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Mallorca tiene una nueva estrella de la música: Heino. Este legendario cantante alemán de 86 años, reconocido por su distintiva voz profunda y sus éxitos icónicos como “El Enziano Azul” (Der Enzian), parece haber encontrado un nuevo hogar entre cubos de Sangría y palos de selfie. Heino, a menudo reconocido por su cabello rubio platino y sus gafas de sol oscuras, ha dejado su marca inesperada en la escena de fiesta de Mallorca, cantando canciones como “Una copita por la mañana aleja todas las preocupaciones”.
Pero el bombo alrededor de Mallorca, que no es solo uno de los destinos de fiesta favoritos de Alemania sino también de Gran Bretaña, también tiene su lado oscuro. Historias como la de Heino son la culminación irónica de un desarrollo que desde hace mucho tiempo ha salido de control, y que está listo para crear otro año de condiciones insostenibles, no solo en Playa de Palma sino también en Magalluf. Lo que puede parecer como diversión de fiesta sin importancia es, en realidad, un problema crónico. El turismo excesivo en estas áreas no solo carga a los residentes y a las autoridades locales, sino que también daña la imagen de la isla.
Este año, una vez más, vuelos enteros de fiesta parten desde Alemania y el Reino Unido hacia Mallorca. Incluso antes de despegar, hay canto, celebración y mucha bebida en la puerta del aeropuerto, sin ver ni una gota de combustible para avión, por supuesto. Para muchos, la fiesta comienza mucho antes de subir al avión. Se ha convertido en la excepción, no en la regla, encontrar un pasajero sobrio en algunos de estos vuelos.
Al llegar, se desarrolla el espectáculo anual: turistas borrachos gritando por las calles, orinando en portales y causando caos en hoteles. La policía trabaja horas extras, los políticos locales expresan indignación, y sin embargo, poco ha cambiado. En lugar de implementar medidas efectivas, escuchamos las mismas promesas cansadas cada año: “Esta vez, tomaremos medidas”.
La razón de esta estancamiento repetido es clara: Muchos establecimientos locales promueven sistemáticamente el consumo masivo. Estos no son bares ordinarios; son fábricas de fiesta comercializadas, actores principales en una industria de varios millones de euros. Mientras estos lugares continúen operando sin control, el problema persistirá.
Quizás, sin embargo, hay poco deseo de cambiar las cosas en la isla. Los intereses económicos están demasiado arraigados, desde los taxistas hasta los proveedores de bebidas, desde los hoteleros hasta las agencias de eventos. Muchas personas se benefician del “sistema”. Y mientras el dinero siga fluyendo, las medidas a medias continuarán. Y así, la fiesta continúa. Heino puede poner la banda sonora, pero la realidad ya está componiendo una melodía muy diferente.
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