbolá, dijo en un discurso durante la reunión gubernamental que no negociarían "el tema de las armas" mientras Israel siga atacando, violando el cese al fuego. Israel alega que sus ataques evitan que Hezbolá se rearme.
Aunque debilitado, Hezbolá mantiene apoyo entre los chiítas libaneses, y cualquier debate sobre su desarme podría aumentar tensiones en un país que aún recuerda la guerra civil (1975-1990).
